Si algo le quita el sueño a un editor es la espera de ver materializado
un libro por el que ha apostado. Ese texto que ha leído varias veces desde su
estado embrionario. El que ha visto crecer y también reducirse en páginas. Esa
historia con la que ha soñado y recuerda cada vez en cualquier reunión. Ese sueño
que no llega y que lo desvela.
Culoflaco se titula el motivo de mis noches de párpados sin cerrar. Una novela
que desde el primer borrador me dijo mucho de una ciudad, de sus personajes, de
la historia desenfrenada que se vive. Todo en ella, a través de su ritmo
acelerado, me impactó desde la primera lectura.
Han pasado casi cinco años desde que me llegó la primera versión (a
inicios de este año me llegó la tercera) y desde entonces he intentado
publicarla, primero con un sello universitario, luego sirviendo de “agente
literario” buscando que otro sello ecuatoriano quisiera apostar por ella. Todos
mis esfuerzos fueron en vano.
Pero el que no se haya publicado “formalmente” no ha evitado que su
autor, Marco Martínez Zúñiga (Guayaquil, 1979), la haya hecho circular a nivel
nacional y a ciertos autores. Motivado porque su primera obra, El enemigo necesario, encontró lectores
y lo puso en el mapa de los narradores nacionales (aunque ha preferido moverse
en el under, sobre todo con el proyecto comic editorial La Matemango).
En 2018, espero retomar el sueño y la tranquilidad de saber que aquel
manuscrito que se ha leído más de tres veces, que se ha comentado a muchos
allegados, que se ha prestado al círculo de amigos…vea la luz, y con ello se
cumpla un anhelo.
¿Cómo abordar el asesinato de un padre? ¿Cómo superar el trauma de una
muerte violenta? ¿Cómo recuperar la memoria de ese padre? ¿Cómo recuperarse a sí
mismo en un ejercicio difícil de asimilar? ¿Cómo estar más allá de la ira y la impotencia
ante el arrebatamiento de alguien amado?
En Revoluciones cubanas en Marte (UArtes ediciones, 2017) de Ernesto Carrión
(Guayaquil, 1977) habita una poesía que es en primer momento un acercamiento
biográfico a un hecho lamentable: el asesinato de alguien, un alguien que fuepadre. Un alguien que vivió una vida intensa y llena de excesos. Un alguien que,
para otros, representó una simple víctima.
Se trata de un poemario difícil (visto desde a fuera) de concebir:
luchar contra un hecho violento; reconstruirlo en el imaginario de un escenario
que embiste por todos lados; ir al mismo ritmo de días acelerados y
autodestructivos; volverse espectador de un recorrido funesto.
Pero más allá de la muerte de un padre, está la relación que esa muerte
ha provocado con la voz poética, una que contextualiza a ese padre, que lo ubica
ideológicamente, que lo aterriza en un país y continente lleno de
desapariciones, cargado de choque, infestado de una violencia atroz.
Una obra que no solo mira/habla/odia/estremece desde la calle, sino
desde la familia.
Bien están los muertos y los vivos.
Los asesinos y sus víctimas aquí en la Tierra.
Todos entrelazados por el pecado y el brazo descuartizado
del amor brillando bajo el rabo de una luna hecha un canguro. (p. 25)
El efecto de una lengua incendiada como una lámpara definitiva saboreando
ese puñado de alcohol y de ceniza que fue la única verdad que conociste. (p.
53)
Padre disfrazado de realidad, pero profundamente libre.
Padre disfrazado de la libertad, pero peladamente solo
y maniatado. (p. 54)
Disolviéndote de círculo en círculo
de
vaso en vaso (p. 56)
Padre irreal: dime qué cosa fue la felicidad dentro de tu casa,
deshabitada por ti mismo. (p. 62)
Y ahora combustión planeada: escribir tu muerte al lado de mi vida. O reescribir
tu vida al lado de mi muerte. (p. 83)
Morir es aparecer. Dejar de una buena vez lo que desaparece. (p. 91)
Un día sin escribir es difícil, pero llegar a varios años, puede
resultar algo traumático para cualquiera que haya decidido (aunque todo esté en
contra) dedicarse a la escritura como una forma de ganarse la vida. Sí, este
anhelo en nuestro contexto resulta una utopía: nadie, hasta donde conozco, vive
de lo que escribe y le publican.
Con dos artículos en revistas, un derecho de autor paupérrimo por
constar en alguna antología, y quizás (y esto si es que se ha tenido excelente
relaciones públicas y nexos apropiados, y por supuesto, talento) un contrato
para un libro donde haya regalías… el escenario será desalentador para
cualquiera que busque vivir de la escritura literaria.
Por eso cuando supe de Mike Noonan, del lujo que se da al no poder
escribir nada nuevo durante cuatro años, luchando contra ese bloqueo que no
buscó. Cuando pienso en él, me divierte hacer una comparación con nuestro contexto:
lo que es ser un escritor bloqueado en un país desarrollado (y sí, no importa
que se trate de un personaje) y uno de un país como el nuestro, donde solo los
novelistas y cuentistas son tomados en serio, un país de poetas y cientos de
seudos poetas pululando en cada ciudad.
Noonan tuvo un plan b, previniendo si algún día se quedaba seco de
historias (cuatro novelas debidamente escritas, resguardadas e inéditas)
mientras que en nuestro caso ¿cómo se sobrellevaría esta sequedad? ¿cuándo se
lograría tener una producción inédita aguardando salvar el pellejo? ¿en qué
momento, mientras se asume los oficios de la sobrevivencia, se escribirían
todos estos refuerzos?
Muchos escriben. Escriben y reescriben. Reescriben, borran y vuelven a
escribir. Pero también, estos mismos escritores lidian con trabajos y familia,
luchan por tener un trabajo que les dé estabilidad económica, o que por lo
menos les permita tener algo de tiempo para continuar escribiendo.
Escritores de dramas
reales, cuyos fantasmas que los asechan son el hambre y la decepción: entes
aterradores para cualquiera que pretenda vivir de lo que escribe y alcanza a
publicar.
Mi hija me ha preguntado por quinta vez que por qué le he traído más libros y no un nuevo regalo. Me lo ha dicho porque he venido con un cartón lleno de libros, los que ella (y sospecho que también mi esposa e hijo) quisiera verlos convertidos en algo más interesante.
II
Cuando mi hija me pregunta por qué la casa parece biblioteca y no una casa "normal", le digo que todo esto (señalando los alrededores llenos de papel) le pertenece, que son el mejor regalo que un padre chiro puede ofrecer: un hogar sitiado por autores que me han marcado y que espero algún día le agraden.
III
"La ruina del vientre sacudido fue el poemario que publicó en homenaje a los caídos en el 16A", le dice mi esposa a una de sus amigas que ha cogido un ejemplar de una repisa. Un libro con mucho dolor, me dijo ella, después de leerlo. "Chichí" (así llama a los payasos), repite mi hija al ver la portada donde aparece un cuadro de Seraquive.
IV
"Por qué no te pagan con dinero y no con libros", es el reclamo de mi esposa. Uno que ha venido repitiéndose con frecuencia.
V
Un poemario. Un ensayo en un libro argentino. Algunos poemas en muestras/antologías/panorámicas de España y Ecuador. Entrevistas. Co-autor de un libro académico. Poemas en revistas. Tres prólogos. Co-organizador de un encuentro de literatura. Editor de un nuevo sello editorial. Participación en cuatro ferias de libros. Lecturas. Corrector y editor de cuarenta libros académicos. Libros.
VI
Alguien debe limpiar el polvo de tantos libros. Hace poco decidí que cada fin de semana le dedicaría a librar del polvo a todos mis tesoros. Han pasado algunos meses desde que vi una fina capa de suciedad que ha cogido cuerpo y estorba la pulcritud del entorno.
VII
Antes me desesperaba cuando tras publicar un nuevo libro veía muchos ejemplares amontonados en la casa. Hoy, Manta ha empezado a constar en el mapa de actividades literarias del país, y los autores (docenas de ellos) han empezado a llegar. En su regreso los acompaña mi obra.
