miércoles, 12 de diciembre de 2018

La máquina que engulle

Portada de Máquina de hueso.



Los riesgos de las editoriales independientes es que se la juegan cada vez que apuestan a la obra de un autor, sobre todo si este no ha tenido la exposición mediática adecuada, la reafirmación de amigos bombardeando desde distintos francos en la maraña digital y redes sociales. Por eso, si algo hay que destacar de La Matemango, ese proyecto editorial nacido del underground guayaquileño, alejado de todo circuito comercial, negándose a cualquier amiguismo influyente, yendo de espalda a todo cuanto encaje en lo “normal”, es que ha apostado por la obra de autores casi desconocidos en el panorama nacional.

Máquina de hueso (La Matemango, 2018) de Elías Urdánigo (Santo Domingo de los Tsáchilas, 1980) es su reciente publicación, y una de sus mejores apuestas para cerrar el año. Un libro en el que habita un personaje y un puñado de historias ligadas que no dan respiro.

El personaje protagonista siente y habla como muchos, es alguien con quien el lector conecta rápido. Un tipo a quien la vida le ha hecho malas pasadas, un don nadie que busca ser alguien para no entregarse de lleno al dolor (“Cuando mi padrastro golpeaba a mi madre lo único que podía hacer era escribir”, p.9). Con estos elementos el libro, que funciona como novela, pero tejido con múltiples historias, avanza en una aceleración descontrolada. 

Aquí, las historias que se cuentan son dramas cargados de violencia, de tipos abandonados por sus parejas, de tipos buscando consuelo en prostíbulos, de tipos que escuchan rock porque en el sonido está el viaje y en las letras las letanías que salvan, de tipos que prenden y pagan cigarrillos para saber que algo sigue latiendo en ellos, de tipos con esposas drogadictas, de chulos asesinando y siendo asesinados por amor.



Elías Urdánigo. Foto tomada de su cuenta de facebook.



Pero lo más interesante de Máquina de hueso, es que se narra la vida de un joven que busca ser escritor, que huye de casa de su madre para no asesinar a su padrastro, para matarlo una y otra vez desde los personajes secundarios que va creando (esa es su mejor venganza).

Las historias del libro son las historias creadas en todo el proceso de dolor del personaje, de ver a una madre entregada al sometimiento de un “amor” tóxico. Por eso el protagonista huye, por eso Máquina de hueso es la reunión de todas esas historias que lo fueron perturbando por algún tiempo. La voz narrativa lo dice:  

“La literatura a veces es la lengua que escarba la llaga en tu boca. También es una fábrica de mentiras, inventa heridas que nunca existieron para regodearse en un dolor falso. La literatura es una máquina de hueso, que funciona engullendo la vida del escritor. Y la vida de un hombre es tanto lo que experimenta como lo que imagina”. (p.79)

Dimas Lautaro es el nombre del protagonista, un narrador que a la final encuentra editorial. Un personaje que ha dejado un legado de historias donde ha derramado sus más coléricas creaciones. Un personaje que entiende que en la literatura “Nada es real, es interpretación…” (p.78).  

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