miércoles, 16 de junio de 2021

“La lectura y la escritura nos ha salvado siempre de muchas miserias humanas” Violeta Hochman

Violeta Hochman, escritora española radicada en Ecuador desde hace una década, conoce el movimiento en dos vertientes, la primera desde su experiencia como bailaora profesional de flamenco, donde el cuerpo es el poema expresado sobre el escenario; y, la segunda como migrante, desplazándose de su país natal para radicarse en una nueva patria.   

Su primer poemario la puso en el mapa de poetas dentro del panorama literario; ahí, en ese conjunto de textos dialogaba con el exilio y el autoexilio, un tema reiterativo, en su obra.

Su segundo libro, de reciente publicación, demarca que en lo inconsistente como manifiesto incómodo radicada una utilidad; porque en este poemario lo social y emotivo se juntan para delatar textos que desde lo íntimo de la voz poética logran un nexo con distintas situaciones universales.

Contacté con ella para aclarar varias interrogantes respecto a su obra. Un diálogo breve, pero clave para entenderla desde su cosmovisión poética.

 

Violeta, dentro del ámbito de la poesía publicada en Ecuador irrumpes con tu ópera prima en 2019 con Exilio en la mitad del mundo ¿qué objetivo se logró a partir de este primer poemario?

No creo que tuviera gran repercusión. El hecho de que se diera la pandemia limitó mucho el acceso al conocimiento de este primer poemario. Pienso que las condiciones de visibilización tampoco fueron las propicias. Quizá el mayor objetivo cumplido fue ver este trabajo en circulación y compartirlo con quien quisiera leerlo. Pero no se produjo la visibilización que quizá debiera haber tenido.

Exilio en la mitad del mundo (El ángel editor, 2019)

 

Dos años después publicas Inconsistencias. Lecturas de incomodidades útiles. Empecemos aclarando ¿Cuál es el motivo para un título largo? ¿Cuál es la connotación desde este conjunto de palabras que habla de la inconsistencia, lectura, incomodidad y utilidad? 

La situación que estamos viviendo ha causado un gran desconsuelo en la mayoría de las personas. Nos hemos desconocido, hemos sentido miedo del vecino, el conocido y hasta del familiar. El virus se ha instalado como un detonante del miedo a la muerte que en esta sociedad pasa oscurecido por un gran tabú. No hablamos de la finitud de la existencia, la obviamos por miedo y esto ha permitido y ha propiciado que no nos hayamos sabido comunicar con quien bien queremos.

La incomodidad radica en que la situación que vivimos desde marzo de 2020, en muchos casos ha permitido reencontrar antiguos miedos y perpetuas búsquedas que estaban aparcadas porque no había tiempo para prestarles atención. Creo que la lectura y la escritura nos ha salvado siempre de muchas miserias humanas y divinas y durante este período no ha sido excepción. Escribir sobre lo que molesta, lo que da miedo o sobre nuestras eternas renuncias es algo que nos acerca a la humanidad que a veces perdemos entre pantallas y horarios de trabajo.

 

El exilio, aunque no aparece tan explícito como tu primer poemario, también es un tema que consta en Inconsistencias… ¿Crees agotado el tema o hay más por decir?

El exilio es una constante en un exiliado o en un trasterrado. No se puede obviar el hecho de que se es ciudadano de ninguna parte y se percibe en pequeñas y grandes circunstancias personales y mundanas. El trasterramiento es una gran renuncia vital. Educar a mis hijos sin una parte fundamental de mí es doloroso y provoca una lejana extrañeza de esas historias contadas por los abuelos y los abuelos de los abuelos. Hay mucho que decir, siempre hay más que decir respecto de la búsqueda existencial. De todas maneras, todos somos un poco exiliados, desterrados, siempre en búsqueda de nuestra identidad.

 

Pero no solo es el tema del exilio y el autoexilio, sino el desarraigo de la patria como cicatriz que sobrelleva la voz poética, en este sentido ¿Cuánto habla un escritor de su espacio geográfico?  

Creo que es fundamental cada vivencia. La de cualquier persona es fundamental; la de un escritor es explicativa del motivo fundacional de ese grito que entona a través de unas palabras más o menos bellas. Las palabras para un escritor o escritora son los ladrillos con los que construye su vivencia. Esas vivencias estarán condicionadas por ciertos elementos como su percepción ante el devenir existencial, la relación con el otro o con lo otro, la relación con el país de acogida, la angustia que le provocan sus recuerdos y el tono vital con el que decodifica su vida, entre otros muchos aspectos más… tantos como expresiones vitales.


 

Inconsistencias. Lecturas de incomodidades útiles (Cuerpodevoces, 2021)

 

Un elemento constante en tu segundo poemario es el mar ¿Qué representa para la voz poética?

El mar es la boca de mi abuelo, es el recuerdo donde asirme cuando no me encuentro, cuando no me hallo. Mi abuelo procedía de un pueblito de Almería (en Andalucía) que, aunque estaba situado en la montaña, estaba a poco tiempo del rielar de un maravilloso mar, el Mediterráneo. El mar es también el motivo en el que puedo encontrarme conmigo misma y donde está siempre mi familia, mi recuerdo, mis tradiciones, mis poetas favoritos, mis libros de cabecera, mi acento, mis palabras.

 

Claro, por eso otro elemento dentro del poemario es la familia ¿Siempre vuelve el poeta a su círculo primigenio? ¿Por qué?

Creo que la familia cuando se tiene lejos se convierte en el epicentro del mundo personal. No solo la familia, sino el mundo compartido con ella, los refranes, las risas y los llantos. Todo está presente cuando se tiene lejos y cuando es difícil darles la mano, sobre todo cuando tus muertos están enterrados en tu patria y aunque quieres llorarles debes pedir cita a la vida.

 

Finalmente, la realidad y sus convulsiones sociales y emocionales siempre incomodan ¿Cómo logra un poeta retratar todos estos registros? ¿Cuánta de su experiencia filtra dentro de la ficción poética?  

La mirada de un escritor suele ser observadora y se fija en elementos y situaciones que podrían pasar desapercibidos para otros. Además de lo señalado, los escritores vivimos con el alma a flor de piel, sin sábanas que la cobijen. Estas circunstancias hacen que las desigualdades sociales, las actitudes xenofóbicas o las guerras fratricidas sean tan difíciles de soportar y tan necesarias de contar. El paro de octubre de 2019 que sufrió el país encabeza el primer poema de este trabajo porque fue durísimo asistir a un tormento entre hermanos, a un circo en el que la sangre ganaba por encima de la humanidad.

 

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