Entonces era una luz que se iba perdiendo, una superficie que desaparecía y con ella todo el mal que se había acumulado en los últimos años: una sucesión de eventos y calamidades con las que era imposible lidiar. Por eso la humedad calando en lo profundo, arrullando en su lenta engullida.
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Nunca volvería, no existía razón ni motivos para que su decisión fuera diferente. Jamás repetiría las vivencias. Ella no voltearía a mirar al cuerpo abandonado. Sin importar las oraciones e historias, escenas y lugares. El fin de la dualidad.
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¿Se borraría en algún momento su rostro como fantasmagoría? ¿se alejaría definitivamente el recuerdo de su nombre? ¿qué ritual, a la inversa, se debía desarrollar para invocar y estancarse en la nada?
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A veces no se puede estar junto a quien se quiere, sino junto a quien se puede. Por eso Two lovers (2008) de James Gray, da lecciones mínimas de lo que es el amor en las relaciones, de lo que se busca, de lo que se logra, de todas aquellas pérdidas que cuesta asumir, pero que se acepta, con resignación y valentía, porque la vida puede ser quizás una nueva sonrisa, un alguien que escucha, y sobre todo que ama.
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Two lovers es el drama personal de alguien, pero también es el drama de una legión que conoció el rechazo, que ha reconocido su autoestima pisoteada, que ha visto la destrucción de toda ilusión y que en el desierto de su panorama intentó apagarse por su propia cuenta.
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