lunes, 26 de febrero de 2007

Charles Chaplin, lo cómico del desencanto






¿Quién no ha reído más de una vez al espectar alguna película de Charles Chaplin –o por lo menos a las que el actor presentaba un humor refinado-? ¿cuántos no se han dejado conmover por las desgarradoras escenas a las que nos arrastra su personaje Charlot -y todo sin ese toque llorón y sensiblero que Cantinflas desgastó-?, quizás muchos. No es nada sencillo espectar al personaje miserable que recorre calles, cárceles, guetos; intenta desacoplarse a propósito de los colectivos para dejar marcada su personalidad: sensible y a ratos colérica, sin quedar marcado por sus múltiples historias.
Charlot, el pequeño personaje harapiento, de mirada enternecedora, al borde de la locura, espectro atemorizado a lo estático, a ratos nos conmueve, otras veces nos hace reír pero casi siempre nos retrata en esa sociedad disparatada -sin tiempo y espacio-, para reafirmarnos en un mundo saturado de contradicciones y desencanto.
No es solo el hecho de que el personaje haga bailar a un par de papas sostenidas con dos tenedores, mientras imagina que el amor comparte su espacio (en La quimera de oro); que la mendiga ladrona de pan lo conmueva hasta creer en días mejores (en Tiempos modernos), o peor que asumiendo una personalidad distinta decida acoplarse por su bien y por el de toda una raza, incluso si de ello dependiera abandonar el toque místico de su silencio (en El gran dictador).
Charlot es un desesperado que busca en el silencio violentar al sistema al que se encuentra atrapado. Es un soñador por demás que cree ciegamente en una falsa esperanza por días mejores –aún teniendo todo en contra para ello-, es una sombra inadvertida que muchas veces renuncia a serlo para ser un cuerpo protestante, que utiliza y abusa del humor exagerado para atacar a su absorbente y lastimero mundo.
El amor en el personaje es un punto clave para que pueda tener motivos mayores para no abandonarse a las desgracias que muchos quieren. En La quimera de oro se enamora de una bailarina de cabaret y su regreso a la montaña, junto a su amigo minero, es motivado por la bailarina, quien es la excusa para enfrentarse nuevamente a los elementos de la naturaleza y darle un giro positivo a su miserable existencia; también en Tiempos modernos es una mujer quien logra hacer que la esperanza fluya en él, que enfrente situaciones a las que jamás habría imaginado encarar, todo por el amor a la joven y hermosa pordiosera; y, en El gran dictador es gracias a otra mujer que asume reemplazar –sin querer- al ridículo dictador para liberarla (y liberarse) de la persecución y abuso de poder que representaba la caricatura de Hitler.
El caos existencial llevado a su mayor explosión es donde se desenvuelve Charlot, demandando felicidad en ambientes donde la miseria ha copado todo, donde los sueños resultan ser pesadillas constantes, donde el desahucio es un todo acrecentándose cada día más hasta volver callejones sin salida las vidas de los personajes secundarios, menos la de Charlot que intenta –aunque casi siempre no lo logre- someterse al sistema.

Babel: las historias vinculadas





Babel (2006) de Alejandro González, es el tercer y reciente film de uno de los directores mexicanos que ha sabido crear una marca registrada dentro del cine, no solo mexicano –que después de Amores perros lo abandonó, si es que se puede decir tal cosa- sino en todo el mundo.
La película en cuestión es una obra sobresaliente, tanto por los aprovechables espacios geográficos (Marruecos, Japón y México) en la que personajes ya comunes en los productos de González (esa introspección –matizada por el desconsuelo- en cada uno de ellos) se desarrollan sin complicación alguna en una historia que logra anexar a tres continentes (Europa, América y África) con solo un accidente con rifle.
Con un reparto que reúne a varios nombres conocidos dentro de la filmografía mundial como: Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García y Koji Yakusho - muy acorde a las exigencias de los espacios e historias-, que demuestran la calidad actoral que se espera de ellos.
Un largometraje que a muchos –sobre todo quienes no han visto ninguna producción anterior de este director- acercará a una obra cuya finalidad es de superar el producto anterior, por algo resultó ganadora del Festival de Cannes del año pasado.

Amores perros y 21 gramos como antecedentes
Para referirnos a la obra de Alejandro González primero hay que ver sus anteriores filmes como Amores perros y 21 gramos, dos películas que se asemejan en cuanto a estructura (por el tiempo no lineal), con historias cuyos ejes temáticos agrupan el desamor, desconsuelo, muerte y un hecho (siempre una tragedia, ya sea automovilística –como en los dos casos tratados- o que acontezca en carreteras, como el film que ahora nos concierne) que es el núcleo de la trama, lo cual sirve de ligadura entre las varias historias que se tejen y desarrollan alrededor; otra de las características de este director es la recurrencia en las bandas sonoras de instrumentos de cuerdas (véanse las dos películas por si se duda) que, a pesar de no ser un todo en sus películas, sí aparece mayoritariamente en las escenas más desoladoras.

Personajes unidos por la congoja
Hay una constante entre los personajes de Babel (sin olvidar a los ya conocidos en anteriores películas del mismo director): esa manía –de seguro es eso- de mostrar las peores pesadillas de cada uno de éstos, enfrentarlos a sus miedos, desnudarlos ante la problemática existencialista que los rodea, para de esta forma buscar el consuelo anhelado en personajes no tan frágiles y que resultan a la larga pilares -no tan fuertes ante la arremetida del resto-, que dan tranquilidad momentánea.

El tiempo como “estilo”
González ha hecho de sus filmes obras no lineales –sino más bien transponiendo las múltiples narraciones que forman un todo y aparentan desconexión-. Lo que en un primer momento (con Amores perros) resultó original (quizás no tanto con 21 gramos, que no por ello dejó de ser un buen largometraje) se repite en Babel; si partimos de la mera comparación nos daremos contra la monotonía de encontrar lo mismo en cada obra que lleve la firma de este director, pero más allá del simple prejuicio que salta a la vista, es de reconocer una especie de “estilo” en este mexicano, cuya constancia en la fragmentación de sus varias historias tiene como objetivo principal –de donde nuestra lectura logra aferrarse- el poder presentar un rompecabezas a historias que presentadas de forma lineal no causarían el mismo efecto que se logra al intercalarlas entre ellas. “Estilo”, idóneo para la continuación de su filmografía.

Tres continentes anexados
Sin duda lo sobresaliente de la película es la magnitud a la que nos transporta su director al hacer de un juego de niños (por los marroquíes que disparan) un “atentado” internacional que no solo es de interés de Estados Unidos, sino que relaciona a individuos de Japón, México y del mismo Marruecos. América (del norte), África y Asia reunidas por un incidente casual –y por demás causal- en medio de la nada, que nos revela una realidad ya conocida: la globalización, esa interconexión de la geografía más conocida con lugares recónditos donde hechos que involucren a potencias mundiales –económicas y políticas- pueden desatar la más increíble casería de brujas, todo para identificar culpables.

De mi traición al MACC Cine





El MACC Cine en Manta es ya una realidad para quienes necesitábamos un espacio para espectar cine no tan comercial. Se ha podido apreciar largometrajes interesantes de Europa, Latinoamérica y sobre todo de Ecuador, porque ahora en adelante la producción nacional podrá ser vista y comentada con más continuidad.
Pero como no todo gira en torno a esta nueva sala de cine, nos refugiamos –porque somos dos: el flaco anónimo que recorre calles y el flaco cronista que se sienta frente a una máquina- junto a otros filmes, para contemplar a las “estrellitas” inmersas en el arte de siempre: el de multitudes, multimillonarios, múltiples premios, directores conocidos y reconocidos a nivel internacional y un larguisísimo etcétera.
El presente año ofrece títulos que exigen expectación y análisis para lograr una valoración directa con la obra, y en esas nos sumergimos, sin traje de baño y con hartas ganas de nadar (solo por temporada) en ese mar de tramas, actuaciones y propuestas.

Diamantes sangrientos: el precio de la esclavitud

Que películas traten temas en torno a masacres y guerras civiles ya no es extraño para muchos, pero que se lo haga con la intensidad de una excelente trama, con impecables actuaciones, eso sí es diferente. Diamantes sangrientos (2006) de Edwar Zwick, es un largometraje que nos acerca a tres lecturas o apreciaciones dentro de un contexto en conflicto como lo era Sierra Leona (África) en 1999 –a penas nueve años atrás-, donde la fiebre por la obtención de diamantes era causa suficiente para esclavizar y matar. Allí un traficante de diamantes, Doroban (interpretado sobresalientemente por Leonardo Di Caprio); un pescador, Salomón (Djimon Hounsou, sin duda una actuación bien lograda); y, una periodista, Maddy (Jennier Connelly), nos dan tres registros diferentes del país en conflicto.
Film impactante, de ritmo acelerado como para que la expectación no decaiga, puesto que cada cuadro y fotografía reafirma la idea del director: el abuso del poder en medio de una población cuya posibilidad de sobrevivir es incierta.

Infiltrados: los laberintos inagotables
Martín Scorpse es toda una empresa y autoridad en materia cinematográfica, es así que con este antecedente nos acercamos a su film Infiltrados (2006), película que a muchos dejará con ganas de espectar otras obras de este director que logra un trabajo sobresaliente donde policías y traficantes no solo traicionan sus papeles, sino que se interna en cada uno de los personajes hasta enfrentarlos a sí mismos desde los laberintos existenciales a los que se ven arrastrados.
Con un reparto de lo mejor que va desde el veterano Jack Nicolson hasta Leonardo Di Caprio (que logra una interpretación excelente, tal y como en el film anterior), el director presenta un trabajo acelerado –el género así lo exige- de cuadro llenos de acción, intriga y una enfermiza historia donde los infiltrados optan estar con los buenos y con los malos, a costa de no ir en la línea en la que han sido formados.
Película intensa, de final desquiciante, que nos enfrenta a esa otra realidad violenta (corrupta y sangrienta) que habita junto a nosotros y no la vemos –o intentamos no hacerlo, ni darle importancia- porque no la soportaríamos.

Scoop: humor negro a borbotones
Scoop (2006) escrita y dirigida por Woody Allen es una comedia tan a lo Allen que si no se aprecia el humor negro de este director poco o nada se logrará degustar este largometraje un tanto apacible, eso sí, y no tan provocador como otros filmes del mismo director.
Historia absurda, de fantasmas, periodistas principiantes, magos desencantados, millonarios asesinos, muertos navegando en medio de la nada y una trama por demás divertida que a ratos tiende a decaer por lo predecible –por los acontecimientos obvios-; y no es solo el hecho de que el director se burle –así descaradamente- de la sociedad inglesa de señoras encopetadas y ricachones tan limpios que a la larga se sospecha la podredumbre que ocultan; sino que haga de todo esto una historia de asesinos en serie cuyo único propósito es el propósito de un obsesivo periodista muerto que aún desea la fama, aunque sea desde ese “otro lugar” no tan siniestro, si no más bien tedioso.
Quizás la actuación de Scarlett Johansson (en el papel de Sondra) no sea la mejor de esta actriz –que ya demostró un excelente trabajo en Mach Point, dirigida también por el mismo director- pero logra una extraña –ojo con eso- combinación junto a Allen (en el papel de Sid), que torna la trama digerible y, desde luego, más cuando es de humor que está compuesta en su raíz.

Veladuras, la poesía filosófica





Ha sido escaso que en Manta aparezcan poetas que puedan ostentar el título, que su obra hable por ellos, que refleje todo el trabajo implícito que demanda este género literario venido a menos por un desesperante sector mantense y manabita que ha hecho de la poesía un mero pasatiempo para figurar como escritores.
Pedro Rosa Balda es uno de los pocos poetas a quienes su obra lo reafirma como tal, Veladuras (2007) es un compendio de poesía que no desperdicia la mínima palabra en banalidades, donde la voz poética a partir de abstracciones cercanas a la filosofía crea una obra sólida cuyo primer objetivo es enfrentarnos a nosotros (como lectores), a nuestras percepciones sobre la vida: aquel caótico entorno de interrogantes y simbolismos cada vez más subjetivos.
El autor nos acerca a una poética donde símbolos como el espejo, las máscaras, la luz y oscuridad se filtran en todo el cuerpo del libro y nos van mostrando paso a paso la recurrencia del poeta (filosófica por demás). Porque lo suyo es una poesía de ideas, de desolación –ante las ideas cuestionadas (o vistas desde otro punto) que tenemos sobre muchas cosas-, de introspección y replantaciones de la vida y muerte: temas eternos que en Veladuras intentan hallar nuevos espacios tras cada interrogante soltada.
El tiempo es otro de los elementos que más peso denota en el poemario (esa manía de rebuscar en lo consumido -y en lo por consumir- lo salvador), el sujeto poético se interroga a sí mismo, casi al borde del delirio, para intentar asimilar su propia obra o el teatro en el que se encuentra como protagonista, por ejemplo cuando dice: “¿Cuánta memoria, para un solo recuerdo?”. Y es que allí -en la memoria- parecería incubarse el centro del libro; el poeta lo reafirma: “Dentro de ti enciendes lámparas / pero no logras apartar las tinieblas”, revelando al recuerdo como luminaria ante el caos de aquellas tinieblas representantes del olvido: infierno latente que pugna apoderarse de cada poema, y al cual el autor arremete.
Libro de intensidad, de búsqueda constante y desesperada por hallar respuestas a las mismas preguntas lanzadas: “¿Cuánto durará esta lucha? / ¿Este esfuerzo pertinaz, / al fin y al cabo inhumano / por respirar, por mantener / abiertos los ojos?”. Para Rosa Balda las máscaras y el silencio, las sombras y la luz son símbolos obsesivos, dispersos en muchos de los poemas, así el autor lo va afirmando: “Hay demasiada sombra en tu cuerpo: / oscuridad de palabra, / Sólo en el silencio eres (momentáneamente) / visible”, también “algún silencio debe de haber en el que coincidamos”, todo porque en el fondo está convencido de que “Cree que piensa que imagina que supone / que siente confusamente que podría / salvarse de la vorágine enroscándose / en su propia sombra”.
Lo más sorprendente -porque en una ciudad (y hasta provincia), repito, donde aún la “poesía” sin filtro: sensiblera y tediosa, continúa cómicamente apareciendo en periódicos y libros- es saber que esta obra aún siendo de un mantense se aleja de mucha de la mediocridad poética que pulula por acá. Porque lo que Rosa Balda plantea: “pensar es justamente / poner el “ser” en duda”, es lo que muchos ignoran y ahí la diferencia.
Pero volviendo al libro en cuestión, el autor (tal y como David Bowie expresara: “¿Decadencia?, creo que decadencia es no poner una rosa blanca sobre una mesa blanca por temor a arañar la mesa”) nos arrastra a figuras envolventes e imposibles de concebir: “El blanco es un negro que se ha movido / y al moverse, se ha desgarrado”. Imágenes desesperantes de una poesía cuya materia prima son las ideas difíciles en un entorno saturado de ideas fáciles, de consumismo literario ligero y de moda.
Veladuras es un título que intenta “suavizar” la realidad (o por lo menos parecería hacerlo desde la portada), pero la verdad es que el poeta no repara en esparcir todos los versos -compuestos de ideas que solo una introspección a fondo del ser humano y poeta, como receptor sensible de lo que le rodea, puede crear- arcanos y a veces desconcertantes, que vistos -o leídos- desde su ángulo nos transforman la realidad, cada pensamiento desgastado, cada recuerdo consumido, cada acción por mínima que sea, para adentrarnos en esa veladura, allí donde máscaras y sombras cohabitan, donde gritos y desgarraduras inmateriales parecen no extinguirse jamás. Todo porque el poeta acierta en algo –tal vez una generalización deprimente pero precisa entre los cultivadores de este género literario-: “La muerte, su propia muerte / surgía a menudo (de golpe) en sus poemas”.
(Este texto fue leído en la presentación del libro Veladuras en la Sala de Conciertos Horacio Hidrovo Peñaherrera de la ULEAM, el martes 13 de febrero)

lunes, 12 de febrero de 2007

MACC Cine: ¿cuán necesario en la ciudad?




Tal vez aún envidiemos de las grandes ciudades del país librerías completas -para quienes necesitamos la lectura para continuar en el camino vital-, pero lo que estamos seguros es que con la creación de este nuevo espacio, donde cine no comercial y alternativo es lo que muchos estábamos esperando hace tiempo, hará que el interés por este arte cobre mayor fuerza en la población mantense.
Para quienes creíamos que el cine comercial acabaría y sepultaría nuestras ansías de cine de calidad, alejado de estereotipos y absurdos, pues este espacio es el mejor reconfortante (especie de calmante ante carteleras desencantadas que intentan atragantarnos visualmente, y por ende estropearnos las ideas con argumentos triviales) para empezar la tan ansiada educación cinematográfica de la que tanto han hablado –y escrito- personas interesadas en este arte en la ciudad.
Las excusas son mínimas entonces (para no acercarse a esta alternativa cinéfila), primero porque al contar con este espacio lo más seguro es que el interés del público aumente, así como el interés por inmiscuirse en esta creación; estudiantes universitarios –de la ULEAM, para ser específicos- ya han venido dando los primeros pasos: primero impulsando a la creación de cortometrajes para posteriormente hacerlos concursar entre ellos. Es un estímulo que de seguro ahora contará con el apoyo del Museo del Banco Central, esto si es que aún los estudiantes no han perdido las esperanzas.
¿Cuán necesario el MACC Cine en la ciudad? diríamos que muy necesario, porque los largometrajes, cortometrajes y documentales que se expongan en esta sala no pertenecen –en su mayoría- a productos comerciales (que sí los hay excelentes, algunos) o lo que vendría a ser lo mismo hollywoodenses. Se ha abierto un espacio necesario para todo el público ansioso por adentrarse en este arte –y eso que esto ya se ha repetido hasta el hartazgo-. Las carteleras llaman, la calidad actoral y sobre todo las historias con argumentos salvadores (que nadie me diga que después de una película de Chaplin no ha visto el entorno con otros ojos). Entonces ¿Cuán necesario el MACC Cine en la ciudad? muy necesario, más de lo que se creería para que en los próximos años ya podamos hablar de un verdadero público cinematográfico en la ciudad (tal y como ocurre en algunas otras ciudades del país) que sepa valorar los productos europeos, asiáticos, norteamericanos, latinoamericanos y sobre los ecuatorianos.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Acerca de nuevas salvaciones ficticias




Bien, pequeña, esta máquina defectuosa, débil e “inocente”, sabe del riesgo de escribir sobre algunas verdades intratadas en el puerto. No pretendo ser Al Pacino exterminando cadáveres intocables y sin salvación, menos Jim Carrey viviendo en ese mundo show planificado al detalle, por eso escribo.
Bien, pequeña, ellos deben defenderse, negar lo innegable; y mientras eso pasa allá fuera: en esa selva de elogios y contadas cosas valederas, apaga la luz y acércate de una vez, que tu cuerpo sea una breve dosis de olvido ante lo banal, y que las múltiples realidades ficticias frente a nosotros nos distraigan del todo.

Muy parecido al amor: una “nueva” historia rosa
1.- Muy parecido al amor (2005), es un film que decepciona por esa explotación sin vergüenza y nada novedosa de un tema trivial, pero inacabable: las relaciones sentimentales y sus conflictos. Una trama romántica con bastantes recursos humorísticos y pocos dramáticos (que pudieron haberle dado mayor emoción a la historia), que recrea situaciones casuales de una pareja, que a pesar de no intentar mantener una relación formal, se ven envueltos al final en ella. El tiempo juega un papel importante en el desarrollo del film, puesto que los encuentros –pocos por cierto- se dan en un lapso de siete años, donde las ocurrencias de los protagonistas no hacen más que recordar al espectador que está frente a un film simplón y en cierto momento aburrido.
El nivel actoral de Ashton Kutcher (Oliver) no se ve reflejado en toda su capacidad, como lo demostró en El Efecto Mariposa. Menos su co-protagonista Amanda Peet (Emily), que no es una destacada en la trama porque su personaje es el típico rosa. Y esto, además de la historia de argumentos flojos y sin nada interesante que ofrecer en los diálogos, vuelve a la historia más simple y cansada de lo que es.
Entonces Muy parecido al amor, es muy parecido a todos los filmes flojos de amor que se han hecho hasta ahora. Salvo algunas escenas donde la fotografía es rescatable, la película no ofrece nada interesante al espectador; pero, desde luego, si se es un romanticón cursi hasta el extremo, este film es uno de los más adecuados para la clase de público poco o nada exigente de producciones donde un hombre y una mujer terminan feliz “hasta que la muerte los separe”.

Sin City: la ciudad del pecado deprimente
2.- Sin City (2005) de Robert Rodríguez y Frank Miller (acolitados de Quentin Tarantino) es un film que mantendrá al espectador pegado a su asiento. Ya sea por las tres historias encadenadas, por la estructura, por ese toque desencantado del comic y la novela negra, o por lo poético y arrollador de los diálogos.
Personajes oscuros recorren la trama, cargados de una personalidad característica en obras donde Tarantino mete mano y cerebro. Actores como Mickey Rourke (Marv) y Bruce Willis (Hartigan) logran darle al film un toque desilusionado y rudo, donde los ambientes característicos de la violencia, con personajes extraídos de ellos, como: prostitutas, policías corruptos, sicarios, asesinos intentando hallar la salvación mediante obras de “buena acción”, y policías intentando cambiar parte de su entorno, ante la imposibilidad de hacerlo en la estructura social corrupta, conforman un todo emocionante, cargado de suspenso y violencia en su mayor despliegue.
Como la típica historia negra y policíaca el amor casi es ausente, no hay tiempo para él cuando otras cosas de mayor importancia están en juego: como vivir o morir ante el sistema podrido y absorbente.
Los efectos sobresalen también, ya que al tratarse de una adaptación de cómic (de Frank Miller), es de suponerse las imágenes en blanco y negro que logran darle mayor fuerza a los escenarios. Complementado a esto las voces en off de sus protagonistas que mantienen el hilo detectivesco y poético de cada acción, y sin duda esa forma original de minimizar la violencia al presentar la sangre de blanco.
La influencia de Tarantino en el film es absorbente, ya que la estructura en el desarrollo de la historia tiene su toque ya apreciado en otros filmes de cercana trama.

Mi novia cadáver: hacia el encuentro de un amor fúnebre
3.- Mi novia cadáver (2005) de Tim Burton, es una divertida película ausente de todo recurso siniestro como se pretende hacer creer al espectador. Si bien el espacio geográfico en el que se desarrolla la trama es en medio de una sociedad burgués –¡de miedo!-, un cementerio, un bosque y otros escenarios propios para ambientar la historia, esta falla al intentar inmiscuir escenas musicales, sin este recurso el film de seguro hubiese quedado mejor.
La idea del joven enamorado que por error contrae matrimonio con un cadáver (una novia asesinada) es original. Con algo de drama, humor, y esa perdurable forma de finalizar películas de esta clase: con felicidad y todo el rollo ese; y es aquí donde flaquea el film ya que se vuelve predecible desde los recursos a utilizar (como los típicas pócimas “mágicas”) hasta el final de la historia, incluso el antagonista resulta trivial y pesado de espectar.
Jhonny Depp (en la voz de Víctor, el enamorado) y Helena Bonham Carter (en la voz del cadáver) no hacen más que seguirle la corriente a la historia animada. Que en su parte cómica y, en parte, dramática es rescatable, salvo, como repito, en las escenas musicales donde la historia flaquea hasta tornarse aburrida. Pero, de seguro, al público infantil y romántico le ha de agradar la historia, sobre todo cuando la trama –además de los cadáveres- presenta a personaje secundarios patéticos, negando el amor ante la conveniencia económica del contrato nupcial, idea que los protagonistas: Víctor y su prometida (no la muerta, sino la viva) destruyen ante su unión amorosa y no económica.

Tres dramas disímiles para espectar




Como de tanto bla bla bla los argumentos y las historias introductivas se han ido agotando, solo queda ir al grano de este espacio: ver y redactar, redactar y compartir, la lectura individual que, desde un rincón en la ciudad, se escribe.
A continuación la sugerencia de tres dramas, cada uno enfocado desde distintos espacios geográficos y tramas disímiles, pero con la garantía de ser excelentes filmes –desde sus historias y propuestas-, para espectar.

1.-Una canción de amor para Bobby Long: vidas poéticas
Una canción de amor para Bobby Long (2004) de Shainee Gabel es un drama entre lo poético y desencantado, que no decepcionará al espectador en busca de dramas vitales, pero a la vez sombríos por la crudeza de la vida y las situaciones a las que se refugian sus personajes: alcohol, literatura y la esperanza de días mejores y salvadores.
Bobby (Jhon Travolta, en una sobresaliente actuación) es el protagonista de esta poética cinta; un profesor retirado que ha hecho de toda la literatura consumida parte de sí. Junto a él su ex alumno Lawson (Gabriel Macht) quien intenta escribir un libro memoria de Bobby. Ambos habitando la casa de Loreine, símbolo del amor en el pueblo que habitan y parte vital en la vida de los personajes, que acaba de morir.
La historia logra mayor fuerza dramática al presentarse Pursy (Scarlett Johansson) a vivir en la casa de Loreine, su madre; lo que acarreará situaciones deprimentes y escasos estados reconfortantes –ante la propiedad dejada, y por la que se dan hechos desagradables, como la expulsión de Bobby y Lawson-.
Un film que nos acerca a un final inesperado pero apacible: Pursy descubre que Bobby es su padre, este muere; Lawson logra escribir el libro memoria de Bobby, y él y Pursy quedan juntos. Con una fotografía bien lograda, y diálogos trabajados al detalle, es una película interesante si es que se pretende comprender más ese entorno subterráneo, donde la literatura, borracheras interminables y el deseo de sobrevivir a todo lo caótico alrededor, son el argumento inagotable.

2.-El Rey: el crimen como extirpación del pecado
El Rey (2005) de James Marx es un drama de lo más macabro, de aparente apacibilidad en la historia, pero contrariamente alejada de lo que podría ser el típico film de crimen, sin sorpresas finales, y más bien cercano a una interesante obra y propuesta de largometraje bien logrado con escasos recursos fílmicos.
Elvis (con el mexicano Gael García, en una interpretación, sino sobresaliente, rescatada) como personaje principal de esta desquiciante película, nos acerca a su vida, donde la normalidad parecería ser el recurso total de la cinta, algo que en el desarrollo de la trama nos muestra todo lo contrario.
El espacio geográfico: un pequeño condado estadounidense, con cientos de cristianos evangélicos; allí una familia que cae en la mira de Elvis: la familia que jamás tuvo y la que su padre formó y mantiene. Este indicio es lo que motiva –implícitamente- al personaje a fraguar una venganza detallada (aunque diera la impresión de no saber a que se enfrenta), primero enamorando a su hermana para luego embarazarla, asesinar a su hermano y usurpar su lugar en la familia, hasta asesinar a hermana y madrastra y quemar la casa. Con un final estremecedor, donde la extirpación de la culpa sofocante es el único argumento que el personaje encuentra ante lo cometido.
Un drama que de seguro pondrá los “pelos de punta” al espectador, sobre todo porque no se trata de la típica historia negra de asesino, víctima y castigo; sino asesino, víctima y lo desconocido aguardando un final a la interpretación del espectador.

3.-País del norte: la dignidad laboral femenina
País del norte (2005) de Niki Caro es un drama basado en hecho reales, que además de mostrar una historia donde el abuso a las mujeres –por inmiscuirse en labores, en el contexto del film, netamente masculinas y de matiz machista-, nos acerca a la historia de una madre enfrentándose contra el sistema intocable donde labora y vive.
Josey (caracterizada por Charlize Theron, que demuestra una vez más su talento actoral en el género dramático) es la protagonista que soporta con verdadera fuerza todas las trabas a las que se ve envuelta: acoso, agresiones físicas y verbales, prejuicio (al ser una mujer minera) y hasta intento de despido. La trama cobra mayor fuerza al ser denunciado el abuso y llevado a juicio, donde la historia reconstruye, en algunos flash back, hechos del pasado claves en la comprensión del film y de extremo dramatismo para el personaje: como el haber sido violada (y embarazada) en la secundaria.
Continuando la línea de Monster, Theron reconstruye una historia real y asumen un personaje de temple. Y aunque el film no presente novedades en el género (menos en el final, que en base a la observación el público logra primeras conclusiones), no cansa al espectador por el manejo adecuado del tiempo –no lineal- en que se narra la historia.

Ante nuevas negaciones de la realidad


Como nada es simple en este laberinto existencial y la realidad muchas veces nos es insoportable, luego de revisar las compras de principio de mes (puras baratijas para despistar la depresión) y de terminar la lectura de un buen libro, decido enfrentarme una vez más –para no perder la costumbre y adiestrarme en el oficio de la crónica y quien sabe con el tiempo en la crítica- a filmes novedosos, no tan novedosos y otros simplemente insoportables de ver; pero siempre tratando de buscar una identificación en alguno de los personajes decadentes, y así sin más resuelvo ponerme a escribir por puro ejercicio hasta que logre algo “genial”.

Entre copas: el difícil oficio de vivir

1.- Entre copas o Sideways (2004) de Alexander Payne, es una comedia dramática de gran calidad, que poco o nada defraudará al espectador. Film donde el vino, catadores, personajes depresivos -otros contrariamente expidiendo alegría por sus aberturas- y una boda, hacen de esta película un drama de necesaria expectación.
Miles (Paul Giamatti, ojo con este actor, ¡qué personaje!), un escritor frustrado, que sobrelleva lo depresivo de su divorcio, catador experto y patético ante la vida. Decide junto a su amigo Jack (Thomas Haden Church), actor y loverman, pasar la última semana de soltero de éste en un pueblo donde el vino es parte de la cultura y estabilidad comercial. Allí ambos inician fugaces, desquiciantes y agresivas relaciones: Jack con Stephanie (Sandra Oh, nada sobresaliente la oriental esta) y Milles con Maya (Virginia Madsen), éstos últimos quienes encuentran una concordancia entre sus vidas deprimentes, sus divorcios y su gusto por el buen vino, aunque sea una relación corta, pero con indicios de algo a posteriori.
Film que no cansa a pesar del ritmo lento, ya que la historia al inmiscuir humor –del negro y trivial, pero jamás hartante- hace que sea más agradable de apreciar. Una onda bien retro este film que no decepcionará al espectador, sobre todo cuando se sabe valorar trabajos visuales bien hechos, con argumentos trabajados al detalle y personajes tan cercanos a nuestra detestable realidad y vivencias personales.

La nena del millón de dólares: un derecho a la muerte
2.- La nena del millón de dólares (2004) de Clint Eastwood, es un drama que a más de un espectador sensiblero arrancará algunas lágrimas, con una base temática ya tratada con anterioridad en ‘Mar Adentro’ (por lo del tema de la eutanasia, al final del film). Con un reparto de lo más sobresaliente: el veterano Clint Eastwood (Frankie, el rudo entrenador), Morgan Freeman (Eddie, el conserje acolitador y sensible ante los problemas ajenos y ex -boxeador profesional retirado), y la joven y destacada Hilary Swank (Maggie, la boxeadora miserable que a base de esfuerzo y de compromiso con el deporte logra destacar).
Film de exigida recomendación –si es que en verdad se está interesado en la materia cinematográfica- que nos muestra el lado humanista del ambiente pugilístico, además de esa otra realidad que no vemos detrás de la pompa y el espectáculo por ser insoportable de espectar.
Si bien este film no causará el mismo impacto que tuvo ‘Rocky’ en su tiempo, ni menos se acercará al éxito de la novela (¿o es crónica?) ‘El Combate’ de Norman Mailer. Lo cierto es que a pesar de recrear un tema demasiado explotado tiene algo que ofrecer, y es simplemente esa visión de Eastwood, sencilla y humanista, acerca del tema y un deporte tan polémico.

Los olvidados: recordar es la salvación
3.- Pocas veces film’s de ciencia ficción logran aterrarnos por las teorías planteadas, es el caso de Los Olvidados (2004) de Joseph Rubén, una historia para re-preguntarnos acerca de los misterios que envuelven las desapariciones de personas, o si somos o no objeto de experimentos de seres desconocidos, cuando tal o cual suceso no tiene una respuesta lógica. La trama se desarrolla en una metrópolis: grande y capaz de ignorar hechos como estos, sobre todo cuando el individualismo es lo que impera. Allí encontramos a Telly (Julianne Moore, en una bien lograda interpretación) personaje de aparente desorden mental, de alucinaciones en torno a un hijo que nunca existió, aunque estén objetos que prueben lo contrario.
La historia enmarcada en la ciencia ficción de terror (de verdadero terror, no esas fallidas y ridículas producciones como Jeyson en el Espacio o Predator Vs. Alieen, que son pura basura visual) nos va mostrando varios flash back con necesarios antecedentes para la comprensión final del film. Así mismos la trama se vuelve perturbadora cuando aparecen en escena miembros de la seguridad nacional de EE. UU., y lo que nos han enseñado film’s anteriores con temas semejantes es que cuando aparecen los “hombres de negro” algo paranormal está ocurriendo.
Una película de merecida atención a los cinéfilos adictos, no solo por la historia, porque no es mucha la novedad que presenta, sino por las ideas. Todos quisiéramos borrar recuerdos tormentosos e irritables, pero no recuerdos que tratan de mantenernos vivos –sin pretender vivir aferrado solo a ellos- y esto es lo que ocurre en Los olvidados.

La casa de cera: nuevamente una de gritos

4.- La casa de cera (2005) de Jaume Collet-Serra es un film que decepcionará completamente -conmigo lo hizo- desde la primera escena hasta la última, y es que al ser una reedición de un film que puede que en su tiempo haya tenido su efecto terrorífico en la actualidad nada logra acercarse a este terreno, sobre todo cuando se enfrenta a verdaderos y exigentes espectadores en este género.
Con un reparto mediocre –no creo que exista otra palabra para tantos malos actores-, que hacen de esta película una de las peores en lo que va del año en este género. Si bien la maquinaria publicitaria hace referencia de la modelo Paris Hilton (Paige) ésta no sobresale como actriz, aunque su papel encaje en el estereotipo de “rubia tonta y ardiente”. La protagonista Elisha Cuthbert (Carly) no pretende al igual que el resto de actores sobresalir en nada en este film, ya que la sobrecarga de lugares comunes en los terrenos del género terrorífico son abombantes y a más de un espectador defraudarán.
Quizás lo sobresaliente a rescatar del film sea la escenografía, que nos muestra una macabra obra de arte de esculturas de cera y demás cosas con el mismo material. Pero a parte de eso esta película, así como muchas de producción norteamericana, no ofrece nada novedoso para el espectador; asfixiante con el espacio geográfico común y explotado al extremo, además de diálogos absurdos y eso que no se profundiza –digo profundizo- en la psicología de los personajes que demuestran ser todos unos idiotas mal concebidos o abortados en este fallido seudo film de terror, aunque claro de seguro habrá alguna ama de casa o incauta anticine que soltará algún gritito y se aferrará a su parejita ante las escenas de persecución de la caricatura de criminal que aparece en escena.

Una balada cinéfila




Y eso de frecuentar salas de cine, pasear en el parque recién remodelado, asistir a la discoteca de moda, ir elegante a la fiestita y compromiso familiar, desgastarse en docenas y veintenas de baladas que dizque hablan de ambos, es algo que evitamos hacer.
Nada más conmovedor que una balada rock, sin el lloriqueante trasfondo para arruinar la canción y letra. Y eso le voy diciendo a Noemí, mientras subo el volumen del televisor, acomodo su cabeza en mi hombro y nos alistamos a disfrutar de los film’s adquiridos, aunque nuestra escena se asemeje al cartel promocional de La balada de Jack y Rose, pero eso es lo de menos ante nuestra inmensa realidad y la estrecha –por la reducida pantalla del Tv.- ficción.

1.- La balada de Jack y Rose: de Edipo y amantes
La balada de Jack y Rose (2005) de Rebecca Miller, es un film, más que excelente, crudo y transgresor, que enfoca uno de los pocos temas usualmente vistos en el cine que no tenga relación con lo pornográfico: la estrecha relación padre e hija. Un drama que a más de una madre conservadora pondrá los pelos de punta (por el “amor” que la hija pretende hacia el padre), aunque la directora apunte más allá con su drama, al pretender crear una historia llena de amor paternal en extremo –con las desviaciones escritas al inicio- y reflejo de la vida libre sin las ataduras económicas ni urbanas, como las que se niegan sus protagonistas.
Jack (interpretado por Daniel Day-Lewis, actor de intenso dramatismo) y su hija Rose (interpretado por la bella y sombría Camilla Belle) conducen la trama, dentro del espacio geográfico atentatorio a su acostumbrada forma de vida (no sexual, sino residuos de hippie), a un final de aparente desesperanza para sus protagonistas. La música en el film –así como también lo logró la película Una canción de amor para Bobby Long- logra transportar al espectador toda la carga psicológica y emocional de sus protagonistas, algo que pocos filmes suelen lograr.
Un largometraje estadounidense excelente -como pocos-, que no defraudará al espectador ansioso de tramas inolvidables y personajes alentadores, a pesar de los encuentros cercanos con la muerte a los que se acerca el film.

2.-El secreto de Vera Drake: la ayuda criminal
El secreto de Vera Drake (2004) de Mike Leigh, es un drama europeo (inglés para ser más precisos) de gran calidad. Tanto por la historia como por la excelente interpretación de su protagonista. El espacio geográfico, y la sociedad desde sus dos extremos: la burguesía y el proletariado, son los perfectos escenarios para que el personaje principal pueda desarrollarse libremente; así lo sugiere el film y así lo confirma Vera Drake (interpretada por Imelda Staunton, una actriz que logra sobresalir en su papel) al vincularse entre estos dos sectores: uno donde es una comprometida sirvienta y otro donde es la madre ejemplar salvaguardando a los suyos, pilar esencial de la estructura familiar que ha creado. Aunque esa conexión provenga de un ligamiento clandestino e incomprensible de aceptar.
Una película sombría desde todo punto de vista; sus personajes trágicos, prejuiciosos, alarmantemente asombrados del necro oficio de Vera Drake, que ella ejerce como una más de sus acciones en mejora y ayuda de los demás. Y mientras la apacibilidad es lo que gobierna a la protagonista en casi todo el film, esa ruptura logra darle toda la intensidad al largometraje cuando se sabe descubierta y penalizada por la ley que está en contra de la práctica del aborto.

3.- La chaqueta: los juegos de la mente
La chaqueta (2005) de John Maybury, es un thriller de interesante trama. Si bien las analogías con filmes anteriores como El efecto mariposa rondan el tema de fondo, donde la mente crea vidas y realidades alternativas, encontramos en esta película la particularidad sobresaliente en cuanto al suspenso con el que se desarrolla la historia y la calidad actoral de su protagonista.
Jack Starks (caracterizado por Adrien Brody, actor que ya dejó su huella en el cine mundial al protagonizar El Pianista de Polanski) es el personaje principal de este desquiciante –lo es para el personaje- film, donde la locura y la incomprensión se mezclan para crear un mundo incomprensible a los ojos del razonamiento. El tiempo y el espacio, son claves en la trama de la película, puesto que estos son la vía que conducen al desarrollo y conclusión de la alucinante historia. Demostrando una vez más que la mente es capaz de crear y mantener, aún en el último estado vital, un perfecto mundo a donde poder quedar atrapado para siempre.

martes, 6 de febrero de 2007

Dibujos animados en una realidad desesperante




Dibujos animados (2006) del portovejense Juan Fernando Andrade (1981) es un libro de cuentos que desde el inicio logra envolver al lector por las historias aceleradas –la narrativa y el ritmo así lo confirman- que desglosa en estas doce muestras cuya finalidad es la de exponernos –porque muchos lograrán identificarse con alguno de los cuentos- en nuestras peores situaciones, incluso cuando se piensa que el entorno al que nos refugiamos podría ser el aura ideal para la felicidad.
La urbe en toda su multiplicidad es el escenario por el que Andrade hace transitar a sus desfigurados y casi anormales personajes (homosexuales, publicistas, cinéfilos, esposos sometidos, odiantes de la felicidad, actores), allí los temas parecen no perder el rumbo trazado por el autor que en cada historia nos habla de esos “dibujos animados” que son sus personajes: entes habitando, desarrollando y estancándose en una irrealidad tragicómica, donde el autor es el único ser de carne y hueso, espectador sarcástico y burlón que revela y desbarata las distintas fantasías de sus alter egos desperdigados en cada trama.
Hay constancia en el tema audiovisual (cine, televisión) como si el libro funcionara además de texto literario como argumentos de cortometrajes que exponen ciertos lados aterradores de la humanidad, pero que no se estancan en el mero terror sino que incorporan el sarcasmo, la ironía y un humor negro sutil de trasfondo que los vuelve necesarios de consumir.
El autor narrador recorre muchos de los cuentos, ya sea como un escritor, “mandarina”, cronista de cine, aunque se abstiene de ser un eyaculador precoz o joven enamorada, a quines prefiere contar sus vidas mal dibujadas y jugar –y por ende explorar- sus psicologías: así el galán despreciado de telenovela intenta ser un don nadie ante el repudio colectivo; el cinéfilo obsesivo que busca un refugio irreal entre una pantalla ante el sofocamiento de lo real; el eyaculador precoz que ante su no compatibilidad con mujeres encuentra en la homosexualidad estabilidad emocional y sexual; y, esa obsesión por hacer del amor un pecado, donde solo débiles personajes logran estancarse. Por ejemplo: “Soy asquerosamente feliz. Voy a dejarla” (Pág. 69). También cuando reafirma: “...me gusta sentir que no tengo nada, que mi existencia es tan vacía como una taza de café después del desayuno” (Pág. 70).
Pero el amor –aún siendo atentatorio- convive en muchos de los personajes, quienes con o sin él intentan darle un correcto orden al desplome de sus vidas, porque en ellos también convive la soledad, el silencio y la desesperación por esa irrealidad que los vuelve más frágiles en sus catástrofes individuales y necesitan esa “otra fuerza” -que solo el vínculo amoroso puede darles- para seguir. Así no es extraño oír (leer) de uno de ellos: “...va a marcharse como lo hizo hace diez segundos, mientras yo pensaba en esta escena sin música de fondo o de superficie” (Pág. 41).
Cuando trata el tema de la homosexualidad lo hace mediante una figura acertada que nos da a conocer la psicología trastocada del personaje masculino: “dibujó con la yema de su dedo dos círculos encima de sus pechos y un triángulo espeso bajo su cintura” (Pág. 48). A ratos se vuelve muy Saramago (como en el cuento Recados en la máquina, donde una especie de alter ego cobra vida e intenta organizar la existencia de uno de sus personajes) pero en casi toda la colección es una voz auténtica la que acompaña a estos Dibujos animados.
Un libro interesante tanto por los argumentos que el autor expone como la técnica en los diálogos: la negación de comas entre ellos y que no dificulta en ningún momento el reconocimiento de las voces de los personajes. Tal y como lo asegura una de las solapas del libro al decir que Andrade es una de las nuevas voces ecuatorianas de la narrativa, concordamos en ello, puesto que este segundo libro de cuentos confirma que estamos ante un escritor que sabe hacer y desarrolla a cabalidad su trabajo literario.