miércoles, 11 de abril de 2007

José Emilio Pacheco, poeta de todos los tiempos



José Emilio Pacheco (México, 1955): Poeta, narrador, periodista, traductor, ensayista, catedrático universitario y hombre clave dentro de las letras mexicanas y de reconocimiento latinoamericano por el aporte de su literatura. Ha publicado varios poemarios, libros de cuentos y novelas. Además de antologías y estudios literarios.
Este escritor mexicano –uno de los intelectuales más valorados en Latinoamérica y España- ha sobresalido por su literatura cada vez más renovada ya sea por los temas que no pierden, ni perderán, vigencia para el lector de temas comunes pero escritos desde una visión sensible con el avance del mundo y las decadencias personales, que logran ser muchas veces las decadencias colectivas.
Su poesía es difícil de encasillar, así como los temas a los que recurre, puesto que para Pacheco todo con lo que esté en contacto luego será convertido en poesía, sino leer alguno de sus poemarios para comprobarlo. Un poeta –como los grandes escritores- que desde su concepción localista trata –y lo ha logrado- de llegar más allá de sus fronteras, de abarcar el tiempo y espacio de sus lectores (jóvenes o de su edad), de enfrentar cada vez una crítica exigente, aunque siempre saliendo airoso en sus nuevos –por lo temporal mas no por lo temático- escritos.
Los siguientes poemas son solo una minúscula parte de su obra, que lastimosamente no se encuentra en su totalidad en el país o por lo menos en este puerto de librerías a medio abastecer –cuando no las cierran por falta de lectores- no asoman, salvo de vez en cuando algún cuadernillo.

Poema de amor con una línea de Hemingway
Yosoytú.
No
nos
separes
de
mí.

Encuentro
Ya me encontré a mí mismo en una esquina del tiempo.
No quise dirigirme la palabra,
en venganza por todo lo que me he hecho con saña.
Y me seguí de largo y me dejé hablando solo
-con gran resentimiento por supuesto.

Poesía
Contra la noche oscura
una pantalla que arde
y una página en blanco.

Contraelegía
Mi único tema es lo que ya no está
Y mi obsesión se llama lo perdido
Mi punzante estribillo es nunca más
Y sin embargo amo este cambio perpetuo
este variar segundo tras segundo
porque sin él lo que llamamos vida
sería de piedra.