sábado, 5 de enero de 2019

Una colección de situaciones que atormentan


Este conjunto de cuentos, Cabeza de avestruz (Turbina, 2017), salvo Comida para las perras y El sillón azul (que tienen un enlace en personajes, como si se trata de un intento fallido de novela y estos fueran dos capítulos de una trama más extensa) son mundos distintos. Una colección de situaciones que atormentan y por momentos desesperan al lector.

La soledad y la incertidumbre son dos temas constantes en estas historias. Una donde los personajes detallan, y en exceso, sus acciones, los ambientes. Donde el tema homosexual es planteado como ese gusto que convive con los narradores, pero que no aflora del todo.
 




Un libro para todos aquellos degustadores de historias donde sexo, alcohol, drogas y música acompañen a sus personajes. Donde los pasajes sombríos y perturbadores aparecen para acompañar.

Mis preferidos: Un chaulafán por favor, Un presidente que lee la Biblia todos los días, Autonomía sintáctica (uno de los más interesantes cuentos de esta colección) y los dos mencionados al inicio.    

Luis Borja Corral (Quito, 1981) con esta, su segunda obra publicada, denota un gran interés por el detalle, por ese mirar a los espacios, rasgos y cosas que otros no quieren ver.   

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