viernes, 28 de diciembre de 2018

Un recorrido sombrío




Personajes atormentados, amor y celos, una mujer en la cual giran hombres que no se conocen; hombres que odian otros hombres. Una ciudad que como sombra engulle a quienes la atraviesan. Niños raptados y un temor que crece en una urbe en la que no hay respuesta para tal atrocidad. Estos son algunos de los elementos de Hoteles del silencio (Pre-textos, 2016) la novela más reciente de Javier Vásconez (Quito, 1946).



Jorge y Loreta protagonizan esta historia. Una donde el amor y la duda aparecen a cada instante, porque mientras Jorge intenta convencerse de que Loreta es la ideal, los celos por ella, por sus acciones y ausencias lo van carcomiendo lentamente. Por otro lado, Loreta, aquel personaje sensual y electrizante, ha regresado de España en busca de un amor que la atormenta, un amor del cual lleva consigo su legado en su vientre, un amor del que no ha podido escapar y que busca en la ciudad que la acoge.





La novela está atravesada por personajes fantasmales. Un amor del que no se ha podido borrar las cicatrices; una madre (la de Jorge) que recorre una casa, que muere entre sus paredes e historias de fracaso; un padre alcoholizado que mira a la ciudad y la vida desde una orilla desencantada y brutal; otra madre (la de Loreta) que es solo una herida que se recuerda con miedo y odio.     



Y la ciudad y sus espacios. Un laberinto donde los niños desaparecen, donde el horror es un lamento que va perturbando con más fuerza a sus ciudadanos. Donde casonas y hoteles acogen a sombras con nombres; sombras que arrastran tras sí pesadillas que alimentan insomnios.


Foto tomada de https://elpais.com/cultura/2016/10/12/actualidad/1476283639_910227.html


Pero Hoteles del silencio tiene una particularidad, en ella hay un desdoble, el escritor convertido en personaje:   



“Fue el instante en que descubrí la fotografía del escritor J. Vásconez volviendo ligeramente la cabeza hacia la cámara, sin saber que Félix estaba a punto de capturarlo para siempre”. (p. 155)



“Volví a la fotografía del escritor J. Vásconez, con su aspecto cansado y tenso, y me fijé en el abrigo hecho de paño inglés que alguna vez debió de ser elegante. Ahora se veía algo raído y desflecado, como si fuese la prolongación de la niebla que le llegaba temblorosa hasta las rodillas”. (p. 279)



“-Estoy esperando a que Loreta tenga su hijo.

-Loreta, Loreta…-dijo sin mirarme-. Parece el personaje de una novela.

-A lo mejor lo es.

Con actitud furtiva, salió del local sin despedirse. Lo vi alejarse bajo la lluvia”. (p. 330)



Hoteles del silencio es una novela necesaria, clave para yacer, en estos días, en su recorrido sombrío.


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