Bien, pequeña, esta máquina defectuosa, débil e “inocente”, sabe del riesgo de escribir sobre algunas verdades intratadas en el puerto. No pretendo ser Al Pacino exterminando cadáveres intocables y sin salvación, menos Jim Carrey viviendo en ese mundo show planificado al detalle, por eso escribo.
Bien, pequeña, ellos deben defenderse, negar lo innegable; y mientras eso pasa allá fuera: en esa selva de elogios y contadas cosas valederas, apaga la luz y acércate de una vez, que tu cuerpo sea una breve dosis de olvido ante lo banal, y que las múltiples realidades ficticias frente a nosotros nos distraigan del todo.
Muy parecido al amor: una “nueva” historia rosa
1.- Muy parecido al amor (2005), es un film que decepciona por esa explotación sin vergüenza y nada novedosa de un tema trivial, pero inacabable: las relaciones sentimentales y sus conflictos. Una trama romántica con bastantes recursos humorísticos y pocos dramáticos (que pudieron haberle dado mayor emoción a la historia), que recrea situaciones casuales de una pareja, que a pesar de no intentar mantener una relación formal, se ven envueltos al final en ella. El tiempo juega un papel importante en el desarrollo del film, puesto que los encuentros –pocos por cierto- se dan en un lapso de siete años, donde las ocurrencias de los protagonistas no hacen más que recordar al espectador que está frente a un film simplón y en cierto momento aburrido.
El nivel actoral de Ashton Kutcher (Oliver) no se ve reflejado en toda su capacidad, como lo demostró en El Efecto Mariposa. Menos su co-protagonista Amanda Peet (Emily), que no es una destacada en la trama porque su personaje es el típico rosa. Y esto, además de la historia de argumentos flojos y sin nada interesante que ofrecer en los diálogos, vuelve a la historia más simple y cansada de lo que es.
Entonces Muy parecido al amor, es muy parecido a todos los filmes flojos de amor que se han hecho hasta ahora. Salvo algunas escenas donde la fotografía es rescatable, la película no ofrece nada interesante al espectador; pero, desde luego, si se es un romanticón cursi hasta el extremo, este film es uno de los más adecuados para la clase de público poco o nada exigente de producciones donde un hombre y una mujer terminan feliz “hasta que la muerte los separe”.
Sin City: la ciudad del pecado deprimente
2.- Sin City (2005) de Robert Rodríguez y Frank Miller (acolitados de Quentin Tarantino) es un film que mantendrá al espectador pegado a su asiento. Ya sea por las tres historias encadenadas, por la estructura, por ese toque desencantado del comic y la novela negra, o por lo poético y arrollador de los diálogos.
Personajes oscuros recorren la trama, cargados de una personalidad característica en obras donde Tarantino mete mano y cerebro. Actores como Mickey Rourke (Marv) y Bruce Willis (Hartigan) logran darle al film un toque desilusionado y rudo, donde los ambientes característicos de la violencia, con personajes extraídos de ellos, como: prostitutas, policías corruptos, sicarios, asesinos intentando hallar la salvación mediante obras de “buena acción”, y policías intentando cambiar parte de su entorno, ante la imposibilidad de hacerlo en la estructura social corrupta, conforman un todo emocionante, cargado de suspenso y violencia en su mayor despliegue.
Como la típica historia negra y policíaca el amor casi es ausente, no hay tiempo para él cuando otras cosas de mayor importancia están en juego: como vivir o morir ante el sistema podrido y absorbente.
Los efectos sobresalen también, ya que al tratarse de una adaptación de cómic (de Frank Miller), es de suponerse las imágenes en blanco y negro que logran darle mayor fuerza a los escenarios. Complementado a esto las voces en off de sus protagonistas que mantienen el hilo detectivesco y poético de cada acción, y sin duda esa forma original de minimizar la violencia al presentar la sangre de blanco.
La influencia de Tarantino en el film es absorbente, ya que la estructura en el desarrollo de la historia tiene su toque ya apreciado en otros filmes de cercana trama.
Mi novia cadáver: hacia el encuentro de un amor fúnebre
3.- Mi novia cadáver (2005) de Tim Burton, es una divertida película ausente de todo recurso siniestro como se pretende hacer creer al espectador. Si bien el espacio geográfico en el que se desarrolla la trama es en medio de una sociedad burgués –¡de miedo!-, un cementerio, un bosque y otros escenarios propios para ambientar la historia, esta falla al intentar inmiscuir escenas musicales, sin este recurso el film de seguro hubiese quedado mejor.
La idea del joven enamorado que por error contrae matrimonio con un cadáver (una novia asesinada) es original. Con algo de drama, humor, y esa perdurable forma de finalizar películas de esta clase: con felicidad y todo el rollo ese; y es aquí donde flaquea el film ya que se vuelve predecible desde los recursos a utilizar (como los típicas pócimas “mágicas”) hasta el final de la historia, incluso el antagonista resulta trivial y pesado de espectar.
Jhonny Depp (en la voz de Víctor, el enamorado) y Helena Bonham Carter (en la voz del cadáver) no hacen más que seguirle la corriente a la historia animada. Que en su parte cómica y, en parte, dramática es rescatable, salvo, como repito, en las escenas musicales donde la historia flaquea hasta tornarse aburrida. Pero, de seguro, al público infantil y romántico le ha de agradar la historia, sobre todo cuando la trama –además de los cadáveres- presenta a personaje secundarios patéticos, negando el amor ante la conveniencia económica del contrato nupcial, idea que los protagonistas: Víctor y su prometida (no la muerta, sino la viva) destruyen ante su unión amorosa y no económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario