miércoles, 11 de abril de 2007

Ya nos hemos de enterar




Marco Martínez
(Guayaquil, 1979)

Que dicen que andaba vendiendo droga y que por eso lo habían denunciado, que ya tenían semanas dándole caza los municipales, con razón lo veía todas las noches parado en la panadería de la esquina con esos pelones con los que siempre anda. Yo había escuchado que era fumón, que al último ya sólo andaba con el Luciano ese y Nicolás de arriba para abajo hasta tarde fumando, aunque sí puede ser verdad que estaba metido de traficante para tener para su vicio. Pobrecito. Muy correcto era, eso sí, dondequiera que me veía me saludaba, siempre, simpático era, bien educadito, yo no creo eso que dicen que de madrugada se andaban llevando la ropa que quedaba tendida en los cordeles afuera de las casas o sacándole las plumas y los espejos a los carros. No lo creo capaz de una villanada así. Otros dicen que dizque la policía vino para llevárselo a una clínica de rehabilitación para alcohólicos y drogadictos, que la tía estaba cansada de que se le perdiera la plata y que le vendiera las cosas, que ya era demasiado, que ella lo ayudaba y todo porque lo quería como un hijo pero que ya estaba harta, que comenzó llegando borracho casi todos los días y que metía a todos esos tipos a la casa a tomar cuando no había nadie, ya después de la noche a la mañana, dice, le empezó a encontrar paquetitos de droga en los bolsillos, y a todos esos chicos ella los conocía desde que eran pequeños y le daba pena verlos ahora echados a perder, y es que empezaron a frecuentar a unos hombres mayores, comentan, que todos sabían en el barrio que eran drogadictos y que andaban robando por el fondo y las malas juntas mira cómo son, que sí es verdad que te terminan dañando y de todas maneras a la tía no le gustaba que entrara tanta gente a la casa por su hija que como quiera ya no está tan chica, peor que se metieran a fumar, aunque le digo yo nunca he olido nada raro y eso que vivo atrás de ellos, y es que como los ven alegres, bullangueros, con el pelo largo ya corren la bola de que son marihuaneros. Y a mí la dueña del edificio que tiene una niña en la misma escuela que la hija de la señora Leny me dijo algo que no sé ni siquiera si comentar, y es que a mí hablar de estos temas me pone mal, y es que de todas maneras yo he escuchado que es común casos de abuso sexual entre familiares y vea, no sería raro que por eso lo haya denunciado su propia tía, y es que como madre ha de haber estado ardida, que la niñita sólo pasaba con la cabeza agachada en la escuela y por eso la orientadora había estado interesada en trabajar con ella en una terapia y ahí había descubierto que ese degenerado tocaba a la niña y la obligaba a sus porquerías, y que querían atraparlo de sorpresa, pero cuando llegaron a la casa ya se había escapado, que sólo habían encontrado unas películas arrumadas y unos cassettes viejos, que en el cuarto no tenía nada más que cuadernos y puros discos de esos que venden en la bahía tirados por todos lados, que sólo había ropa sucia y nada más, desapareció, que lo habían visto salir corriendo con una mochila, que si se demora media hora más los policías lo cogen, dónde andará ahora el infeliz, si eran primos hermanos y hasta se habían criado juntos, si tenía cara como medio de enfermo, todos esos chicos mismo tienen algo raro, no sé qué, y ni se han aparecido por aquí, han de estar con miedo de que se los lleven a ellos también, si son igualitos todos. Ya nos hemos de enterar, ya nos han de contar.