sábado, 8 de septiembre de 2018

Los poetas de las bolsas tristes (fragmento)

Portada del libro de próxima circulación. 

Los poetas de las bolsas tristes es el último poemario del escritor esmeraldeño Gustavo Cañizares (Esmeraldas, 1950 - Manta, 2018). Un libro donde la voz poética se refuerza en un humor hilarante de fondo, como en muchos de sus anteriores trabajos. Sin embargo, es también el libro más íntimo del autor, donde confronta a la vida, a su enfermedad, al oficio de la escritura.   
Compartimos uno de los poemas que componen este trabajo. Un libro con el que su autor soñó. Un libro que le canta a la vida y a la poesía.   



ESQUELA AL NAZARENO DE UN CRISTIANO EN LUCHA CONTRA EL CÁNCER

Manta, enero de no sé cuántos inviernos.
Señor: Jesucristo, Mesías, Nazareno:
te escribo humilde y oracionalmente de rodillas
porque solo a ti te puedo invocar   
y zambullirme
a corazón desnudo en tu agua viva.
Y gracias por salirte del Dios tripartito
para hablar y atender
al susodicho
antiguo pescador terrenal
como yo.
Nazareno: tú fuiste un amigo
que nunca me falló.
Por eso, acudo a ti
-para que entre otras cosas-
ayudes a curarme
esta metástasis
de versos malignos, profanos, mordaces
que tozudo, sigo escribiendo.
Amigo Nazareno: ¿­Por qué será
que cuando estamos enfermos, jodidos
a punto de morir
se nos despierta un amor profundo
apasionado por la vida
y sus azúcares a cuentagotas de felicidad?
A estas horas del partido
es la conclusión a la que he llegado
porque es tan sabrosa, hermosa,
esta puta vida
que vale la pena mi panita, Nazareno,
disfrutarla unos añitos más.
Por consiguiente:
Y por la presente:
muy humildemente te pido
que intercedas por mí ante papito Jehová
para salvarme.
Y es que nadie llega al padre
sino por ti.
Quiero contarte, Nazareno,
que a estas alturas
de mi jolgorio vivencial
me invitaron a bailar
con el ánima más peligrosa: el cáncer.
Y que una mujer asiática,
furiosa, bravísima,
me está arrancando los pelos de la cabeza,
su nombre: Quimio, su apellido Terapia.
Imagínate, Nazareno,
que hasta Amanda cerró sus piernas para mí
- “porque también está enfermo su pajarito, mijito”-.
Y te hago saber, Nazareno,
-a pesar que ya tú todo lo sabes-
que ahora soy miembro de un ejército 
de guerreros por la vida
gladiadores por la salvación.
Junto a ellos
estoy humanizado hasta el delirio
y médula espinal.
Es mi familia de Solca
solidaria, afectiva
viviendo entre sueros, mascarillas, inyecciones,
biopsias, operaciones, radiografías, dietas estrictas,
citas médicas, recetas, quimioterapias
etcétera etcétera etcétera.
Aquí en confianza, Nazareno,
-clínicamente hablando-
por tan buena gente
profesionales que son
entre Santiago, Mercedes y Jennifer
se repartirán las regalías
antológicas y económicas
de este libro testamentario.
Te recalco, Nazareno,
-como dice el Presidente-
que ante esta enfermedad 
implacable, lapidaria, devoradora
siempre estuvo allí
la guitarra de mi familia,
el violín de mis nietos,
el bandoneón de mis amigos 
silbándome
desde el jilguero frutal de la vida.
Mesías salvador, Nazareno de mi alma
tú que conoces los secretos y vericuetos
de este poeta mal hablado
trasnochado, excomulgado
sabes que siempre respeté la muerte
como la consumación, exhumación
expiación de todos nuestros pecados.
En consecuencia.
-y a confesión de parte-
te pido perdón por mis pecados
y adulterios terrenales.
Porque tú bien lo sabes
que siempre fui
tras piernas colombianas,
caderas cubanas,
rostros venezolanos,
pezones ecuatorianos,
en descargo
exculpasión
-a priori-.
Salomón y David
fueron campeones bíblicos
de conquistas femeninas.
Cierro esta misiva, Nazareno,
recordándote
que es tuya mi vida
y potestad 
de dejarme o llevarme
hoy o mañana.
Empero,
desde el fondo de mí
te devuelvo mi vida
con sus encajes de dolores
 y metástasis de muerte.
Te lo digo yo,
te lo escribo yo,
navegante en un océano de cáncer
aunque tal vez mi salvación
sea el arrecife de la guanábana
y tu mano milagrosa,
purificadora, salvadora, Nazareno.
ATENTAMENTE
GUSTAVO C.B.
TU FAN TERRENAL # 1.

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