sábado, 4 de agosto de 2018

En ausencia del mar



A Ubaldo Gil Flores,
quien me ofreció su biblioteca
para descifrar el mundo desde miles de páginas.


Un editor y su pupilo
Lo primero que hizo fue ofrecerme su biblioteca, ese tesoro sin protección del cual me enriquecí. Libro tras libro, autor tras autor, género tras género. Los días siempre fueron cortos para todo ese consumo.
Arriesgar, esa era su palabra, una que con los años fui entendiendo y asimilando, una palabra poderosa cuando se piensa y sueña con libros, con los propios y ajenos. Un sueño que agrupa a otros sueños con los cuales dar forma a ese garabato que en algún momento delata su silueta.
De ahí vengo: un cúmulo de páginas borroneadas, tachadas, manchadas. De páginas con ideas deslumbrantes y casi siempre desesperantes, entendida la desesperación como ese punto donde el lector sabe que en medio del caos hay una luz o el silencio perpetuo, para no abandonarlas nunca. De páginas que buscaban, tal cual oruga, transformarse en libro.

El mar que reposa
Mi formación de editor viene de editorial Mar Abierto, un proyecto pensado y creado por Ubaldo Gil Flores. Ahí, junto a él, aprendí mucho de lo que sé: a leer, soñar y arriesgar. A entender a la literatura no como un mero pasatiempo, sino como un estilo de vida no apto para todos, un estilo que incluye malas noches, bloqueos, y al final, si se sobrevive, la satisfacción de haber creado algo, un algo que ante la mirada de alguien más no podría significar ni valer nada.
En ese mar que ahora reposa, pasé los mejores años de mi juventud. Fue mi escuela, feroz y desgastante, pero necesaria.        




De autores a imprentas
Las imprentas en Manabí han sido, desde hace algunas décadas, la ayuda idónea para materializar los sueños de los autores. Esa matriz que da forma y colores a palabras e imágenes. Una casa mágica donde lo pensado y escrito puede convertirse en algo tangible. Cientos de autores encontrando en ellas la solución inmediata.
Pero las imprentas no son editoriales, son apenas parte del proceso editorial, uno que incluye corrección de estilo, diagramación, diseño de portada, corrección de prueba, registros legales y finalmente la impresión.
Sí, en el pasado, y desconocido el panorama editorial, fueron necesarias, sin ellas muchas de las obras representativas de Manabí (para no salir de nuestro espacio geográfico) no hubiesen circulado ni encontrado lectores. Obras contadas, por cierto, donde el mérito dependió mucho de la capacidad del autor, más no del rol de la imprenta.
Sin embargo, aún hay autores que prefieren la inmediatez de una imprenta. Ver su nombre y el título de su texto convertido en libro. Una práctica desfavorable para el autor, porque mientras más se descartan los procesos editoriales, mayor es el riesgo de que sus textos, sin un debido tratamiento editorial, pasen desapercibidos.
Quizás por ello la provincia está plagada de pequeños best seller con obra agotada, a los cuales casi nadie, o nadie, conoce en otras ciudades. Autores aclamados por una crítica disfrazada. Autores regocijados en un amiguismo mentiroso y dañino. Autores que no se verá en feria de libros (o tal vez sí). Autores a quienes las cadenas de librerías jamás aceptarán sus libros porque adolecen de muchas cosas.  
La relación entre el autor e imprenta deba acabar. Se debe acabar ese amor enfermizo, por el bien del autor, por el bien del lector.  

Tinta ácida, un proyecto editorial
En 2015, decidimos dar el salto al vacío. Nuestra primera obra fue un poemario. Después pararíamos dos años hasta definir hacia dónde queríamos llegar, qué espacios necesitábamos llenar, qué concepto, qué títulos, qué autores…un sinfín de interrogantes que supimos aterrizar.
A un año de haber definido la línea editorial y gráfica del sello, saber qué nicho, y explorar en algo el mercado editorial de la provincia, se puede decir que el objetivo trazado no estuvo errado, que hemos acertado, que en medio de la pérdida ganamos.

