lunes, 9 de abril de 2007

Los edukadores: activistas en un mundo decadente




¿Qué ocurre en la vida de jóvenes activistas, cuya forma de transgredir a la sociedad adinerada que los rodea, es provocándoles terror desde sus propios hogares? ¿cuándo se rompe la barrera entre protesta y vandalismo? ¿es la rebeldía una pose para sobresalir dentro de una sociedad saturada de etiquetas? pues en el film alemán Los edukadores (2004) de Hans Weingartner, el espectador se encuentra con todas estas premisas, dentro de una trama sencilla y con la novedad de adentrarse en un movimiento callejero -pero clandestino en esencia- que cada vez trata de alejarse de su campo de acción, como lo demuestra la película.
Ese canto gastado de comunismo dentro de sociedades democráticas donde los ricos continúan siendo el blanco de ira de los pobres, es la parte medular de este largometraje que explora la psicología de tres jóvenes y se centra en sus inusuales acciones nocturnas. Los personajes son solo una muestra de todos aquellos cientos de activistas dispersos -y diferenciados en sus ideales- en cada país del planeta donde los abusos, en sus distintas clases, se dan.
Mas el film -en su argumento- se vuelve un discurso trivial, porque todo lo que plantea la película se viene repitiendo desde los años sesenta (con escasos logros a su favor), aun así logran recordarnos lo comercial que se ha vuelto ser activista y “rebelde”, porque como lo asegura un personaje: el Che Guevara ha dejado de ser para muchos un ideal y pasado a simple estampado de camiseta. Y tomando como punto referencial lo dicho, encontramos que la moda actual es eso: seuda rebeldía. Productos audiovisuales como telenovelas y agrupaciones de pop y regeetón han convencido a toda una generación de adolescentes que el ir contra corriente es in, porque la opresión familiar, educativa y sexual es parte de la problemática a la que hay que hacerle frente.
En Los edukadores los personajes no son tan extremos, los protagonistas son el reflejo de una población de clase baja que sobrevive a los embates (porque eso es lo que proyectan) y presuntuosidad de una clase alta pedante, que cada vez los pisotea. Son jóvenes que cansados de la improductividad de las marchas callejeras han decidido tomarse cada hogar de esa clase que detestan, para aterrarlos a su manera: revolviendo su espacio, violentando cada uno de sus rincones íntimos y en los que creen estar seguros.
Pero a pesar de todo lo analizado la película es floja. Los argumentos a ratos contradictorios y estereotipados, no le aportan nada a la trama y hace que baje de nivel no bien llegada a la mitad de la historia: entonces otros -dentro de las salas de cine- podrían convertirse en rebeldes.

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