domingo, 31 de agosto de 2014

La violencia heredada




“Un pez solitario” del grupo teatral La Trinchera retrata a la sociedad ecuatoriana desde dos francos: la aceptación del machismo como símbolo hereditario y varonil, y la espectacularidad de hechos violentos dentro de un marco institucionalizado. Así la prepotencia, el alcoholismo, la agresividad verbal y física logran un cuerpo aceptado desde la moral católica.

Por ello sus personajes no son más que títeres dentro de un ambiente “natural” donde la amenaza, agresión, sentencia y muerte contra ese “objeto” poseído llamado mujer, logran un espacio adecuado desde la manipulación mediática sometida.  

El histrionismo de Freddy Reyes aporta substancialmente al desarrollo de los personajes asumidos, desde el sombrío machista-alcohólico-criminal, hasta el homofóico-comediante-estrambótico presentador de televisión.

“El sentido de la utilidad, sin las consecuencias morales”, afirma el presentador del reality show, y es esta la sentencia para que un crimen no sea valorado desde su condición sangrienta sino desde algo aberrante cuya afinidad es el espectáculo desde una pantalla en la comodidad del hogar.

Y así el personaje-espectro femenino victimizado deja en claro que “Dejar de ser mujer para ser una imagen sin historia” desde un show que ha elevado la violencia como ese algo canonizado en la sociedad.

sábado, 30 de agosto de 2014

Vengar al padre, esa es la cuestión

Foto tomada de http://www.casafestival.org.uk/es/festival/casa-2013/casa-2013-shows/hamlet-de-los-andes/



Esta versión libre de la obra de Shakespeare, ahonda en elementos donde el andinismo se representa desde el lenguaje quechua boliviano, hasta en esa mixtura moderna donde el cachacascán y el rock denotan parte de la cultura popular.

Pero más allá de estos elementos, predominan símbolos como el canibalismo inicial de Hamlet engullendo a su padre, el agua como tortura y pureza sobre los personajes, de la mesa como objeto de sacrificio y concepción, la puerta como escape reiterativo del pasado y de ingreso al presente fantasmagórico. 

Rituales como el luto, el alcohol para invocar un olvido que no llega, y la venganza persistente que se difumina, dotan a la obra de una fuerza incontenible en su puesta en escena. 

Devorar al padre por amor y odio. Vengar al padre por amor y odio. Delatar a un tío asesino. Cuestionar a una madre débil. Expurgar el dolor y con ello la posesión de un malditismo de caos e insania. Esa es la cuestión.

viernes, 29 de agosto de 2014

Hamlet de Los Andes

Foto tomada de http://esoquellamamosteatro.blogspot.com/
Hamlet, de Los Andes del grupo boliviano Teatro de Los Andes, fue un excelente inicio del XXVII Festival de Teatro de Manta, que empezó ayer jueves en el Chusig (teatro insigne de la ciudad).

Una obra que versiona libremente la obra de Shakespeare, donde elementos pertenecientes a la cultura popular boliviana se juntan en su cuerpo dramático.

Foto tomada de http://www.festivaldemanizales.com/article/hamlet
Un análisis al respecto de lo visto ayer aparece mañana en El Diario, mientras los dejo con un fragmento de la obra y un análisis que me acaba de enviar la crítica literaria Rut Román, espectadora de la obra.



XXVII Festival de Teatro Manta, 2014
Hamlet de los Andes

Por Rut Román

Arrancó la edición XXVII del Festival Internacional de Teatro Manta, 2014.  Este encuentro, que enorgullece a Manta y al Ecuador,  está abierto al público hasta el 5 de septiembre y  se realiza gracias a la pasión y tenacidad de Nixon García y Rocío Reyes directores del grupo La Trinchera de Manta y el auspicio de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.
La noche de apertura del Festival se presentó el grupo Teatro de los Andes con una versión libre del texto shakespereano Hamlet.  Quiero iniciar esta breve reseña apuntando varios de los logros de esta arriesgada puesta en escena. Shakespeare como todos sabemos es, uno  pilar incuestionable de la cutlura occidental, universalizada a través de eficaces políticas culturales eurocentristas y jerarquizantes.  Esta revisita al vate de Avon desde los Andes bolivianos es un gesto profundamente descolonizador y asertivo.  El texto de Diego Aramburo, junto con la creación y puesta en escena colectiva del Teatro de los Andes, desestabliza con irreverente pasión la centralidad de las jerarquías culturales eurocentristas. Las magníficas actuaciones de Gonzalo Callejas, Alice Guimaraes y Lucas Achirico honran la voz siempre viva de Shakespeare. 

Desde los Andes bolivianos este colectivo teatral ofrece una apropiación ínitma del poeta inglés del siglo XVII.  Hamlet de los Andes conmueve por su verdad, porque no miente ni imposta las pasiones retratadas: corrupción, locura,  poder y muerte; bajo una perspectiva andina del siglo XXI.  

La lectura que el grupo Teatro de los Andes ha realizado del texto canónico shakesperano es impecable.  Las soluciones escénicas son atrevidamente creativas como lo es la escena en la que Hamlet, esperanzado en el efecto catártico del teatro, decide representar el asesinato del padre para provocar que Laertes se revele como el fratricida que es. Esta escena originalmete presentada como un duelo de esgrima se resuelve en un round de catch as can entre cholitas bolivianas o lucha libre, a la mejor usanza de la cutlura pop andina de Bolivia. Así también la dramatización de una masculinidad cruzada por el alcoholismo,  la corrupción y la violencia se resuelve sugestivamente con la magnífica escenografía de Gonzalo Callejas.

La puesta de casi dos horas resulta brevísima por el nivel actoral de todo el elenco, la intensidad y la pertinencia de la musicalización con instrumentos andinos de Lucas Achirico, la iluminación y el vestuario. 

Conmueve, sobre todo, la recurrencia del agua como símbolo ofeliano.  La constante presencia del agua aku, com leit motiv andino-ofeliano es llevado al clímax en el parlamento final cuando, junto con Shakespeare, Alice/Ofelia enumera las maneras en que una mujer se ahoga: se ahoga en sus propas lágrimas; se ahoga junto con las emociones silenciadas; en este momento se ahoga  bajo la mano de quien la sofoca. El arquetipo de la muchacha ahogada, tema favorito de la poesía isabelina y la pintura prerrafaelista, toma escena en sugestivos juegos de simbología andina. Ofelia, la muchacha que se ahoga encarnada por Alice Guimaraes, se ahoga, literalmente, en un vaso de agua; en este caso un valde de agua.  Estas y otras soluciones poéticas, simbólicas logran un espactáculo teatral de primer orden, de esos que Manta disfruta gracias al tesón de Nixon García y Rocío Reyes. De otro modo tendríamos que viajar a Sucre, Bolivia o hacia algún otro Encuentro Internacional para verlo. Gracias La Tinchera, gracias Teatro de los Andes, anoche fue una noche ¡espectacular!.

Enhorabuena por estos éxitos que marcan sus sendos aniversarios.


Manta, 29 de Agosto, 2014 

martes, 26 de agosto de 2014

Los libros que no debí leer

Imagen tomada de http://pinturaspablogallo.blogspot.com/p/relecturas-2009-2010.html



Siempre leo libros de los que me arrepiento, de los que quisiera escribir pestes para ver si su autor no vuelve a cometer la imprudencia de publicar. Siempre me detengo a tiempo, porque si ya otros lo han hecho, si ya otros, tal vez peores en su tiempo, peores ahora, continúan publicando y siendo el centro de atracción desde sus círculos, para qué molestarme por cinco o diez autores que han elegido continuar este “legado” que los hará feliz en su ciudad y quizás, si logran tener excelentes relaciones sociales, en su provincia.

Siempre leo libros que en principio no quise leer, pero que caí en sus páginas solo para confirmar por qué no debía hacerlo. Sí, a veces en medio del prejuicio desbordante me he encontrado con libros que merecieron otra oportunidad, que salvaron su pellejo. Pero también están los libros que solo sepultaron mi falsa esperanza en ellos.

Libros de amigos. Libros de autores con quienes he compartido y suelo convivir durante horas en bares. Libros de autores con quienes converso más de lo debido. Libros de autores a los que he ayudado en determinado momento. Libros de autores que siempre sugerí cosas relacionadas a la previa publicación. Libros de autores que hubiese querido editar, que me hubiese gustado salvar de su condición fantasmagórica. Libros de autores que prefirieron publicar a toda costa y entrar al círculo de los llamados “escritores” (de esos que cargan tarjetas y hacen oficios reiteradamente con aquel “título”).  

Y de todos aquellos libros que no debí leer, sea por su diseño de portada, por la diagramación, por la errada distribución de los espacios internos y externos, por el abuso de lugares comunes y por muchos otros elementos divorciados del ámbito de la edición literaria, me atreví a leerlos, me atreví porque cuando llegase el momento indicado (dentro de un bar y sin cámaras para figuretear) conversaría de todos aquellos puntos que jamás se desarrollaron en estos intentos de cuentos-novela-poema. En esos intentos de creación literaria que solo llegaron a feto sin su respectivo ciclo de gestación.  

domingo, 3 de agosto de 2014

Dedicar un libro: diatribas de la “inspiración”




I
A mi compadre. Por haber estado ahí: en los momentos caóticos mientras me consumía frente a un teclado. A él este libro. A él cada verso construido con dolor. A él porque me enseñó que en la vida y en la literatura solo hay un paso y los he dado todos. A él, a sus consejos, a sus palabras. A él, porque mediante su voz sobrevivió la mía.

II
A Noemí, la única, la elegida, la que respiró a mi lado, la que en cada amanecida contempló el despertar de mis palabras. A ella estos versos que no intentan retratar el amor, porque el amor (a través de la experiencia) hemos sido nosotros. A ella, a sus abrazos. A ella por haber transpirado miles de horas junto a mis poros. A ella por las aventuras, por los caminos recorridos y por recorrer.

III
A mis padres, por cada arrullo, protección, por hacer de los momentos de infancia una burbuja ideal, por aparecer en los cuadros del crecimiento, por haber pagado cada sueño hasta la independencia.

IV
A Rigoberto, mi mejor amigo, mi hermano de sangre, a quien le debo la vida. A él por cada espaldarazo, por haber leído cada uno de mis manuscritos, por haber creído en cada párrafo. A él estas páginas cargadas de amistad.

V
A Capitán, por haber ladrado tantos días a mi lado, por haber velado mis sueños, por darme la tranquilidad que el barrio no ha podido darme. A su fidelidad canina, a sus paseos que me fueron enseñando que la vida desde cuatro patas también es maravillosa.

VI
A Sedal, porque en la marca sobrevivió el impulso de cada limpieza. Porque después de eliminar la caspa sentí que las palabras eran lo único que deseaba que invadiera mi cabeza. 

VII
A Panchito, el busetero de la línea 6, a sus recorridos acelerados, porque en cada viaje vi la realidad de la ciudad. Contemplé un “paraíso” capaz de “inspirarme”.    

VIII
A mis profesores de literatura porque si jamás me hubieran enseñado el sufrimiento de Dolores Veintimilla jamás hubiera sabido lo que es poesía.

IX
A doña Martita, porque en su territorio descubrí una humanidad sincera y chocante, una humanidad de diálogos sensatos y absurdos, una humanidad clave para calcarla, una humanidad detenida por horas, sentada por horas, atiborrada por horas de un tiempo alucinado.  

X
Al amor, porque de él me embriagué, porque escribí a través de él los versos “más hermosos” de mi vida.  

XI
A Dios, porque su mano se posó en la mía. Porque gracias a sus bondades he escrito a su nombre.

XII
A mis alumnos, porque cada una de sus historias se volvieron los puntos de partida para historias más ambiciosas.

XIII
A mi biblioteca, porque en las historias ajenas encontré un sendero para continuar en solitario.

XIV
A la quinceañera que me dejó con las ilusiones moribundas.

XV
A mi ciudad, porque en sus calles, su playa, sus barrios, sus mercados, su centro comercial encontré la “inspiración” total para escribir.