viernes, 16 de noviembre de 2007

Acerca del ganador del primer lugar de novela corta "Medardo Ángel Silva"




Cuando se apuesta por el talento de los amigos -más allá de la amistad, desde luego-, se lo hace porque se cree que existe ese "algo" capaz de remover suposiciones y promover confirmaciones. Cuando se abrió la convocatoria del concurso de novela corta "Medardo Ángel Silva", el primero en quién pensé fue en Marco y sus dos novelas inéditas, que amablemente me las había enviado por mail y correo postal para que leyese y opinase de ellas.
Hace poco me acaba de escribir que gracias al dato del concurso que le pasé ha obtenido el primer lugar (imagino su rostro cuando recibió la llamada que le anunció la posición que había ocupado su obra) con su novela titulada El enemigo necesario.
Así es grato compartir -extraoficialmente- que Marco Martínez Zúñiga (Guayaquil, 1979) ha obtenido el primer lugar en el concurso nacional de novela corta "Medardo Ángel Silva".
El autor es, además de ser el vocalista de la banda Abismo Eterno y ex-vocalista de Misterio, un lector voraz y de cuidado (según los rumores del bajo mundo: un pateador empedernido de libros). Algunos de sus relatos se han publicado en mi revista rock poética Marfuz y en la prensa manabita, sin dejar de lado este blog.
La foto que acompaña esta pequeña nota data de hace algunos años, cuando estaba más pelado y pelón.
Felicitaciones a Marco por este logro y como decía (no se si aún vive) el poeta mantense Pedro Gil en uno de sus versos "hay cosas más hermosas que morir".

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Naturaleza, armonía y localidad en la obra poética de Horacio Hidrovo Peñaherrera




Entre la lluvia cae una hoja que hace un segundo era nueva.
La había inventado la luz, llegaba de lejos,
de los primeros bosques inmemoriales
que llenaron todo el planeta.
Gira la hoja y cae en la alcantarilla sedienta
para que el mar la absorba y la desintegre.
Y un día vuelva a la luz y regrese a ser hoja y vuele
bajo otra lluvia que ha de resonar
dentro de muchos siglos.
José Emilio Pacheco

Si pretendiésemos hablar de la obra de un poeta manabita, cuyas características en su poética han sido elementos locales y naturales -interminable materia prima-, todos encaminados a su valoración y conservación, con el repetitivo discurso de la paz, ese sin duda sería el santanense Horacio Hidrovo Peñaherrera.
Cuarenta años escribiendo poesía solo nos pueden remitir a una obra sólida en cuanto a una línea definida, pero más que eso a la perduración de un canto hacia la naturaleza, la generación de un mundo pacífico, el interés por salvaguardar -aunque más bien se trate de sensibilizar- a la niñez y juventud del horror de las guerras, enaltecer el amor como sentimiento de cambio y sobre todo de conservar en la memoria y perdurar en la palabra a su Manabí.
Para comprender su obra habría que identificar el escenario natural de sus primeros años de vida, el contexto social y político en el que se desarrolla y forma su concepción del mundo, y la convicción y compromisos con las causas humanas a los que arriba en su madurez de poeta.
Sus libros mantienen objetivos específicos que no claudican en ningún momento de sus ideales; lo reiterativo toma fuerza en sus propósitos de trasmisión de ideas, así su recurrencia al lugar común es adrede, porque la conexión directa con el lector es una notoria preocupación en él.

Lo local como eje temático inacabable
El autor es un localista. Le canta a cada lugar, recuerdo y habitante de su tierra: Manabí. No duda en preservar mediante la poesía a sus amores, familia, amigos, vecinos, desconocidos (pero que rondan su espacio) y cada uno de los sitios que además de recorrer ha consumido hasta convertirlos parte de sí.
Es un poeta que desde el principio comprendió que los registros de su tierra pesan sobre los registros de otras tierras que no se apegan a su realidad, así lo que menos podemos hallar en su obra es una distorsión de lo real, de las acciones diarias de la gente que lo rodea, de las actividades implícitas que como poeta capta y atrapa para convertir en versos.
Sus poemas son un testimonio afianzado a la propagación de su espacio vital: Santa Ana (cantón donde lo rural prevalece ante el lento desarrollo urbano), pero también Portoviejo y Manta, ciudades a quienes ha escrito descubriendo rincones desapercibidos por quienes marchan atrapados en el acelerado trajinar de este siglo.
Manabí es su poesía y fuente de vida. Ha poetizado desde sus montañas hasta el desconocido vendedor de esquina. Enaltecido el valor de los pueblos diminutos dentro de esta provincia ante el deshumanismo e individualismo generado en las ciudades en desarrollo, aquello que le enferma y hostiga, logrando cada vez que su poesía vuelva a hacerse de los mismos elementos naturales y humanistas que representan su obra.


Elementos naturales vivificando su obra
La naturaleza es el material con el que el autor ha elaborado casi toda su poesía, los elementos que la habitan (árboles, hierba, montañas, ríos, pájaros, mariposas, caracoles, frutas, etc.) esencia de su estética. Sus versos describen y protegen su círculo natural, lo vivifican en cada verso para perdurarlos, pero además para significar la importancia que tienen dentro de su conservación.
Su poesía brota de las cosas sencillas que lo continúan rodeando desde la niñez y adolescencia, por ello no es de asombrar que sus libros y títulos de poemas nos remitan a formas y vidas naturales. La Montaña, es una de sus obras que expone explícitamente -desde el inicio- su preocupación por la preservación del estado natural de zonas rurales. Y es que la ruralidad, más que un inacabable temario, se vuelve en él un estricto y obligado círculo del que aún no ha conseguido explotar en su totalidad: siempre faltará algún insecto que escape a ser convertido en poema para librarlo de la extinción.

La Paz: un canto para todos los tiempos
Desde sus primeros libros podemos identificar una línea específica que aboga por un mundo libre de conflictos bélicos, proponiendo hermandad y confraternidad entre habitantes de pueblos, ciudades, países y continentes (aunque la historia nos recuerde como cicatriz aún abierta que en la práctica es casi imposible lograr tal anhelo); lo que en los últimos tiempos se ha conocido como la cultura de la paz, a lo que Hidrovo es un convencido -y no se cansa al pretender convencer al lector- de que las sociedades funcionan mejor en armonía, sin el recurso de la violencia atentando en la retaguardia y clandestinidad.
Pero ¿es casual que el poeta nos hable de estos temas? ¿funcionaron sus poemas en sus días de publicación? ¿lo hacen en este tiempo de caos, terror, fanatismo y corrupción?. Es cierto que la poesía no cambia nada: no es decreto constitucional, fórmula revolucionaria, grupo subversivo, o medicina contra las desdichas humanas; solo son palabras, combinaciones silábicas, oraciones y versos capaces de sensibilizar a quien se refugie en ellos, de compartir ideas hasta reproducirlas, ¿qué cambios podrían provocar en humanos en formación?.
No en vano el poeta ha dedicado su vida a escribir en pro de la paz, recurriendo al lenguaje directo, ideas concretas y mensajes perdurables. Siempre ha pensado en ese lector aún no contaminado por las ciudades (niños), por sus frivolidades, individualismo y depredación instantánea. Y esto es fácil entender en sus primeros poemarios Los pájaros son hijos del viento y Manzanas para los niños del mundo, donde el contexto (década del setenta, grupos hippies, lemas como amor y paz, etc.) lo sitúan a construir una obra que no pierde el hilo conductor en ningún momento -en ambos libros se repite la urgente necesidad de enseñar y vivir en paz- y que sostiene un discurso hasta en la actualidad perdurable.

El amor, un lugar común e infaltable
Así como la paz es un tema presente en la obra de Hidrovo, también lo es el amor, pero no solo el dirigido a la persona del otro sexo y complemento de vida si no a familiares, amigos y todo aquel ser cercano que ha hecho más placentero eso que el autor ha titulado acertadamente La maravillosa sensación de vivir o Vivir en amor (dos de sus poemarios).
Se vuelve un lugar común porque está presente en toda su obra, es infaltable y repetitivo, pero justificado: el poeta acude a él con embeleso y experiencia, porque el amor se vive y sufre, se crea y destruye con los años, perdurando solo el recuerdo que en algún momento pasará del sentimiento interno a la transformación externa: poesía.
Sus poemas no hacen más que volver una y otra vez al círculo eterno del amor, porque allí se regocija su autor, enalteciéndolo, extrayendo de él todo su potencial para explayarse en su poesía. Entonces los elementos naturales, los ideales y la carga emocional se juntan hasta lograr acertados versos que no caen en la sensiblería, porque a la larga el amor deja de volverse sensiblero y pasa a convertirse en el emblema más idóneo para quienes han elegido ser sus representantes.

Itinerario de viaje en su poesía
Hidrovo ha sido un “caminante” (usando una de sus palabras preferidas), ha recorrido el mundo y registrado en su poesía cada uno de los lugares donde se ha negado a ejercer el papel de turista y optado por el de transeúnte solitario para compenetrase en las ciudades que lo han acogido, conocerlas desde sus entrañas y no mediante postales. Su obra es un itinerario de viaje que no pierde en ningún momento sus características, ni falta en el uso de sus elementos poéticos.
A pesar del recorrido logrado no renuncia a sus raíces, porque siempre tras los pomposos parques, estatuas de mármol, naciones desarrolladas, vuelve al pueblo de Santa Ana para contemplar sus montañas y ríos; a pasear entre las tumultuosas calles de Portoviejo y bajo árboles de tamarindo ver nuevos ocasos; a contemplar el mar y las gaviotas de Manta. Siempre vuelve a su círculo de vida donde la poesía no encuentra estancamiento.


martes, 6 de noviembre de 2007

Bebiendo de este humor




Augusto Rodríguez y Miguel Antonio Chávez juntaron sus intereses de promotores culturales para seleccionar poemas y relatos de lo que se ha titulado Antología del humor, donde constan veintinueve autores ecuatorianos: poetas y narradores de la vieja guardia y contemporáneos.
Esta antología aparece gracias a la iniciativa -y sobre todo auspicio- de la Alianza Francesa de Guayaquil que anteriormente ha publicado otras antologías (de poesía la del 2006).
Como todo trabajo antológico, donde la selección de los autores parte del gusto y sobre todo de los criterios que se hayan propuesto los responsables, no todos los autores nacionales fueron tomados en cuenta para participar en este proyecto; quizás si faltan algunos poetas y narradores que escriben a partir de un humor negro exquisito; sin embargo esto no minimiza la iniciativa y constante trabajo de Augusto y Miguel para llevar adelante esta clase de propuestas dentro del país.
No faltarán detractores (forma parte de la publicación y distribución de un texto) que cuestionen la selección de quienes conforman esta antología o muestra poética y narrativa donde se aprecia, si no todo, por lo menos una considerable parte de autores que manejan el humor (o la sátira, la parodia, o el infaltable humor negro) en su literatura.

Cangrejos y poesía desde Naranjal, una mezcla alucinante





El Primer encuentro de poesía joven ecuatoriana Naranjal 2007, se desarrolló sin mayor novedad, no todos los convocados llegaron hasta este cantón de la provincia del Guayas, pero quienes tuvimos la oportunidad de viajar (y soportar las casi interminables horas metidos en uno o dos buses que nos llevaran hasta la “tierra del cangrejo y banano”, como se la suele reconocer) lo hicimos con la consigna de, además de leer nuestras obras, ser parte de este inusual e inaugural evento que la Casa de la Cultura extensión Naranjal (Rafael e Irene, excelentes anfitriones) se arriesgó a organizar.

La llegada de los poetas
El encuentro se realizó los días viernes 2 y sábado 3 de noviembre. Sin banda de guerra, menos agrupación de metal aguardando la llegada de alguien, los poetas de Quito, Guayaquil, Manta, Cuenca, Riobamba y Loja fueron llegando de a poco. Algunos en gajo, otros solanos; unos desde el primer día, otros en el segundo.
El primer reconocimiento fue del espacio al que habían sido convocados: un cantón pequeño, tranquilo y de gastronomía enloquecedora.

Los poetas y la prensa radial
Como parte de la programación, los escritores estuvieron invitados a dos radios locales para dar a conocer lo que horas posteriores se desarrollaría, además de aclarar todas las inquietudes que los entrevistadores tenían en torno a la poesía y la creación individual de los poetas (algunas preguntas ingenuas, otras chocantes, pero todas divertidas en el fondo).
Así se cumplió con parte de la agenda que se exigía a los convocados, el efecto sin duda, fue un asistencia de público que en ningún momento demostró quedar decepcionada de los invitados.

La lectura de los poetas

La primera lectura se desarrolló por la noche. Un público conformado por autoridades del cantón y estudiantes, sin olvidar a los poetas invitados, se congregaron en la sala comunitaria de la iglesia local. Allí los invitados leyeron sus obras (publicadas e inéditas) a un público a cada momento interesado en las creaciones individuales y en lo que representaba el momento de tener reunido a escritores que en conjunto son parte de la actual poesía de Ecuador.
Se trató de una primera lectura extensa que inició a las ocho de la noche y terminó aproximadamente a las diez. Dos horas de poesía y charla con el público, que no perdió la oportunidad de hacer firmar los ejemplares obsequiados del libro memoria del festival.

Segunda y tercera lectura de los poetas
Las dos lecturas posteriores (una a las once de la mañana y la otra a las cinco de la tarde) se hicieron en escenarios abiertos, lo que brindó la posibilidad de que público no necesariamente interesado en la poesía, espectara y fuera parte de su consumo.
Los poetas cumplieron con su tarea de leer y, en varios casos, atrapar a los oyentes de Naranjal, que encontraron en las distintas temáticas abordadas por los autores, una aproximación de lo que actualmente se hace -escribe- en el país, desde sus distintas ciudades.

Los poetas se retiran
Culminadas las tres lecturas programadas, la mayor parte de los poetas emprendieron la retirada a sus respectivas ciudades. Agotados por los dos días intensos de poesía y camaradería, de paseos dentro de la ciudad, de consumirla desesperadamente, pero sobre todo de haber dejado en muchos de los asistentes los residuos –aún en este momento- rebotando (entre sus recuerdos o quizás pesadillas) de sus poemas: gritos fraguados en cada uno de los silencios personales que se expusieron durante tres momentos.

¿Alguien extrañará a los poetas?

...

Las fotos del encuentro deberán esperar hasta que se animen los fotógrafos en enviarlas por mail.