martes, 31 de julio de 2018

Una obra que sacude a los lectores



Por Fernando Endara

La “Fiesta del Fracaso” es la primera publicación del escritor manabita Ignacio Loor Vera, son 9 cuentos que exploran la derrota rutinaria de la existencia, que demuestran que en medio del “éxito” se encuentran los vicios, las sombras, la ruina y depravación. Que prueban que, sobre la fría calzada, todos somos perdedores, algunos más que otros. Y es que la muerte como victoria, como sendero inevitable; convierte el nacimiento en el fracaso primero. Decepción tras decepción, subimos los peldaños de la nada, mientras ocultamos nuestra condición natural, tapando los tropiezos y el sufrimiento con maquillaje, con ropa elegante, autos lujosos, títulos rimbombantes y farsas parecidas; el éxito es una mentira, el fracaso es lo único real, lo único que existe, lo que nos hermana en este valle de lágrimas.

Y ese fracaso, que tanto escondemos hasta engañarnos a nosotros mismos y a los demás, sale a la luz en estas historias de Loor Vera, con un tinte de crudeza, de salsa picante, del humor ácido de los narradores del litoral ekuatoriano. Estas historias urbanas tienen la cualidad de ser “manabas” y universales a la vez; leerlas es transportarse a los ambientes playeros que, atravesados por seres humanos que disimulan su desengaño y sus lienzos perdidos, no aparecen en las postales turísticas. Las narraciones, en primera o tercera persona, son trepidantes, embriagan con pausa y efervescencia, como el buen licor que quieres disfrutar hasta la última gota. El lector terminará con una sonrisa sardónica, borracho de fiascos, recordando sus tropiezos y fantasmas, en espera de la invitación a la fiesta.

El libro abre con “Gol al Vacío”, una potente crónica futbolera y la ilusión de un niño, ser futbolista profesional, anotar goles en primera categoría asistido por su colega Ricardo, ante el aplauso, el llanto y la celebración de su padre. El sendero luce prometedor, se vienen los triunfos, el ascenso de categorías, el ensueño convertido en realidad; pero se atraviesa el cauce de la vida, los años y con ellos la desgracia, la tragedia, la inevitable condición humana que nos arrasa a la perdición. Sentimos los dolores muy pronto en la orfandad de Ricardo, su padre alcohólico y suicida, su madre demente y encerrada. Y por supuesto, la parca abrupta que se lleva a quién más amamos, cuando menos lo esperamos. El vacío que deja la muerte de un ser amado, el abrazo perdido, la mirada al cielo y el dolor entre pecho y espalda, son algunos de los temas preferidos de Loor Vera. Prófugos, arrinconados, los futbolistas profesionales se ven rodeados de mujeres dispuestas y serviciales, de alcohol en donde macerar sus demonios. Supongo que por cada futbolista que triunfa en primera división, hay docenas de ellos que fracasaron, colgaron los botines y recuerdan sus fabulosos “tiempos” con amarga dulzura.

Después encontramos ¿Era ese el último polvo?, un relato de amantes de oficina que rememora una de las lecciones primeras del amor: quien se enamora pierde. En “Un padre lleva a su hijo a la playa” conocemos a una familia amorosa, un tata trabajador que consciente a su pequeño; las drogas, la separación y el robo son secundarias, que importan esos pequeños fracasos sociales cuando puedes estrechar a tu retoño en los brazos. En “Cuentas pendientes” se retoma el tema de la muerte inesperada y de tantas y tantas cosas que quedan diferidas para cuando nos encontremos en la otra orilla. Un texto casi asfixiante, de angustia, de despedida y desolación. “Inconsciencia” es una sólida narración enmarcada en una de las tragedias ekuatorianas más profundas de los últimos tiempos: el congelamiento de los fondos económicos, el cierre de los bancos y la dolarización. Una viejita simboliza las esperanzas de un pueblo que lo perdió todo: el dinero, la alegría y la vida. La historia se cuenta con destreza, desde la visión de unos muchachos inconscientes que asisten a la escuela por la mañana y juegan pelota por la tarde, mientras comentan con susto, que sus padres se quedaron sin ahorros, que no hubo nada en casa para comer.

