miércoles, 22 de diciembre de 2021

El amor es la muerte

El amor es la muerte, es una frase que me retumba en estos días a partir de una lectura. Dos palabras (amor-muerte) para pensar si en verdad es así, si el amor puede yacer en el influjo mortal, si la muerte puede y debe acoger todo intento de amor, o si el amor debe entregarse a un fin pactado y que debe respetarse a toda costa.

Un asunto de familia (1997) de Carlos Arcos Cabrera, la ópera prima en el género de novela con la que sin duda dio mucho que hablar su autor, me ha dejado con la idea de que la muerte necesita inventarse nuevas excusas, de que el amor no debería ser ese único lugar común para captar víctimas, pero lo es.

Segunda edición de El Conejo de 2006.

Y sí, uno huye del amor, porque en el fondo lo que desea es huir de la muerte, del sinsentido de la vida y sus fracasos amorosos. José Luis, el personaje protagonista de esta novela, no hace más que recordarle al lector que mientras más se evaden los recuerdos, más se cae en ellos, que mientras más se niega el pasado, más presente está.    

El amor es la muerte, y contra ello no se puede hacer más que esperar el curso de algún río correntoso dispuesto a engullirnos; el designio.


 

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