VIII
Libros en la sala. En el cuarto. Debajo de la cama. Junto a juguetes. Simulando adornos. A lado del maquillaje. Estorbando cerca del espejo. Libros erigiéndose en torres cada vez más grandes. Libros apretujados en repisas. Libros.
Para quienes estamos de una u otra forma relacionados
con la edición de libros en Ecuador, ha sido satisfactorio saber que el sector
de los editores independientes se encuentra organizado, con una presencia cada
vez mayor en ferias de libros, tanto nacionales como internacionales.
Con catálogos cada vez más interesantes y sumando a
autores que han despuntado dentro y fuera del país y apoyando a otro grupo que
empieza a sonar con fuerza.
La creación de la Asociación de Editoresindependientes de Ecuador, ha sido, también, un paso importante para una mejor
organización de quienes se encontraban desarrollando sus actividades
aisladamente, sobre todo en lo que respecta a la presencia en feria de libros.
Editores y proyectos editoriales a los cuales no hay
que perderles el rastro. Sobre todo, porque en el 2017 han dejado títulos que
dan cuenta de su labor editorial. Por aquí una lista (incompleta) de varios de
los sellos que empiezan a posicionarse en el país.
Foto tomada de http://eslamoda.com/razones-por-las-que-deberias-enamorarte-de-una-mujer-que-lee
Solo los dementes lo hacen, porque ¿Quién en sus
cabales no está con la masa, expectante de dar algunos pasos? ¿Quién se niega a
compartir la ira de estar de pie durante cientos de minutos? ¿Quién reniega de
la seriedad de los rostros? ¿Quién ignora las conversaciones entre gente
desconocida? ¿Quién no desea ver a su vecino o vecina de fila? ¿Quién rechaza
el odio hacia los cajeros?
Algo raro pasa cada vez que alguien prefiere tener sus
ojos sobre las páginas de un objeto que evade la realidad. Un objeto que extrae
sonrisas mientras el resto no encuentra ninguna gracia al estar de pie durante
mucho tiempo. Un objeto insultante para los demás, porque atrae a su portador a
un espacio ajeno a lo que sucede a su alrededor.
Cuando veo a un lector o lectora en la fila de un
banco. Cuando sonríe, con la mirada baja, concentrado. Cuando cambia con fervor
las páginas. Cuando saca de algún sitio oculto, un esfero para subrayar páginas.
Entiendo que los libros aún tienen la esperanza de sobrevivir. Que un grupo “friki”
siguen existiendo y pululando en lugares subyugantes como un banco.
Porque ¿Quién en sus cabales no llevaría un libro? ¿Quién
se entregaría al vacío alrededor de rostros y expresiones deprimentes? ¿Quién?
Nunca el cerco del colegio fue un reto para nosotros:
dibujos animados de un centro público, siempre escapando de las aulas que en
retroceso nos detenían en sus distintos prejuicios.
Ese colegio populoso de la ciudad, antro de aulas sucias y
paredes carcomidas. Un vejestorio que después del 16A ya no existe.
Es raro recordar sus murallas, las historias de la gallada,
sus minúsculos y turbulentos dramas de violencia, donde lo disfuncional era parte
de su engranaje vital. Un palpitar incontenible de tragedias reducidas que
llevaban a cuesta. Alegatos de la desesperanza, de un negarse al futuro, porque
el presente era lo único que importaba: aquel caótico desarrollo que sofocaba
la existencia.
Siempre el colegio, esa prisión de la que se escapaba con
frecuencia. Esa entidad de imposiciones. Ese altar de veneraciones mediocres.
Una trampa, de la que contrariamente, nos sentíamos orgullosos de pertenecer, o
mejor aún, de volverla una excusa para encontrarnos y labrar un presente
desalentador.
Por ello las fugas a un Murciélago de ambiente alucinado, de
agua loca, tabacos e historias para desvariar sobre la vida y sus atentados. En
ese torbellino, en esa ciudad lorenza de arrebatos y daño auto infringido
crecí.
En un colegio donde las malas compañías fueron en realidad
una escuela dentro de la escuela. Un callejón para recorrerlo aceleradamente y
feliz, porque solo el ahora significaba la respuesta inmediata de defensa.
Tarde
Pero ¿Por qué hablar en tono personal? Porque en Mientras llega la lluvia (Ediciones
anónimas, 2017) de Edison Paucar, existe una historia a la que el lector más
emotivo queda preso. Un drama donde es casi imposible dejar de conectarse con
el pasado, con los años de juventud, con todo el tumulto inédito en ese
momento. Un pasado al que siempre se regresa como triunfo personal.
Así, los personajes de la novela tienen problemas, cada uno
más intenso que el otro, todos desde sus individualismos sufren, y todos están
enlazados en la misma trama. Pascal, Panchito, Roa, Roxana, Pericles, Pedro,
entre otros, dan cuenta de sus anhelos y filias. De los arrepentimientos, de
ideales a medio cumplir, de un odio que van alimentando con voracidad.
Una madre alcohólica, un padre que deja el hábito por el
amor y el deseo, un hermano acuchillado, un hijo bastardo, un conserje
desangrándose, un colegio tomado, padres de familia arrepentidos. Una amalgama
de situaciones que logran en esta novela volverla un amasijo de micro historias
que perturban y entretienen desde el morbo más normalizado.
Quito, diría uno de los personajes, “culebra de dos cabezas
que se alargan en cada extremo” (p. 45) es el escenario. Una urbe maldita para
personajes que se borran y se escriben a cada momento.
Por ello Mientras
llega la lluvia, no solo es la historia de un grupo de estudiantes
colegiales, de profesores y padres de familia, también es la historia que
refleja un círculo de melancolía, donde yacen espectros con voz y acciones,
avanzando hacia lo desconocido de un presente que en cada momento asfixia.
Noche
En la oscuridad me espiaba junto a una radio desbarata de
tanto uso. Junto a la voz de un locutor que extendía el rito hasta la
madrugada. En ese ambiente un adolescente invocaba y expurgaba sus demonios
personales. Una voz, que contrariamente, no decía palabra alguna, conversaba
con cada una de las distintas, absurdas y tristes actividades del día.
Madrugada
Mamá y papá dejaron de estar juntos. El alcohol llegó para
quedarse y trastornarme algunos años. Docenas de amores a medio camino. Libros
viejos que testimonian mis pensamientos de aquel tiempo. Anhelos congelados en
un espacio que visito frecuentemente.
Cuando llega la lluvia, en su ensordecedor ritmo, pienso en
todas las horas abandonadas en un colegio, junto a otros estudiantes con
quienes compartimos la fuga de un espacio y del tiempo. La lluvia para
recordarme que el pasado es un demente con navaja en mano que abre surcos para
dejar fluir toda la bilis del ayer.
En esa oscuridad también tracé una ruta donde el dolor fue
un espectro del cual nunca exorcicé.
(Texto leído en la presentación de la novela Mientras llega la lluvia de Edison Paucar, realizada en Manta, el 1 de diciembre de 2017, en La Caverna)
Satan is real me dice Kreator desde la pantalla. Una alucinada
propuesta donde el diablo existe, vigila, acecha, se entromete y hace daño.
Toda una historia donde la maldad no se encuentra en seres mitológicos y
fantásticos, sino en las personas, en todos aquellos que vemos, con quienes hablamos
e interactuamos. La maldad en toda su esencia brutal e intimidante.
Una maldad manifiesta en un sinfín de actividades
atroces: 1) Un rifle de alto alcance sobre miles de espectadores. 2) Un ojo
acechante sobre niñas que juegan solas en un parque público. 3) Un taxi
engullendo a una joven descuidada y vomitándola en el basurero de la ciudad. 4)
Manos apretando el cuello de una esposa que ya no gritará. 5) Botas descargando
la ira acumulada de años sobre alguien más. 6) Cabezas rotas en las calles por
gritar libertad. 7) Un dorso exigiendo su cabeza para ser reconocido. 8) Un
hombre que flota sobre un río, solitario en su descomposición. 9) Un auto
embistiendo a cientos de peatones porque su conductor era alérgico a la
felicidad ajena. 10) Un misil esperando su oportunidad para despegar y detonar
sobre un territorio hostil.