El “Insomnio” es un mal que acecha al final de la tarde, que se esconde entre las paredes para saltar sobre la cama cuando tomamos la resolución de dormir, que se acerca silencioso desde la almohada para calarse hondo hasta los huesos. Luego buscamos recovecos oscuros y secretos para dormir en el día, para recuperar un poco de cordura. El protagonista visitará a su madre encontrando un cuadro vetusto de ocaso y ancianidad, los movimientos lentos, las plantas marchitas, la soledad de la edad, la nostalgia cobrando su sentido etimológico de regreso doloroso al hogar; el descanso llegará entonces, en mitad de la saudade. “Muertes” es un texto corto que refleja la pérdida de la inocencia, la maldad albergada en el género humano. En “Un hombre pacífico” encontramos un divertidísimo caso de trastorno explosivo intermitente (TEI). El protagonista, aficionado al box, golpeará a uno y otra hasta el desquicio, no puede controlar su ira cuando le provocan.


La edición deja para el final, el cuento que da título al libro. Un escritor vencido y malogrado organiza una fiesta para él y sus amigos, una reunión para huir del fracaso. No hay forma de hacerlo, no hay salida, existir es el fracaso y Loor Vera lo sabe, lo describe, lo pinta con sencillez, concisión y belleza. Con biela en mano, se ríe del fracaso mientras destila quebranto desde su novel pluma. Tinta Ácida nos trae una excelente obra manabita, ekuatoriana, que sacude a los lectores haciéndonos recordar lo fracasados que somos, y que, a pesar de todo, nos seguiremos levantando, sufriendo y peleando hasta el triunfo final, cuando nos dirijamos al reino de Hades. Y ustedes, ¿están invitados a la fiesta? La fiesta del fracaso.
(Texto tomado de https://www.goodreads.com/book/show/40956468-la-fiesta-del-fracaso) 


lunes, 30 de julio de 2018

Un libro que nos estaba haciendo falta

El Dr. Holguín Rangel leyendo su análisis.



Por: Dr. Galo Holguín Rangel
Escritor y docente universitario  

Siempre me preocupé por los títulos de las obras literarias. Pienso que una acertada denominación del título ayuda al éxito de la misma. Me impactó el relato de nuestro escritor manabita Luis Félix López, quien  llamó a su última obra “Tarda en morir el tiempo” o la del amigo Víctor Arias Aroca cuando titula “La cruel Condena de llamarse Kike Vega”, extraordinario. El título Las desventuras de Polo Pin tiene novedad. Siguiendo la línea de Piedad Villavicencio que escribe para El Universo, ¿un hipocorístico es un apodo? No, no lo es. Es un apelativo, consecuentemente Polo es un hipocorístico de Leopoldo, entonces puedo deducir con seguridad que la narratología de Las desventuras de Polo Pin versará sobre una desgracia encarnada en Polo Pin.

Esa (desgracia) sería el hilo conductor de la novela. La palabra desventura significa desgracia. Esta palabra se compone de un prefijo (morfema trabado) des y ventura que significa felicidad, pero que podría caer en un riesgo o peligro.

La novela y la vamos a llamar novela corta, por su estructura, por el manejo de sus personajes, por el manejo del tiempo, por la trama que presenta. En cuanto a su línea espacial, Zambrano Mendoza nos traslada a escenarios europeos, como Madrid y Turín. Y en Ecuador, a Manta, al pueblo de San Eloy y la ciudad de Chone, en Manabí. La historia la construye en trece capítulos, la va tejiendo con fuerte corriente romántica y autobiográfica, que la robustece con la presencia del personaje Sara, a quien a lo largo de los capítulos la describe como ninfómana, este concepto bien lo podemos entender como hipersexualidad. En cuanto a técnica de saltos espaciales o cinematográficos, Zambrano Mendoza hace uso de un recurso de traslación como el “flashbacks” para trasladarnos un poco al pasado, aquí nos hace pensar en Juan Rulfo, ese escritor misterioso mejicano que en Pedro Páramo dijo, “Yo vine a Komala, porque aquí me dijeron que aquí vivía un tal Pedro Páramo”. Zambrano Mendoza, expresa: “No era la ciudad que me confundía, o la separación con Sara, tampoco el que consumiera marihuana, menos la embriaguez, pero sí los sueños constantes, como el ocurrido en el hotel Chambery”.



El autor, el presentador y amigos amantes de la cultura en Manta.



La novela tiene además, características míticas cuando el narrador sueña con el Santo Sudario, o la sábana santa de Turín que lo motiva a conocer nuevos escenarios.

En cuanto al manejo narrativo, como ya quedó establecido, es una novela romántica-autobiográfica;  el diálogo es ágil, usa la expresión breve; incursiona con un código lingüístico a veces con dificultades, pero que sale bien librado, como por ejemplo cuando plantea una acción simultánea que dice: “el manto me persigue en ese sueño extraño, por lugares donde voy andando”, en la expresión voy andando, el gerundio andando está correctamente aplicado y que algunos escritores prefieren ignorarlo.

La descripción es otro recurso estilístico que lo alcanza aceptablemente. Aquí, Zambrano Mendoza prueba que ha leído relatos de la literatura del 30 ecuatoriana, el maestro Demetrio Aguilera Malta  se lució con este recurso. Zambrano dice:

“El sol como un códax se reflejaba sobre la faz de la comarca, la carretera se hacía interminable, además se veía solitaria, a los alrededores sobresalían los ceibos, con sus formas extrañas, parecían resecos, pero estaban llenos de vida. Ellos dominaban el paisaje, semejaban formas humanas; otros parecían inmensos  tumores sobresalientes, con caras de gigantes, levantando sus ramas hacia el cielo, como reclamando misericordia por tantos crímenes en el puerto de Manta”.

En cuanto a la trama, Jorge nos hace conocer la separación de Polo Pin con su novia Sara. Esta evasión se manifiesta en Madrid después que retorna de Turín, tras unas vacaciones, la separación es evidente, Polo Pin decide abandonarla porque Sara sufría de ninfomanía. Además, Zambrano indaga a través del personaje protagonista sobre la existencia del mito del manto de Jesús, al recrear a través de los sueños constantes ocurridos en un pueblo de Chamberí (Francia),  estos sueños se convierten en pesadillas por efecto quizá del consumo de marihuana, queda en tela de juicio la paranoia recurrente en el personaje.



Portada de la novela corta.


Por otra parte, el protagonista (salto espacial) el Dr. Polo Pin, tenía un proyecto de crear una clínica en Barbasquillo, en Manta. Al regresar a Ecuador cumple con ese objetivo, gracias a la ayuda de su padre Plutarco Pin, para que su hijo construyera una clínica especializada en nanotecnología, felizmente estos sueños se concretan.

A medida que se desarrolla la novela, el protagonista se sumerge en un torbellino de recuerdos, anhelos desesperados de ese viejo amor de Sara y no la puede olvidar, esto se da con mucha frecuencia.

También en varios capítulos de la novela, se recrean varios escenarios: como por ejemplo el prostíbulo El Puente de la ciudad de Manta, donde los personajes convergen en los comportamientos que causan liviandad en los seres humanos (lujuria) se describe también San Eloy y Chone (Estos escenarios complementan la historia).

El  desenlace de la novela culmina con el retorno de Sara a Manta, donde se entera que su amado Polo Pin tiene otra mujer a quien ha depositado su confianza (ella es Rebeca).

Puedo decir a manera de reflexión que escribir un libro no es una tarea fácil.  Escribirlo es hacer una realidad, un sueño. Y más todavía cuando se reflexiona en que vivimos en un mundo casi dominado por las tecnologías de la información y comunicación, donde el teléfono celular ocupa un espacio muy fuerte en los oídos de los jóvenes. Frente a estas amenazas Jorge Zambrano Mendoza se atreve a escribir esta novela.

Este libro nos estaba haciendo falta, y nos viene fresco con el aleteo del alba, nos hace falta porque ya era hora que un escritor joven se someta a la crítica y a ser ejemplo para robustecer la escritura literaria. Con frecuencia nos quejamos que se lee poco en Ecuador, pero hay que preguntarnos “¿Por qué se lee poco?...algo falla”, expresa Eliécer Cárdenas, novelista que plasmó la historia del bandolero Naún Briones en su obra Polvo y Ceniza.

Finalmente, este libro “Las desventuras de Polo Pin” que viene a fortalecer la  literatura manabita, sin duda enriquece su acervo cultural y por esto también hay que saludarlo con alegría, este libro engrandece el espíritu y estoy seguro que soportará los aguijones del tiempo, porque los libros que se hacen con responsabilidad y amor tienen lectores y permanecen abiertos en las librerías y bibliotecas, pero sobre todo en el alma de los jóvenes.
(Texto leído el viernes 20 de julio de 2018, a propósito de la presentación de la novela corta Las desventuras de Polo Pin, desarrollado en La Caverna)

domingo, 29 de julio de 2018

Dolor en la niebla



La niebla como un símbolo que todo lo oculta, a veces rala y casi siempre espesa, impenetrable. Un todo quimérico donde las formas han perdido su real dimensión, donde la imaginación juega en contra, donde las cosas y seres han mutado en algo amorfo, ese algo que se intenta reconstruir desde los recuerdos. Un recuerdo desorientado y que como quien mira desde el centro de una niebla, va a tientas.
Desde una niebla metafórica se ha construido Perros de niebla (El ángel editor / CCE, 2018) de Edison Navarro Cansino (Cotacachi, 1983). Un poemario compuesto por tres segmentos Perros de niebla (que da nombre al libro), Perro que huye y Disparo en la niebla.
Se trata de un poemario cuya voz tiene una lid que devasta con cada enfrentamiento, una lid contra el pasado, contra ese laberinto que son los recuerdos. Por eso las escenas cargadas de ausencia, una que en su paso hiere con su despojos. Una poesía donde los protagonistas pertenecen a un núcleo familiar (un padre, una madre, un hermano, un abuelo) y a quienes se habla desde una reconstrucción borrosa.
La voz poética recorre la infancia como ese principio mohoso donde todo empezó, donde las voces y sus cuerpos fueron creando una historia, una que le pertenece, que reconstruye desde el dolor, y con cada pedazo disperso hallado en la bruma de su emotividad.  
Por eso dice: “No sé si esto es un poema, pero sí la foto de mi infancia”. (Piedra al perro, p. 10)
O también cuando asegura:

“No crean de mí una sola palabra
podría decir que soy feliz sobre mi bicicleta
y no caerían en cuenta que hace 30 años tengo la piel enredada en la cadena
desgarrando el equilibrio de esta bocanada de aire.” (Sentencia, p. 19)


“Empeñé el fémur de mi hijo para construir esta casa sobre la amenaza del tiempo”. (Sentencia, p. 20)

Edison Navarro, leyendo algunos de sus poemas. 



La voz poética tiene muy clara una cosa:

“Somos la irrepetible estación de las aguas y el mar nos exige quietud
como quien pide al amor que se detenga ante las piedras”. (Monólogo, p. 22)

Por eso no puede escapar de su pasado, porque todo cuanto narra y escenifica resulta una acción inevitable: lo hace para encontrarse, para ver a cada uno de sus yo desde esa niebla en la que habita.
Así lo reafirma cuando asegura que:
 
“El mundo insiste en que estamos enfermos, pero no tosemos, ni sangramos:
no entienden que el silencio no es dolor, sino ausencia de futuro”. (Ebrio el perro, muerta la rabia, p. 36)

Pero es Disparo en la niebla, la parte más cruda de este libro, un segmento donde la voz poética advierte desde el inicio:

“Somos sin querer el pasado,
en mí, mi padre, y en él, su padre, y en él, la herida.
Mi dolor radica en su sangre:
perdón por traer a colación a tanto muerto”. (+, p. 41)

Para dar paso a un puñado de versos donde la infancia es un álbum, donde las escenas-recuerdos-dolor aparecen en un espacio fantasmal, un no lugar. Ese sitio donde se ubican estos retazos de historia, donde la soledad es un aullido que permanece en el eco que con los años, al contrario de perderse en la niebla del olvido, está más nítida estorbando la alegría.
(Texto leído en la presentación del poemario Perros de niebla, La Caverna, 20h00, 28 de julio, Manta)

jueves, 19 de julio de 2018

Nadie huye del amor

Foto: José Márquez.



Manta es el mar, su brisa marina se cuela por cada uno de los habitantes que frecuentan el centro, su zona bancaria, sus bares. Pero Manta también ha sido y es la casa de muchos escritores que han pasado ocultos (unos menos que otros), absorbidos por el trabajo literario, sin hacer alarde de las páginas que día a día van escribiendo y corrigiendo. Una tarea sin mucha exposición en redes sociales.
Así es Jorge Zambrano Mendoza, un mantense que tras haber migrado a España, regresó a su patria y ciudad para continuar con su sueño de juventud: escribir y publicar. Desde entonces poemas y ensayos se han incluido en algunos medios y suplementos culturales. Su primer libro, Los caracoles errantes, del 2010, es una novela que no tuvo mucha repercusión, quizás por eso, después de esta primera experiencia, decidió hacer las cosas bien.
Nos citamos en Piedra Larga, un lugar concurrido en Manta, donde los bares y el recuerdo de una ciudad antaño menos controlada, es el aire que se respira. Por estos días el clima en la ciudad es frío, pero igual de atractivo y atrayente el mar nos contempla desde la mesa del bar que hemos ocupado. Desde ahí empezamos a dialogar en torno a su segunda novela, Las desventuras de Polo Pin (Tinta Ácida), que por estos días se presenta en Manta.

¿Dónde y cuándo nace Polo Pin?  
Polo es un nombre ambiguo que puede referirse a un nombre de persona, al polo extremo de la tierra, o a una marca de camisa. Hace 6 años cuando comencé a escribir esta historia, le di muchas vueltas al asunto, ya que quería fijar el carácter del personaje a través del nombre, para que el lector no se olvidara de él.
Por lo tanto, Polo Pin es la esencia misma de la novela, este personaje es una metáfora viviente que a veces me sorprende; nace de recuerdos de otras personas.

¿Cuánta de tu experiencia de migrante ha servido para la historia de la novela?
La verdad es que las vivencias han palpitado en mi memoria. Los lugares por donde transité sirvieron de escenario para estructurar mi novela, ciudades como Valencia Madrid, Chamberí, Turín, forman parte del recorrido narrativo.


Foto: José Márquez.



¿Por qué hacer que el personaje protagonista regrese a su país? ¿Por qué no hacer que la historia transcurra totalmente en Europa? 
En realidad nunca pensé que la historia estuviera ambientada totalmente en Europa, porque cuando retorné a mi país, después de 9 años, comencé a cavilar sobre cómo narrar las vivencias de este personaje, por supuesto que ya en mi mente había fraguado varias ideas sobre el protagonista.

Polo Pin usa marihuana para combatir la depresión, según le recetó su médico.
¿Cómo se relaciona esto con los sueños y pesadillas constantes que tiene?  ¿Se trata de un efecto secundario del consumo?
En efecto, Polo Pin llega a consumir marihuana por las indicaciones de su médico, al principio fue todo un ensayo, pero con el pasar de los días se le hizo indispensable.
El personaje cree escuchar al Mesías a través de la “Sábana Santa”, y no puede evitar seguir soñando, en realidad el protagonista se deja llevar por el consumo desarrollándose la paranoia, distorsionando su cordura.

Aunque la novela de cuenta de las aventuras de Polo Pin (que en realidad son desventuras) en sí se trata de una novela de amor, en este contexto ¿se puede huir del amor, del otro que persigue en persona recuerdos?
En ocasiones se puede huir del amor, Polo Pin evade la realidad a pesar de amarla, la abandona y como prueba se ese amor se tatúa en su brazo el nombre de Sara, la mujer que lo acompañó por diferentes rutas de Europa, sin embargo, lo atormenta el recuerdo y no puede olvidarla.

Sara es un personaje muy fuerte en la historia, está y no está ¿Cómo se fue configurando a esta encarnación del amor posesivo insatisfecho?

Sara funciona bien porque Polo Pin es un ser enamorado de la vida, un tipo romántico de la vieja escuela, uno al que el amor en su totalidad lo ha encontrado en Sara, aquella mujer posesiva y cada vez insatisfecha sexual.
Sin Sara, Polo Pin no tuviera ningún padecimiento, por eso es necesaria en la historia.

Manabí atraviesa la novela, por lo menos algunos de sus mitos urbanos ¿Cuál ha sido pretensión con ello?
Dar a conocer una parte de la realidad de Manta, desde el “famoso” prostíbulo El Puente, hasta las muertes violentas que ocurren en la ciudad. Relato algunos acontecimientos que han marcado a las familias, la complicidad de las autoridades cuando le calientan las manos, para que todo transcurra con absoluta normalidad.
En resumen, en el recorrido por Manabí rescato la importancia de ciertos lugares que forman parte de nuestra cultura.

¿Qué viene después de Las desventuras de Polo Pin? ¿Qué objetivos esperas cumplir con esta obra? 
Después de esto estoy pensando en otra novela, ya llevo varios meses tejiendo una telaraña de ideas, cavilando en otra historia. La Biblia me inspira grandiosidad y estimula mi ánimo de seguir escribiendo.
Por otra parte, el objetivo de haber creado esta novela tiene como finalidad inculcarle a los jóvenes la lectura y la creatividad. 

Portada de la novela.