A cuchillo (La Matemango, 2017) de Martínez Zúñiga, aborda,
tal y como lo ha venido haciendo su autor desde sus anteriores obras, una
exploración al Guayaquil soterrado, el que está en las calles y en su gente, y que
también bulle puertas adentro.
En esta obra, la voz narrativa se centra en el deseo, el
sexo y la violencia en su forma más primaria. Pasajes descarnados donde los
cuerpos se aman con odio, donde penetraciones, fluidos y la sensación del
fracaso aparecen con insistencia.
Micro escenas para reconocer la desesperación por el sexo,
el sexo como poder, el sexo como moneda de pago, el sexo en sus más variadas y alucinadas
aplicaciones.
A cuchillo, porque las escenas cortan, dejan una sensación
de herida, de que algo arde en el fondo. Y solo queda acatar la sentencia
final: “Bróder, ¿por qué no vienes tú mismo a ver qué pasa acá afuera?”
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