martes, 12 de diciembre de 2006

El círculo vicioso de Miguel Antonio Chávez



Cuando se creía que ya no podría haber esperanza en la nueva camada literaria ecuatoriana, resulta que somos sorprendidos hasta la alteración -recobrando nuevamente la fe perdida por los azares y malas lecturas encontradas en el camino y en los estantes de las librerías- por este Círculo vicioso para principiantes (Universidad de Cuenca, colección La (h) onda de David, 2005) de Miguel Chávez. Primero y arrollador libro de este escritor guayaquileño, que no es solo una muestra más de la creación literaria del país, sino el alarmante –pero satisfactorio- signo de que se está trabajando seriamente en la literatura, que la creación no es solo la simple excusa para sobresalir en un terreno saturado de publicidad, comerciabilidad y pose; que en verdad se está haciendo arte (aunque no del típico que degustarían quizás amas de casa adictas a libros de autosuperación), y el talento es el pilar de mayor sustento para tal aseveración en la obra de Chávez.
Su cuentística nos acerca a una fresca creación literaria, donde el humor negro, el sarcasmo, lo desconocido (sí, casi como una dimensión arcana y horrorosa) y la recurrencia por crear a partir de historias enfocadas en la cotidianidad de toda metrópolis, logran hacer de su personalizado universo creativo un pandemónium legible y divertido –pero sin el descuido de la iniciación, sino más bien con la exigente seriedad de todo literato- de consumir y espectar, puesto que la recurrente imagen en las narraciones –como solo cuentos bien logrados producen- nos acercan a ello. Tal y como si frente a una Tv. el autor nos mostrara –en cada uno de sus cuentos- la realidad puertas a dentro, la que se vive y agota diariamente en las relaciones afectivas, emotivas y laborales. Esa realidad enfermiza saturada de estrés y tedio en su mayor explosión: donde suicidas frustrados, escritores en busca del “gran arte”, reflexivos e irreverentes individuos en torno a su condición son la muestra circundante que Chávez ofrece en su todo literario.
Cuentos como: Publicitarius musa, Apología del choclo, Te extrañamos, EE, son una muestra de esa ingeniosidad, donde se notan distintas técnicas y recurrencias al momento de contar, donde la publicidad (o el escenario repetitivo en busca de historia y personajes encajables para una acción debidamente determinada), la interrogante a cuesta (y esa desencantada conexión con el alter ego inquisitivo) y el juego con las palabras (pretensión descabellada a la que recurre el autor y logra salvar los obstáculos) reafirman el valor y la creatividad de estos cuentos.
Hay estilo y desbordante originalidad, y eso, para el primer libro de un autor, dice mucho. Podemos dormir tranquilos, lectores, hay esperanza y talento en la narrativa de la nueva camada literaria ecuatoriana, aunque de vez en cuando se tropiece con malas lecturas encontradas en el camino y en los estantes de las librerías.







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