Cuando se creía que ya no podría haber esperanza en la nueva camada literaria ecuatoriana, resulta que somos sorprendidos hasta la alteración -recobrando nuevamente la fe perdida por los azares y malas lecturas encontradas en el camino y en los estantes de las librerías- por este Círculo vicioso para principiantes (Universidad de Cuenca, colección La (h) onda de David, 2005) de Miguel Chávez. Primero y arrollador libro de este escritor guayaquileño, que no es solo una muestra más de la creación literaria del país, sino el alarmante –pero satisfactorio- signo de que se está trabajando seriamente en la literatura, que la creación no es solo la simple excusa para sobresalir en un terreno saturado de publicidad, comerciabilidad y pose; que en verdad se está haciendo arte (aunque no del típico que degustarían quizás amas de casa adictas a libros de autosuperación), y el talento es el pilar de mayor sustento para tal aseveración en la obra de Chávez.
Su cuentística nos acerca a una fresca creación literaria, donde el humor negro, el sarcasmo, lo desconocido (sí, casi como una dimensión arcana y horrorosa) y la recurrencia por crear a partir de historias enfocadas en la cotidianidad de toda metrópolis, logran hacer de su personalizado universo creativo un pandemónium legible y divertido –pero sin el descuido de la iniciación, sino más bien con la exigente seriedad de todo literato- de consumir y espectar, puesto que la recurrente imagen en las narraciones –como solo cuentos bien logrados producen- nos acercan a ello. Tal y como si frente a una Tv. el autor nos mostrara –en cada uno de sus cuentos- la realidad puertas a dentro, la que se vive y agota diariamente en las relaciones afectivas, emotivas y laborales. Esa realidad enfermiza saturada de estrés y tedio en su mayor explosión: donde suicidas frustrados, escritores en busca del “gran arte”, reflexivos e irreverentes individuos en torno a su condición son la muestra circundante que Chávez ofrece en su todo literario.
Cuentos como: Publicitarius musa, Apología del choclo, Te extrañamos, EE, son una muestra de esa ingeniosidad, donde se notan distintas técnicas y recurrencias al momento de contar, donde la publicidad (o el escenario repetitivo en busca de historia y personajes encajables para una acción debidamente determinada), la interrogante a cuesta (y esa desencantada conexión con el alter ego inquisitivo) y el juego con las palabras (pretensión descabellada a la que recurre el autor y logra salvar los obstáculos) reafirman el valor y la creatividad de estos cuentos.
Hay estilo y desbordante originalidad, y eso, para el primer libro de un autor, dice mucho. Podemos dormir tranquilos, lectores, hay esperanza y talento en la narrativa de la nueva camada literaria ecuatoriana, aunque de vez en cuando se tropiece con malas lecturas encontradas en el camino y en los estantes de las librerías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario