El MACC Cine en Manta es ya una realidad para quienes necesitábamos un espacio para espectar cine no tan comercial. Se ha podido apreciar largometrajes interesantes de Europa, Latinoamérica y sobre todo de Ecuador, porque ahora en adelante la producción nacional podrá ser vista y comentada con más continuidad.
Pero como no todo gira en torno a esta nueva sala de cine, nos refugiamos –porque somos dos: el flaco anónimo que recorre calles y el flaco cronista que se sienta frente a una máquina- junto a otros filmes, para contemplar a las “estrellitas” inmersas en el arte de siempre: el de multitudes, multimillonarios, múltiples premios, directores conocidos y reconocidos a nivel internacional y un larguisísimo etcétera.
El presente año ofrece títulos que exigen expectación y análisis para lograr una valoración directa con la obra, y en esas nos sumergimos, sin traje de baño y con hartas ganas de nadar (solo por temporada) en ese mar de tramas, actuaciones y propuestas.
Diamantes sangrientos: el precio de la esclavitud
Que películas traten temas en torno a masacres y guerras civiles ya no es extraño para muchos, pero que se lo haga con la intensidad de una excelente trama, con impecables actuaciones, eso sí es diferente. Diamantes sangrientos (2006) de Edwar Zwick, es un largometraje que nos acerca a tres lecturas o apreciaciones dentro de un contexto en conflicto como lo era Sierra Leona (África) en 1999 –a penas nueve años atrás-, donde la fiebre por la obtención de diamantes era causa suficiente para esclavizar y matar. Allí un traficante de diamantes, Doroban (interpretado sobresalientemente por Leonardo Di Caprio); un pescador, Salomón (Djimon Hounsou, sin duda una actuación bien lograda); y, una periodista, Maddy (Jennier Connelly), nos dan tres registros diferentes del país en conflicto.
Film impactante, de ritmo acelerado como para que la expectación no decaiga, puesto que cada cuadro y fotografía reafirma la idea del director: el abuso del poder en medio de una población cuya posibilidad de sobrevivir es incierta.
Infiltrados: los laberintos inagotables
Martín Scorpse es toda una empresa y autoridad en materia cinematográfica, es así que con este antecedente nos acercamos a su film Infiltrados (2006), película que a muchos dejará con ganas de espectar otras obras de este director que logra un trabajo sobresaliente donde policías y traficantes no solo traicionan sus papeles, sino que se interna en cada uno de los personajes hasta enfrentarlos a sí mismos desde los laberintos existenciales a los que se ven arrastrados.
Con un reparto de lo mejor que va desde el veterano Jack Nicolson hasta Leonardo Di Caprio (que logra una interpretación excelente, tal y como en el film anterior), el director presenta un trabajo acelerado –el género así lo exige- de cuadro llenos de acción, intriga y una enfermiza historia donde los infiltrados optan estar con los buenos y con los malos, a costa de no ir en la línea en la que han sido formados.
Película intensa, de final desquiciante, que nos enfrenta a esa otra realidad violenta (corrupta y sangrienta) que habita junto a nosotros y no la vemos –o intentamos no hacerlo, ni darle importancia- porque no la soportaríamos.
Scoop: humor negro a borbotones
Scoop (2006) escrita y dirigida por Woody Allen es una comedia tan a lo Allen que si no se aprecia el humor negro de este director poco o nada se logrará degustar este largometraje un tanto apacible, eso sí, y no tan provocador como otros filmes del mismo director.
Historia absurda, de fantasmas, periodistas principiantes, magos desencantados, millonarios asesinos, muertos navegando en medio de la nada y una trama por demás divertida que a ratos tiende a decaer por lo predecible –por los acontecimientos obvios-; y no es solo el hecho de que el director se burle –así descaradamente- de la sociedad inglesa de señoras encopetadas y ricachones tan limpios que a la larga se sospecha la podredumbre que ocultan; sino que haga de todo esto una historia de asesinos en serie cuyo único propósito es el propósito de un obsesivo periodista muerto que aún desea la fama, aunque sea desde ese “otro lugar” no tan siniestro, si no más bien tedioso.
Quizás la actuación de Scarlett Johansson (en el papel de Sondra) no sea la mejor de esta actriz –que ya demostró un excelente trabajo en Mach Point, dirigida también por el mismo director- pero logra una extraña –ojo con eso- combinación junto a Allen (en el papel de Sid), que torna la trama digerible y, desde luego, más cuando es de humor que está compuesta en su raíz.
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