Nuestro catálogo, actividades y comunicación editorial han sido los pilares para acentuar el trabajo de la Tinta Ácida, uno que desde afuera se ve sencillo, pero detrás es una constante lid por mantenerse activo, restándole tiempo a las horas familiares, sumirse ante una pantalla que exige un mayor consumo. Gastarse en la idea inagotable de ir más allá, de conectar a más lectores, de hacer que los títulos publicados y sus autores den un paso fuera del espacio conocido.      



Difundir y promocionar
Publicar no es ni será el fin para un autor y su obra, es solo el inicio de otro proceso, uno largo y tedioso, uno desesperante y que ataca desde la decepción reiteradas veces. Un proceso del que no se puede escapar, menos en estos días de exposición mediática, donde el autor, al igual que su obra, se volvió una marca.
Un nombre y figura que busca empoderarse, que intenta mantenerse siempre vivo y en funciones literarias (o académicas, dependiendo de la clase de libro que posea). Un autor marca que no puede ni debe moverse solo, que necesita el respaldo de un sello, una casa que lo represente, que le diga a los demás que alguien ampara a este autor, ese alguien que conoce el mercado, que sabe por dónde hacerlo mover.
Si algo hemos logrado en todo este tiempo de actividades, es el de hacer que nuestros autores y sus obras sean conocidos dentro del panorama nacional, que se pueda sostener un diálogo con lectores fuera de la provincia, que se generen juicios críticos reales y no por compromiso.   






Las letras vivas de Manabí
Presentar cuatro libros no solo es una estrategia para cruzar a lectores interesados en un autor, sino para enfatizar que como sello editorial existe el propósito de continuar trabajando con cada uno de ellos.
Estos cuatro libros fueron pensados, corregidos y creados para un público cuya única consigna es la lectura. Un público capaz de reconocer que la literatura manabita se encuentra en un desarrollo y posicionamiento a nivel nacional.
Así, el primero de los cuatro libros de esta noche, El amor en tacones de Natalí Romero Torres, es un retrato reconstruido con una masa llamada amor. Un conjunto de escenas del pasado que avanzan aceleradamente en un escenario infestado de espinas. La voz de estos poemas suplica un querer indestructible, un amor proveniente de cuentos de hadas. Pero esta misma voz madura en su recorrido poético, avanza hacia un presente donde no solo sueña con dedos entrelazados a otros, sino que también lo hace con la conexión de poros ajenos. De sentir una lengua que no solo sirva para las palabras, sino para otros placeres. Un amor más real al cual conectar en todas sus dimensiones.  El segundo libro, La fiesta del fracaso de Ignacio Loor Vera, agrupa nueve relatos donde las historias son un tributo al fracaso. Personajes derrotados desfilan por distintas situaciones, teniendo como fondo a un Manta que se recorre desde sus espacios turísticos hasta los marginales. Donde el fútbol, las mujeres, la violencia, el amor desfigurado y la figura de un padre que muta en varios, hacen de este libro un excelente arranque como ópera prima. 
El tercer libro, El origen del mal y otros poemas de Carlos Coello García, da cuenta de una obra donde la voz/espectador, recorre pasajes donde el dolor es el lenguaje común. Una mirada que describe el suplicio de otros, de todos aquellos a quien el miedo del castigo desconocido nunca fue un alegato para el cambio. Una poesía donde conviven seres increíbles que se satisfacen con cada una de sus acciones.
Y el cuarto libro, Las desventuras de Polo Pin de Jorge Zambrano Mendoza, es un retrato desesperante de un hombre que se aleja del amor, por temor al amor. Un amor que late, pero hiere. Un amor que exprime, pero que a final de cuentas revitaliza. Una apasionante novela breve donde el antihéroe, luego de regresar a su patria, recorre su provincia Manabí y sus increíbles escenarios, donde el sexo, la violencia y los sueños (algunos más alucinados que otros) conforman una pesadilla que intenta reivindicarse a cada momento, pero que no puede escapar ante la marca de la tragedia.
Cuatro voces, cuatro autores que escriben desde distintas perspectivas, lo único en común que tienen es que decidieron buscar un sello editorial que creyera en sus propuestas literarias, que les diera una mano y los visibilizara junto a sus obras. Y en eso andamos: arriesgando y soñando junto a ellos.

Portoviejo, 3 de agosto de 2018  



Fotos tomadas de la cuenta de facebook de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión núcleo Manabí.

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