Por Fernando Endara
La “Fiesta del Fracaso” es la
primera publicación del escritor manabita Ignacio Loor Vera, son 9 cuentos que
exploran la derrota rutinaria de la existencia, que demuestran que en medio del
“éxito” se encuentran los vicios, las sombras, la ruina y depravación. Que
prueban que, sobre la fría calzada, todos somos perdedores, algunos más que
otros. Y es que la muerte como victoria, como sendero inevitable; convierte el
nacimiento en el fracaso primero. Decepción tras decepción, subimos los
peldaños de la nada, mientras ocultamos nuestra condición natural, tapando los
tropiezos y el sufrimiento con maquillaje, con ropa elegante, autos lujosos,
títulos rimbombantes y farsas parecidas; el éxito es una mentira, el fracaso es
lo único real, lo único que existe, lo que nos hermana en este valle de
lágrimas.
Y ese fracaso, que tanto escondemos hasta engañarnos a nosotros mismos y a los demás, sale a la luz en estas historias de Loor Vera, con un tinte de crudeza, de salsa picante, del humor ácido de los narradores del litoral ekuatoriano. Estas historias urbanas tienen la cualidad de ser “manabas” y universales a la vez; leerlas es transportarse a los ambientes playeros que, atravesados por seres humanos que disimulan su desengaño y sus lienzos perdidos, no aparecen en las postales turísticas. Las narraciones, en primera o tercera persona, son trepidantes, embriagan con pausa y efervescencia, como el buen licor que quieres disfrutar hasta la última gota. El lector terminará con una sonrisa sardónica, borracho de fiascos, recordando sus tropiezos y fantasmas, en espera de la invitación a la fiesta.
El libro abre con “Gol al Vacío”, una potente crónica futbolera y la ilusión de un niño, ser futbolista profesional, anotar goles en primera categoría asistido por su colega Ricardo, ante el aplauso, el llanto y la celebración de su padre. El sendero luce prometedor, se vienen los triunfos, el ascenso de categorías, el ensueño convertido en realidad; pero se atraviesa el cauce de la vida, los años y con ellos la desgracia, la tragedia, la inevitable condición humana que nos arrasa a la perdición. Sentimos los dolores muy pronto en la orfandad de Ricardo, su padre alcohólico y suicida, su madre demente y encerrada. Y por supuesto, la parca abrupta que se lleva a quién más amamos, cuando menos lo esperamos. El vacío que deja la muerte de un ser amado, el abrazo perdido, la mirada al cielo y el dolor entre pecho y espalda, son algunos de los temas preferidos de Loor Vera. Prófugos, arrinconados, los futbolistas profesionales se ven rodeados de mujeres dispuestas y serviciales, de alcohol en donde macerar sus demonios. Supongo que por cada futbolista que triunfa en primera división, hay docenas de ellos que fracasaron, colgaron los botines y recuerdan sus fabulosos “tiempos” con amarga dulzura.
Después encontramos ¿Era ese el último polvo?, un relato de amantes de oficina que rememora una de las lecciones primeras del amor: quien se enamora pierde. En “Un padre lleva a su hijo a la playa” conocemos a una familia amorosa, un tata trabajador que consciente a su pequeño; las drogas, la separación y el robo son secundarias, que importan esos pequeños fracasos sociales cuando puedes estrechar a tu retoño en los brazos. En “Cuentas pendientes” se retoma el tema de la muerte inesperada y de tantas y tantas cosas que quedan diferidas para cuando nos encontremos en la otra orilla. Un texto casi asfixiante, de angustia, de despedida y desolación. “Inconsciencia” es una sólida narración enmarcada en una de las tragedias ekuatorianas más profundas de los últimos tiempos: el congelamiento de los fondos económicos, el cierre de los bancos y la dolarización. Una viejita simboliza las esperanzas de un pueblo que lo perdió todo: el dinero, la alegría y la vida. La historia se cuenta con destreza, desde la visión de unos muchachos inconscientes que asisten a la escuela por la mañana y juegan pelota por la tarde, mientras comentan con susto, que sus padres se quedaron sin ahorros, que no hubo nada en casa para comer.
El “Insomnio” es un mal que acecha al final de la tarde, que se esconde entre las paredes para saltar sobre la cama cuando tomamos la resolución de dormir, que se acerca silencioso desde la almohada para calarse hondo hasta los huesos. Luego buscamos recovecos oscuros y secretos para dormir en el día, para recuperar un poco de cordura. El protagonista visitará a su madre encontrando un cuadro vetusto de ocaso y ancianidad, los movimientos lentos, las plantas marchitas, la soledad de la edad, la nostalgia cobrando su sentido etimológico de regreso doloroso al hogar; el descanso llegará entonces, en mitad de la saudade. “Muertes” es un texto corto que refleja la pérdida de la inocencia, la maldad albergada en el género humano. En “Un hombre pacífico” encontramos un divertidísimo caso de trastorno explosivo intermitente (TEI). El protagonista, aficionado al box, golpeará a uno y otra hasta el desquicio, no puede controlar su ira cuando le provocan.
La edición deja para el final, el cuento que da título al libro. Un escritor vencido y malogrado organiza una fiesta para él y sus amigos, una reunión para huir del fracaso. No hay forma de hacerlo, no hay salida, existir es el fracaso y Loor Vera lo sabe, lo describe, lo pinta con sencillez, concisión y belleza. Con biela en mano, se ríe del fracaso mientras destila quebranto desde su novel pluma. Tinta Ácida nos trae una excelente obra manabita, ekuatoriana, que sacude a los lectores haciéndonos recordar lo fracasados que somos, y que, a pesar de todo, nos seguiremos levantando, sufriendo y peleando hasta el triunfo final, cuando nos dirijamos al reino de Hades. Y ustedes, ¿están invitados a la fiesta? La fiesta del fracaso.
(Texto tomado de https://www.goodreads.com/book/show/40956468-la-fiesta-del-fracaso)
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