jueves, 28 de abril de 2011

Mayarí Granda, no detiene su marcha literaria



La poeta quiteña Mayarí Granda Luna, mediante su banda y editora Decapitados, informa la reciente publicación de sus dos nuevas obras poéticas. La primera el poemario Sangre en las manos, que además recoge una selección de sus anteriores obras. El segundo Poetas suicidas del Ecuador, una recopilación que da a conocer a los poetas ecuatorianos que se aferraron a la muerte.

Estas publicaciones denotan el compromiso que tanto Decapitados, en sus representantes Mayarí Granda y Juan Carlos Hurtado, han desarrollado y mantenido al fusionar metal y poesía, logrando atraer a la literatura ecuatoriana a muchos nuevos metaleros.

La presentación oficial se hará el 21 de mayo en la tienda Cry Baby Tatoo, a las 4 de la tarde. Estén todos atentos.



domingo, 24 de abril de 2011

Fotograma # 5



No se puede negar que Fotograma lidera a las publicaciones periódicas especializadas de cine en Ecuador, esta quinta edición -superable por el rediseño logrado y la mixtura de sus contenidos- es la confirmación. Un medio que cada vez demuestra una mayor madurez de parte de su editor y el entendimiento y determinación que cumple su medio en pro del análisis y difusión del cine ecuatoriano y de los cinéfilos a los que va dirigido.

Este número (que ha superado sus páginas) sobresale por su ensayo Aproximación a una estética del cine fantástico, la entrevista al guionista argentino Marcelo Vernengo, entre otros. Sin olvidar aquel enfoque al cine ecuatoriano, y los varios análisis críticos en torno al cine comercial y no comercial.

Un medio al que una simple reseña no sirve para entenderla en su totalidad y propuesta, porque para ello la mejor opción es acudir a sus puntos de distribución y hacerse de un ejemplar: verdadera y única forma de asimilar el aporte que Fotograma, edición tras edición, va ganando en nuestro país.

miércoles, 20 de abril de 2011

Miss o'ginia




Fernando Escobar Páez (Quito, 1983) es un escritor radical, sin censura de por medio que retenga la naturalidad y excesos que proyectan sus historias, donde lo marginal y extremo se conjugan enloquecidamente; donde lo “anormal” es lo normal dentro de un contexto abarrotado de personajes desencantados por la vida y su maquillaje, porque lo de ellos (esos seres del underground) es ver, consumir y alucinar la realidad desde su desparpajo cotidiano.

Historias que podrían llevar el ridículo título de “enfermas” no lo son, porque Escobar retrata, con originalidad y furia, un panorama agresivo donde la belleza, el amor, y la felicidad se encuentran en un pase, un palo, una ebriedad inacabable, una dependencia estentórea, todo dentro de una tóxica combinación donde el sexo y las relaciones sociales son apenas excusas para que la voz narrativa -alter ego maquinalmente exagerado- subsista ante sí misma.

Miss o'ginia (libro de relatos próximo a publicarse) es una obra que reivindica (antes de que críticos y escritores pacatos la sepulten) el trabajo de Escobar, un autor que ha sabido conjugar perfectamente su vida destructiva a favor de la literatura. Y lo mejor de todo es que no ha recurrido a poses para que su obra destaque.

Comparto uno de los relatos que gentilmente el autor envío para que formaran parte de una publicación académica y de creación literaria manabita.






El Chifa


Por Fernando Escobar Páez


Yo nunca había sido muy bueno para defecar. Lo hacía dos veces por semana y me dolía mucho, pero desde mi relación con Gaby empecé a cagar como caballo. No es su culpa, sé que ella tiene buenas intenciones al comprar comida saludable con demasiada frecuencia. Se siente tan bien eso de andar con los intestinos livianitos, y sin manchas de sangre en el orto, pero mi regeneración estomacal tiene un alto precio: el olorcito con el que lleno el baño de nuestro departamento. Y eso por no hablar del desagradable sonido que produce la fricción de mi plasta al resbalar por mis nalgas e impactar contra el agua.

Me siento culpable, así que decido buscar otro sitio donde defecar. Cuando me dan ganas, bajo por el ascensor y cruzo la calle hasta un Chifa y desahogo mis tripas en el retrete de los chinos. El problema es en las noches, cuando cierran el restaurante, he tenido que alquilarles una llave para poder entrar cuando el local no está abierto. Gaby sospecha que tengo un amorío con La China dueña del Chifa y para tranquilizarla le he hablado de mi conflicto anal. Mi insensible novia me acusa de ser un paranoico de mierda. Me dice que Ella También Caga y aunque yo lo suponía, hubiera preferido que no lo dijera. A nadie le interesa saber lo que pasa dentro del ano de la persona que amas.

Gaby me ama tanto que se ha ofrecido a darme un beso negro para demostrarme que mi orto no es tan repugnante, pero cuando abre mis nalgas e iba a empezar a lamer, me di cuenta de que jamás podría volver a besarla, pues mi ano contagiaría a su lengua, así que le propino una patada en el rostro y salgo corriendo hacia El Chifa, desde donde escribo estas líneas y empiezo a mirar el trasero de las chinas más jovencitas del local. Sé que ninguna de ellas habla castellano y si defecan, jamás me lo confesarán en mi idioma.

martes, 19 de abril de 2011

Lemmy



Hay un rockero, que estuvo antes del rock, antes del metal y su maraña de géneros cada vez más en progreso; hay un individuo capaz de ir contra corriente y hacer que el resto vaya tras de él; hay un bajista que no toca como muchos bajistas; hay un endemoniado que fuma y fuma sin detenerse; hay un adicto a las máquinas traga monedas; hay un peatón que entra a tiendas de discos al encuentro de The Beatles; hay un músico que sabe lo que nos gusta, que canta lo que sentimos, que arma riffs para descontroladamente entregarnos a un mosh. Hay un Lemmy tras un Motorhead que disfrutamos sin parar.




Por ello Lemmy (2010) de Greg Olliver y Wes Orshoski, no es un documental más metalero, si no casi que la historia comprimida del metal, desde uno de sus pilares: Lemmy, bajista y vocalista de Motorhead y que previamente estuvo en algunas otras bandas. Una obra que nos lanza contra un Lemmy descarado, coleccionistas de espadas, padre de un músico, fumador empedernido, ídolo entre muchos de los ídolos del metal, aficionado a la vestimenta nazi, que comprende su posición dentro de una cada vez más farandulera escena mundial metalera, y que tolera a medias, porque no debe a nadie y al contrario muchos deben a él: sonido, estética y el entendimiento del mundo desde su visión personal y cruda.

Lemmy. Si aún no la han visto, están jodidos.







martes, 12 de abril de 2011

Las islas vírgenes de tu cuerpo

Encontrarse con un poemario de Augusto Rodríguez (Guayaquil, 1979) ya no es novedad, y no porque se desvalore su obra, si no porque ha logrado afianzar su poesía y demostrar ante muchos editores nacionales e internacionales que como escritor está comprometido con su trabajo. Esta nueva colección bilingüe (español-francés) titulada Las islas vírgenes de tu cuerpo (El Quirófano ediciones, 2011) puede confirmar este compromiso.

No se trata ciertamente de una obra con trabajos inéditos en su totalidad, porque el libro funciona a manera de recopilación personal, revalorando sus últimos poemas, algunos intactos y otros reescritos, uno de ellos El beso de los dementes, que denota una mayor precisión en su enfoque temático, con un mejor ritmo, con una exacta angustia copándolo todo (aunque me quede la duda de aquella quinta parte también publicada en un poemario colectivo con el nombre de La última frontera).

Y aunque la ligereza de la portada sea un punto en contra (¿ha sido adrede la simple foto como símbolo corporal del amor universal o se trata de un compromiso emotivo?) sostengo que Rodríguez es más, mucha más poesía que espera cobijarnos, por ahora nos arropamos con lo que tenemos a la mano, como este poema que atrae con fuerza:

Invocación a los muertos

En esta noche

recuerdo a mis muertos

como quien inmortaliza

el primer hueso de la pobreza

el pájaro verde de la historia

el lápiz que escribió

por primera vez

nuestros apellidos.

Peces salvajes

navegan en mi memoria

y descubren la calavera

que esconde la escritura de los vivos.

En esta noche

recuerdo a mis muertos

invoco sus fantasmas

enciendo la luz de las velas

para recibirlos

con mis brazos mutilados.

lunes, 11 de abril de 2011

Literatura para nuevos nichos

Que los rockeros y metaleros, en una gran proporción, no sean lectores ávidos de poesía y narrativa, es una verdad que cuesta afirmarla. Muchos son los que se niegan a conocer un poemario o un libro de cuentos que no tenga vínculo con la música y cultura a la que pertenecen.

Del otro lado están los rockeros y metaleros lectores (más allá de zines) los que han seguido y continúan tras la caza de excelentes obras literarias, los que han conjugado su estilo de vida y música con el deleite estético de un libro.

Ha sido gracias a una metalera-escritora y sobre todo lectora (Mayarí Granda) que se pensó acertadamente en dar a conocer (desde un gusto particular) autores que marcaron una generación y que han sobrevivido en sus textos en cientos de seguidores.

Gracias a ella muchos metaleros han podido encontrarse con poetas y poemas que sin duda no los dejarán ser los mismos tras estos laberintos transformadores.

Mayarí Granda (compiladora) / Clavos en la almohada


El trabajo del compilador demanda no solo la reunión de ciertos autores, si no conocer el vínculo necesario para que esos mismos autores compartan una obra. En Clavos en la almohada (2007) se reúne a las poetas Ileana Espinel, Sonia Manzano, Violeta Luna, Ana María Iza y Victoria Tobar, poetas que marcaron la lírica ecuatoriana de su época y cuya obra es un referente para muchas nuevas generaciones de escritores. Quizás la compilación pudo haber aprovechado las páginas en blanco y dar a conocer más poemas de cada una de las autoras, 19 poemas no son suficientes para comprender a una autora, aunque se entiende que el propósito de este libro es el dar al lector un motivo de continuidad y búsqueda si es que la poesía cumple su rol.



David Ledesma Vásquez / La estatua luminosa


David Ledesma (1934-1961) es todo un icono, mito y sobre todo talento de la poesía ecuatoriana del siglo pasado, sin embargo su obra es atemporal porque sigue presente en sus cientos de seguidores que encontraron en su poesía ese grito descontrolado que habita en muchos. Esta breve selección a cargo de Mayarí Granda cumple un gran objetivo: darlo a conocer a los cientos de lectores rockeros y metaleros. Ledesma: irreverente e incontenible, seguimos con tu poesía.



Euler Granda / Zancudo negro


Para quienes hemos seguido la trayectoria poética de Euler Granda cada nuevo poemario se lo degusta con placer, porque su poesía ha logrado interiorizar en el ecuatorianismo -con una universalidad depurada- desde su raíz más abrupta, pero real. En este Zancudo negro (2009) encontraremos al Granda de siempre, aquel que tras la denuncia en sus versos nos lega un mensaje que cala. Se complementa esta edición con un prólogo a cargo de Mayarí Granda (su hija).


Para conseguir ejemplares de estos libros, contactarse mediante: Decapitados / infolosdecapitados@yahoo.com / Ecuador