La maldad que crece en silencio. La maldad que es
una fiesta bulliciosa y descontrolada. La maldad que como imán atrae a
simpatizantes. La maldad sorpresiva. Siempre la maldad entonada en un coro
salvaje que danza en su fiesta macabra.
Y aunque Kreator, continuando desde su Satan is real, me muestra una estética
donde satán es el culpable de todo acto malévolo de la humanidad, habita otra
historia, aquella donde el hombre es enemigo del hombre. Donde la maldad es un
ejercicio de poder constante y justificado.
En este contexto aparece El origen del mal y otros poemas de Carlos Coello García. Un libro
donde la maldad recorre una línea histórica desde el origen y permanencia del cristianismo.
Una obra donde la rebeldía es el punto inicial de origen del mal. Aquí, en estas
páginas conviven seres increíbles, torturadores y torturados, arrepentidos y
castigadores que se satisfacen con cada una de sus acciones.
En estas historias, una voz/espectador, recorre
pasajes donde el dolor es el lenguaje común. Una mirada que describe el
suplicio de otros, de todos aquellos a quien el miedo del castigo desconocido
nunca fue un alegato para el cambio.
Pero esta obra y su fábula encierra un mensaje más
interesante, el discurso y crítica a una sociedad saturada de atrocidades,
donde los valores heridos y pasados de moda han dado paso a unos antivalores
que dañan y reproducen los miles de situaciones embadurnadas de maldad.
Una poesía cruenta en sus figuras, que desde una
alegoría bíblica invita al lector a rectificarse en su maldad explícita y cada
vez más espectacular desde una pantalla.
Kreator me sigue cantando que satán es el culpable,
que satán se apodera de los cuerpos y se ejercita infringiendo sus más bajos
deleites. Que la sangre es su vino. Que los cuerpos humanos son solo marionetas
a las cuales se debe hacer sufrir.
Mientras sigo en estas páginas, donde el origen del
mal se refleja más allá de lo sobrenatural, donde la maldad está latente en ser
descubierta cada día en la información de un noticiero sin censura.
La I Feria del libro Macas 2017 resultó un hito en la ciudad, primero porque se trata de la primera edición, segundo porque reunió a un contado pero selecto grupo de editores universitarios e independientes, y tercero porque acercó tanto a autores locales como a nacionales. Dos días de una intensa agenda (el 31 de octubre y 1 de noviembre) que tuvo presentaciones de libros, conversatorios, lecturas, proyección de documental y confraternización.
Una mirada a Macas desde el hotel .
La CCE núcleo Morona Santiago y Sur Editorial hicieron posible llevar a la ciudad libros de muchos de los autores representativos del país. Una feria que fue, por lo menos así lo pude testimoniar, seguida por estudiantes y ciudadanos de la urbe.
Previo conversatorio en la mesa de Rock y literatura, compartida con Luis Fernando Fonseca, periodista musical y cultural del diario ecuatoriano El Telégrafo.
Y, aunque para mí representó una odisea de muchas horas de viaje (con trasbordo y esperas) para llegar y regresar a mi ciudad, me queda la satisfacción de haber sido parte de este evento histórico para Macas y para quienes latimos al son de los libros y sus actividades.
Libros, música y obsequios traídos de Macas.
Felicidades a los organizadores, abrazo a todos con quienes compartí horas de conversaciones sobre temas que siempre serán de interés: creación, edición, libros, ferias...
Dos días antes de la realización del Papagayo K, junto a Yuly y Diana, coordinando las responsabilidades.
Lo que empezó como un simple sueño de tres amigos terminó en el encuentro literario Papagayo K, en homenaje al poeta mantense Hugo Mayo y que reunió a voces de la lírica y narrativa nacional y local.
Esa noche, después de una lectura en un bar de Manta, Yuli me dijo "qué tal si hacemos todos los meses una actividad, puedo conseguir el hospedaje y la alimentación". Sí, por qué no. Poner a Manta en el circuito nacional de encuentros literarios, que los poetas, narradores y ensayistas que consideremos vengan a la ciudad, la conozcan y la honren con las actividades programadas, le dije.
Desde el principio fue un sueño algo borroso, pero con los días y semanas cobraría cuerpo y voz, una capaz de hacerse escuchar en los rincones de la urbe y el país. Papagayo K lo llamamos, por el poema de mayo. Papagayo K, por lo raro que sonaba. Papagayo K, por el colorido implícito. Papagayo K, una marca que hasta ahora, pasadas las semanas, sigue retumbando.
Yuly entrevistando a Samy (mi hijo) quien estuvo siempre cerca de la organización.
Nadie nos dijo que entre tres podríamos subirnos al hombro un encuentro. Nadie nos advirtió que la logística desgasta. Nadie nos gritó que estábamos locos. Nadie nos decepcionó. Nadie, nada. Por eso fuimos un equipo orquesta que hizo de todo, que le robó tiempo a sus trabajos, familia, ocio. Por eso nos pelamos la cara solicitando auspicio a todo el mundo (reconociendo que no todos los que se desagarran las vestiduras en nombre de la cultura, apuestan verdaderamente por ella).
Joselo Márquez, terminando de diseñar la portada del cuadernillo Papagayo K, muestra poética de Hugo Mayo.
Ya Yuly y Diana (lo dije en el cierre: sin ellas no hubiese sido posible todo) desde otros espacios lo han dicho: en realidad tuvimos el apoyo de muchos amigos y amigas artistas, gente que no cobró ni un centavo, que se puso la camiseta del encuentro, que se comprometió igual que nosotros por lograr si no algo perfecto, satisfactorio, que dijese que en Manta también se pueden hacer cosas que dejen huella.
Diana Zavala, descansando después de haber pegado full afiches y repartido cientos de programas.
Este conjunto de fotos es mi mirada como parte de la organización. Desde la logística (responsabilidades para cada uno) la promoción (recorriendo la ciudad pegando afiches y repartiendo la programación. Realizando los cortos) la difusión (entrevistas para medios televisivos, escritos y digitales) la construcción del cuadernillo y un largo etcétera.
Yuliana Marcillo, dando entrevista para el noticiero provincial Manavisión.
Si algo nos queda de este 2017, dentro del contexto cultural y literario local, es la realización del Papagayo K, la idea que nació en un bar, la excusa para vivir una fiesta donde reunimos a escritores, actores, músicos, pintores. La idea que aún por estos días sigue madurando y pensando que en 2018 las cosas será mejores.
Hugo Mayo en Manta, 1984, tras ser reconocido como Doctor Honoris Causa por la ULEAM.
A Hugo Mayo lo conozco recién en mi etapa de universitario, allá en el año 2000, cuando pasaba de lecturas típicas -y creo necesarias para todo joven desorientado en lo que lee- del romanticismo y modernismo. Me lo presentaron en el taller literario al que ingresé, y luego en el proyecto editorial universitario en el que años después me integré.
Obra del artista Freddy Fiallos "Dadá".
En la oficina de la editorial pude leer las primeras ediciones de Chamarasca y El zaguán de aluminio. Una poesía distinta a lo que había leído hasta entonces. Desconectado de una ciudad plagada de poetas que le cantaban (y le cantan) al amor y cotidianidades vacías. Mayo era otra cosa.
Y aunque me gustaría decir que en Manta, su ciudad natal mas no de residencia, no se lo ha recordado y homenajeado como se debiera, recuerdo que sí se lo ha hecho: en 1984 la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí lo reconoció como Doctor Honoris Causa. El Gad Manta adecentó un pasaje en el centro de la urbe al que llamó Pasaje hermanos Egas Miranda, donde consta una estatua de Mayo (a la cual pocos o casi nadie conoce, porque no tiene ni placa con el nombre). El grupo teatral La Trinchera puso en escena el monólogo El zaguán de aluminio en torno a la obra del poeta. Existe un barrio en la ciudad que lleva su nombre. Y más reciente el colectivo local Recuperemos Manta lo ha pintado en tres murales en distintos espacios.
Más allá de lo anterior, la figura y presencia de Hugo Mayo es mínima. Ignorado en escuelas y colegios, no se diga en la universidad. Su obra poética a penas es conocida por un selecto y reducido grupo de lectores. No circulan sus libros (o por lo menos la acertada publicación de la CCE con su poesía reunida) y sus poemas son una rareza de encontrar.
Con este telón de fondo, junto a un grupo de amigos locales (gestores culturales, les dicen) decidimos organizar el primer encuentro literario que fuese en su honor, que le dijese a todos los interesados y amantes de la literatura, que bajo el cobijo de Mayo se expondrían presentaciones de libros, lecturas, conversatorios, monólogos, artes plásticas y demás... que se reuniría a un grupo de autores nacionales destacados en sus áreas. Papagayo K, encuentro literario, lo llamamos.
Han sido meses de preparación, de tocar muchas puertas para el apoyo económico y logístico. Quienes nos han dado la mano entendieron la importancia de traer de vuelta a uno de los poetas símbolos de la ciudad. Nos hemos gastado recorriendo calles, tecleando oficios, y un sinnúmero de actividades nada saludables. Pero no nos quejamos, esta primera fiesta literaria, aún sin empezar, ya late en nosotros.
Nuestro anhelo es institucionalizar el encuentro, que anualmente octubre sea la fiesta de Mayo. Aunque nuestro proyecto va más allá: incluye publicaciones, talleres de lecturas, camisetas, más murales en la ciudad. Que todos conozcan a Mayo, que sientan el vibrar de sus versos tal y como nosotros lo hemos sentido.
Imagen tomada de http://abdullahsameer.com/blog/reliance-of-hadith/
Las
siguientes preguntas fueron formuladas a propósito de la investigación sobre la
edición literaria en Manabí. Preguntas que han servido para dar una mirada a
nivel local. Nada que no haya dicho. Nada que no sea verdad. Gracias a XimenaMurillo Zambrano por hacerme poner, una vez más, el dedo en la llaga de una
herida que no quiere sanar.
Realice una descripción
de la actividad en la Provincia de Manabí.
La
actividad editorial en Manabí aún es incipiente e invisibilizada. Me explico:
no existen proyectos editoriales que se hayan mantenido y que hayan posicionado
del todo a sus autores. Si bien es cierto, la Casa de la Cultura de Manabí, en
su momento publicó obras de autores que lograron el reconocimiento a nivel
nacional, este proyecto editorial no prosperó. En Manta, sellos como Editorial
Mar Abierto, que en su primera etapa se enfocó en temas literarios, apoyando y
promocionando a escritores locales en un contexto nacional, tampoco logró
desarrollarse y posicionarse completamente.
Esta
falta de posicionamiento de sellos editoriales, teniendo como panorámica que
los sellos editoriales en Manabí no existen como tales, solo se han creado
esporádicos y coyunturales proyectos de autores-editores cuyo fin ha sido
publicarse a sí mismo o a círculos de autores ligados por la amistad. Esto ha
influido en que los autores manabitas no hayan logrado una mejor exposición a
nivel nacional. Y quienes lo han hecho ha sido por su propia cuenta.
¿En la provincia de
Manabí, hay un organismo que se preocupe por llevar un control de la producción
editorial?
No
existe. Salvo las universidades, mediante sus unidades o departamentos de
publicaciones que se encargan de registrar sus propias publicaciones.
¿Cuáles son las
características del perfil de producción editorial que se presenta a nivel de la provincia de Manabí?
Hay
dos tendencias: los autores primerizos al no tener conocimientos de procesos
editoriales acuden directamente a una imprenta, desde ahí se “crea” su libro,
que se reproduce en un promedio de 500 a 1000 ejemplares. Libros que muchas de
las veces no poseen registro ISBN, lo que hace que a los ojos de un organismo
de seguimiento como es la Cámara ecuatoriana del libro, el autor no exista.
Mientras
que en el caso de los autores con algo de experiencia buscan a editores
independientes o sellos independientes con quienes poder desarrollar procesos
de edición, esto es: corrección de manuscrito, diagramación, diseño de portada,
corrección de pruebas, registros legales e impresión. Una que se hace acorde al
mercado que se pretende llegar, con tirajes que promedian de 300 a 500
ejemplares.
Por
lo que he visto en mis años de experiencia las obras literarias que más se
publican en Manabí, corresponden al género de la poesía. Esto porque estamos en
un medio donde cualquiera que borronee versos se autocalifica de poeta, sumado
a ello una ausencia de crítica literaria, lo que merma en que todos sean
catalogados de genios literarios. El resultado de todo esto es una producción
descontrolada de libros que pocos o nadie recuerda.
¿Cuál es el
comportamiento acumulado de la producción editorial literaria en la provincia de Manabí?
Al
no existir una cultura de edición, muchos de los libros que en un contexto
local han sido “best seller” (por su rápida comercialización) en un contexto
nacional no existen. Esto responde a un problema muy básico: los autores han
publicado libros que no existen en los registros legales.
Pero
si es de enfocarnos en un ejemplo de modelo editorial hasta la fecha mejor desarrollada,
aunque no continuado, este sería Editorial Mar Abierto, con un catálogo de
publicaciones enfocado en la literatura en géneros como poesía, narrativa,
novela y ensayo. Con más de 150 títulos en su catálogo, supo llegar incluso
hasta a cadenas de librerías de alto impacto en el país.
¿Qué estrategias
considera necesarias para fomentar el interés por la producción editorial en la
provincia de Manabí?
Primero
que se entienda que el proceso de un libro no termina con su publicación, sino
que esta es solo una etapa más. Después de ello viene la difusión, distribución
y socialización mediante un sin número de actividades que deben tener relación
con la obra: sea desde la misma presentación oficial, la generación de juicios
críticos en medios de comunicación especializados, entrevistas con el autor
para conocer más de la obra, reseñas en revistas literarias tanto físicas como
digitales, conversatorios y demás.
Y
sobre todo, no estancarse a nivel provincial, pensar siempre en que el libro
debe recorrer el contexto nacional.
¿Cuáles son las causas que limitan la producción editorial literaria
en provincia de Manabí?
El
creer que cualquiera puede ser editor. El pretender crear proyectos editoriales
que no van a ningún lado, esto es porque carecen de un concepto claro,
políticas editoriales, y sobre todo no hay un enfoque de a dónde se quiere llegar
con las obras a publicar, y menos el nicho de lectores a cubrir.
Además
que el sistema de comercialización es mínimo en la provincia, sino se cuenta
con una adecuada estrategia de exhibición y venta, los proyectos editoriales no
continúan.
El síndrome del
gato lleno (Tinta Ácida, 2017) de Alberto Vélez (Cuenca, 1962), es
un libro para salir del área de confort, que analiza, describe, detalla y
ofrece solución a una multiplicidad de problemas que, en el día a día, pasan
desapercibidos. Problemas que han sido aceptados dentro de una sociedad
machista y desbordante de sumisión.
Un libro-consejo,
bifurcado en testimonios y un análisis sociológico mesurado, que pega y sacude,
que entra afiladamente y va cortando cada rodaja de un excesivo conformismo
acumulado.
Un libro-consejo,
donde la filosofía se vuelve una herramienta para entender y valorar, a la vida
en sus bifurcaciones calamitosas.
Un libro-consejo,
no apto para los amantes de gatos, sino para quienes buscan, desde la
comparación felina, un choque con la realidad, una radiografía sincera y
divertida de cómo nos vemos, de cómo el mundo no gira a nuestro alrededor, de
cómo la vida es mucho más que un autoritarismo ciego y ególatra.
Un libro-consejo,
pero recargado de luz: una cegadora fuerza comprimida en palabras, que calan
desde un positivismo del que es imposible escapar.