jueves, 22 de septiembre de 2011

Ojos de perro azul # 2



Qué saludable que los autores, a veces ante las puertas cerradas de los diarios y medios especializados, vayan asumiendo con responsabilidad y persistencia la creación de revistas literarias, donde nuevas voces empiecen a darse a conocer dentro de un contexto cada vez más saturado por escritorcillos de pantalla.



Cristian López, es un joven poeta que tiene claro a dónde desea llegar, cuáles con sus alcances y sus limitaciones dentro de un medio como el nuestro, donde cada apuesta cultural es una puesta económica que no regresa.

Bien por este segundo número de Ojos de perro azul, revista que además de contener creación literaria acierta con artículos necesario en la comprensión de la historia literaria del país. Ojalá las ganas y los recursos no se le agoten a su editor.

martes, 20 de septiembre de 2011

Ernesto Intriago: “Me apoyo en el humor como pretexto y catapulta”


A Ernesto Intriago lo conozco hace rato, desde antes que pisara el terreno y aulas universitarias, desde que su poema en torno a su hermana Karla se construía sin saberlo, desde que sus primeros poemas se publicaban cada domingo en la prensa local, desde que su padre lo llamó poeta y luego Pedro Gil lo bautizara del todo.
Este año apareció su segundo poemario -
Dedicadencia- y es un trabajo que demuestra su madurez e intenso trabajo por legar una poesía representativa, no solo de Manabí, si no del país.
A propósito de una de las recientes presentaciones de su poemario, mantuvimos un diálogo ameno (aunque un poco serio para el humor que derrocha desde su poética) necesario para todos aquellos que deseen conocer desde el fondo a este autor.


Sin duda entre tu primer poemario y este Dedicadencia se evidencia mayor madurez poética ¿cuál fue el proceso creativo aplicado?
El Taller Literario Soledumbre entró en una etapa de “avanzada” como lo denominó el director del taller Pedro Gil, a partir de esto, asumí, asumimos todos, el compromiso con la palabra y lo que conlleva avanzar en el proceso, ir en búsqueda de la voz lírica, detenerse a reflejarse y darse cuenta que el reflejo es auténtico y no una fotocopia de otro disfrazada de uno. Nuevas lecturas, críticas más sesudas, la idea de que afuera esperan lectores y lectores.




Ernesto el "poeta galán"

El juego de palabras y el humor han sido una constante en tu poética ¿intrínseca manifestación de repudiar la realidad?
Sí, y ayuda la duda, el constante cuestionamiento de lo establecido. En algún momento hay que transgredir la norma, irrespetar las reglas, rebasar los límites de la gramática solo de la gramática, me apoyo en el humor como pretexto y catapulta, hay que virar la tortilla de la realidad, para que no asuste. Aclaro que la gramática y el buen uso del lenguaje es la bandera del escritor, pero si mi vecino dice ‘lo juimo’ por ‘vámonos’ prefiero que un verso diga ‘lo juimo quedito’ que ‘vámonos en silencio’. No escribo para los matemáticos del lenguaje. Repudio a quienes repudian lo que no se debe ni puede repudiar.

¿Consideras que la poesía actual mantiene un discurso unificado? ¿eres parte del mismo?
Los que estamos en este tiempo, ahora, en esta vida, respondemos a nuestro entorno, desde allí pueden coincidir los discursos, desde esos referentes parte mi poética. Sin embargo no soy parte de ningún discurso ni intento serlo, si a otros poetas les va bien, digo les va bien siendo invitados a encuentros de escritores en otros países, recibiendo reconocimientos, premios, publicaciones cada seis meses a partir de un discurso unificado o temas puntuales donde gira la poesía, entonces ya entiendo por dónde va la cosa poética del país, aún así no me alienaría, como no se alienan ni alinean otros escritores contemporáneos que también mantienen sus discursos.

El doble sentido en los versos abre la posibilidad de múltiples lecturas en los poemas ¿estos elementos fueron planeados en su escritura?
Surge desde la palabra misma, la riqueza del idioma que me permite crear el verso de lecturas múltiples, tiene toda la intención del caso, mas no fue planeado, así hablo, por lo tanto así escribo.



Ernesto junto a dos de sus hermanos


Todo poeta, aunque no lo admita, escribe para un nicho de lectores ¿cuál sería el tuyo?
Escribo para mí, para algunos y para nadie, como Vicente Aleixandre: “Para todos los que no me leen, para los que no se cuidan de mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren)”. No escribo para ningún nicho porque no pertenezco a ningún nicho.

Dedicadencia va más allá de las simples dedicatorias ¿qué tenías en mente cuando titulaste este trabajo?
“La última vez que dedico un poema”. Eso tenía en mente, lo subtitulé “La última Dedicatoria”, de allí el título. Los poemas de este libro no surgieron “para” sino “por” las personas que aparecen en él, es a la vez una gratitud. Hay que ser grato. Hubieron dedicatorias que desaparecieron, a veces hay que ser ingrato, aunque duela al desagradecido y al ‘inagradecido’, este libro también tiene algo de desgraciado.

Uno de los poemas más emotivos que encuentro es Lindo era ser tu hermana ¿cuánto pesa lo biográfico en tu poética? ¿es cierto que uno siempre regresa al núcleo familiar para poetizar su vida?
Este libro tiene mucho de mi familia, no regresé a ella para poetizar mi vida, todo lo contrario, es mi punto de partida, ese es un gran peso emocional. Todo poema parte de un motivo, por ende tiene emociones. El poema al que haces referencia es mi favorito, lo dediqué a mi hermana favorita, de mis cuatro hermanos solo a dos no nombro en el libro, ya les llegará su hora. Somos seis, por lo tanto sacando bien las cuentas, sólo tengo una hermana… a la vez ella conmigo tuvo la hermana que no tuvo, desde allí quise escribir el poema, es una afrenta al machismo si se quiere, es esa transgresión a la que me refería anteriormente. Es sin duda el poema más conmovedor que he escrito porque con ella viví los ratos más tristes y felices de mi infancia, adolescencia y juventud, mi hermana es una mujer muy valiente, no me pondría en sus zapatos, solo me puse sus zapatos para verla feliz.

Eres de Manta, sin embargo en La tarde llega tarde y acongojada rindes una especie de tributo a la ciudad que te acoge: Portoviejo ¿es así como vez a esta urbe, como una caricatura en constante renovación?
‘La tarde llega tarde y acongojada’ es repudio puro a quienes mantienen en letargo a esta ciudad, políticos, y algunos periodistas radiales, gentes que se creen dueños de Portoviejo. Esta sátira al Canto a Portoviejo tal vez me haga ver como un mal portovejense, pero responde al momento, Vicente Amador Flor no hubiera escrito los versos que escribió si viviera en esta época, por mucho que se ame a una ciudad, creo.

Hay que reconocer que como poeta estás construyendo una obra interesante, este segundo poemario reafirma este compromiso con las palabras ¿qué debe esperar el lector de parte de Ernesto Intriago?
‘Lo que venga –broder–, lo que venga’. Ya sabré afrentarlo. El compromiso sigue.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Un libro que busca problemas




¿Qué hacemos cuando nos pesa lo moralista, lo ético y lo “bueno”? ¿Qué hacemos cuando los impulsos naturales de la carne, invocados a gritos, son sofocados por la frustración?.

Carne tierna y otros platos es un libro que busca problemas al prejuicio, al machismo estentóreo y lineal existente. Su propuesta va contra corriente: provocando las historias de finales felices, desencantando con reiteración cada propósito carnal, donde el amor es de ultimátum, recreado con desesperación, aniquilado antes del fin. Y el sexo, aquel del cliché inolvidable, bestial, desenfrenado, sofocante y aliviador, jamás llega a ser en su totalidad.

Es un libro problema porque sus personajes (femeninos, próximos a un feminismo complicado) nos demuestran desde sus diálogos, acciones, escenas tonificadoras y también apabullantes que en el amor persiste el desencanto, la flacidez de los encuentros desapasionados, las pasiones truncadas, un todo caótico arrastrándose en un silencio atronador.

Estos personajes tienen claro su objetivo: no seguir la tradición pacata que el sistema y sociedad moralista continúa imponiendo desde sus distintos escenarios. Estos personajes saben defenderse, exigir, desmoronar cuanto sueño imposible aparezca en el camino. Estos personajes reclaman amor, pero en el proceso de obtenerlo, degüellan sin compasión alguna la esperanza deslumbrante que toda mentira contiene.

Por ello atinan a compartirnos sus secretos de cama: “Nano se derrumba a los tres y aguantándose a los ocho minutos” (Polvo de gallo). “Impresionó su rapidez para dejarme en piel, el primero que no se atora en los gafetes del sostén. Pensaba mientras me aplastaba su pecho: este tipo promete. Abracé esa inmensa carne blanda, blanca y pecosa, esperé el debut de su miembro en mi noche de aniversario. Sentí dedos, sentí lengua, seguí esperando” (Noche de aniversario). “Tana lo sintió pequeño, pensó hacerlo cambiar de postura, subir para que le toque el punto, se lo iba a decir cuando vio la mueca acentuándole las arrugas y un largo jadeo anunció que la función había terminado” (La última gota de un cínico). “(…) claro prefirió chuparme porque no logra una erección” (Amor humo).

Secretos narrados desde la impotencia, desde la exigencia de algo mejor y duradero, de ese algo “varonil” que satisfaga, que aplaque el hambre de carne, una carne libidinosa que se cansó de la decepción.

Y es que la carne, como elemento continuado en esta obra, aparece desde dos francos: la primera latiendo por otra, buscando perforar y ser perforada; la segunda apareciendo entre los dientes de un comensal y desmembrada en el hocico de un perro hambriento. Así lo genital y lo nutritivo, dentro de las tramas, encuentra asidero. Tanto en ese yo femenino hiriente, sin vergüenza, que nos dice desde el fondo que quiere y puede atreverse a más, acabar con la hipocresía y rituales sexuales a los que se ve agobiada. Como el que a través de sus monólogos interiores nos descubre el odio incontenible a la normatividad, o a lo que creemos es lo “correcto” dentro de un machismo increíble, por obtuso.

En este Carne tierna todos buscan la posesión: estar y ser engullidos por alguien; perdurar más allá de los cuartos, de una fiesta popular, en medio de un basurero, dentro de un bus, junto a ávidos y desfachatados comensales. La voz narrativa, múltiple en sus situaciones, idéntica en sus necesidades, se impone. Colérica avanza ante los amantes “flojos”, los traicionados por el orgullo sin erectar, los que aferrados al vicio del tabaquismo no reconocen su decadencia, los aniquilados por la voracidad de su carne no complacida.

Si hasta ahora, lectores, no hallaron el libro problema, el desmitificador, el hiriente, el de secretos a voces, el negado a callar por la sumisión irracional que persiste en algunas débiles, pues éste es el LIBRO. Una obra, a la que su autora, sin duda, le legó toda su dureza.