miércoles, 11 de abril de 2007

Bukowski, poeta sin vergüenza



Charles Bukowski (Alemania 1920 – Los Ángeles 1994): poeta, narrador, novelista, cronista. Es considerado un escritor de culto, sobre todo por los jóvenes que encontraron y han encontrado en sus trabajos y en su personalidad un modelo transgresor ante la sociedad, posturas y círculos literarios agobiantes –por sus trabajos sobre todo-. Poeta sobre todas las cosas, constructor de una literatura subterránea que amoldada a lectores igualmente desencantados lograron hacer de este escritor todo un personaje en los ochenta y noventa. Ya sea por sus conflictos con el alcohol –de los que nunca se arrepintió- o de su constante lucha interna y externa por mantenerse fiel a sus principios y crudeza poética y narrativa.
Bukowski es el poeta malo, el que transcribe su entorno miserable, alcohólico, insoportable, cruel, lastimero y a veces hasta conmovedor. Los siguientes tres poemas son solo una reducida –casi nada- parte de su rica y extensa obra (por lo sugestiva y real que se presenta) poética, tan necesaria de conocer sobre todo si se pretende encontrar un modelo sin espejismos en la poesía norteamericana, que como toda poesía bien escrita encaja en cualquier contexto.

Sé amable
siempre nos piden
que entendamos el punto de vista
de los otros
sin importar si es
anticuado
necio
asqueroso.

a uno le piden
que entienda
amablemente
todos los errores de los otros
sus vidas desperdiciadas
sobre todo si son
de edad avanzada.

pero su edad es lo único
en lo que nos fijamos.
han envejecido
mal
porque han
vivido
sin enfoque,
se han negado
a ver.
¿qué no es culpa suya?

¿culpa de quién?

¿mía?

se me pide que oculte
mi opinión
ante ellos
por miedo a su
miedo.

la edad no es un crimen

pero la vergüenza
de una vida
deliberadamente
desperdiciada

entre tantas
vidas
deliberadamente
desperdiciadas

sí lo es.


Atrapado
No desvistas mi amor
podrías encontrar un maniquí
no desvistas el maniquí
podrías encontrar mi amor.

Hace mucho que ella me olvidó.
Ahora se está probando
un sombrero nuevo
y luce más coqueta
que nunca.

Ella es una niña
y un maniquí
y la muerte.

No puedo odiarla por eso
no hizo nada inusual
solo que yo la quería.


A la puta que se llevó mi poemas
Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡por Dios!
¡doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡es intolerable!
¿tratas de joderme como a los demás?
¿por qué no te llevaste mejor mi dinero? usualmente
lo sacan de los dormidos y borrachos pantalones
enfermos en el rincón.
La próxima vez llévate mi brazo izquierdo u un billete
de cincuenta,
pero mis poemas no.

No soy Shakespeare
pero puede que algún día ya no escriba más,
abstractos o de los otros;
siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
“veo que he creado muchos poetas
pero no tanta poesía”.