domingo, 5 de diciembre de 2021

Entender al padre

Sinam y su padre Idris.

Los padres se sienten orgullosos de sus hijos. Los hijos, después del rechazo, de la contra, y de un sinfín de vicisitudes, llegan a entender al padre. Los fracasos, monotonía y hasta la resistencia, todo ese conjunto de caos que los describe, que los vuelve únicos. Esa carga problemática que intenta conectar con los otros, la que a veces se estrella con la muralla que se vuelve un hijo, porque no se quiere ser una réplica de ellos.

Por eso El peral silvestre (2018) de Nuri Bilge Ceylan, es más que la simple historia de un autor en ciernes que se siente frustrado no solo porque no consigue apoyo económico (Municipio de su pueblo y empresa privada) ni moral (de uno de los escritores representativos de su ciudad) para publicar su ópera prima -¿novela-ensayo-memoria?- y realizarse como escritor; es la posición que tiene un hijo respecto a la figura de su padre, a quien ha dejado de respetar, a quien considera un peligro para su familia, un perdedor del que se avergüenza.


 

Una película extensa, pero necesaria (más allá de la perorata religiosa musulmana) en su posición, de confrontar a un hijo, de hacerlo madurar, de que reconozca que en toda la locura y desesperación de su padre existía una fuga ante la realidad aplastante. La madurez del hijo lo hace entender al otro, ese padre que tras la publicación de su libro (que resulta un fracaso en la librería y un estorbo en la casa las cajas selladas con los ejemplares) es su único lector. Es ahí cuando el vínculo iniciado desde la niñez se vuelve a retomar, porque la juventud y sus cuestionamientos generó una ruptura, y con ello el entendimiento que no siempre las causas perdidas son en verdad lo que intentan representar. Que la persistencia es una opción de pocos, y de la cual sobra enorgullecerse.  

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