viernes, 6 de diciembre de 2013

Bandada poética


Lo que no le puedo negar, y debo reconocer, a las ferias de libros, es la oportunidad de contactar con editores, autores y libros que se queden un buen rato o para siempre junto a uno. La reciente FIL'Q me acercó al editor de Con las uñas, sello colombiano del que he quedado enganchado con sus libros: hermosas ediciones que le apuestan al papel reciclado.

Entre los recientes títulos de este sello aparece Bandadas. Actualidad de la poesía del Ecuador (2013) cuya selección estuvo bajo la responsabilidad de Antonio Correa Losada, quien asegura en la presentación que: “Aquí, en bandada, está el talento y la intuición,  lo desbordado y contenido, lo refulgente y lo que es oscuro, en la expresión de los más recientes poetas de Ecuador (…)”.

Los seleccionados son: Pablo Flores Chávez, Javier Lara, Yuliana Marcillo, Ángeles Martínez, Carlos Luis Ortiz, Juan José Rodríguez, Gabriela Vargas, Andrés Villalba, Víctor Vimos y Santiago Vizcaíno. 

A continuación un poema de Gabriela Vargas, una poeta cuya obra me resulta interesante.
 

Contemplación


Siempre estabas mirando por esta ventana
el edificio naranja en la mañana
que se desarma en distintos tonos naranjas cuando el sol golpea

Siempre, de afuera se acercaba remando un ruido
que era casi un silencio
que burlaba las espirales del incienso
(a veces jazmin, a veces mirra, a veces rosa)
que invadía tu cuerpo de nave
que se parqueaba siguiendo otros itinerarios
con otras familias
en una quinta luna
celeste luna
nombrada en otros dialectos (CHANDRA)
mientras yo zapateaba con mis pies chuecos intentando colarme en tu viaje.

Siempre estabas mirando por esa ventana,
precisamente,       esa       ventana,
enmarcada, con  toda la cabeza envuelta en chales
de tonos orientales para amarrarte de alas al nido
“Es para no dejar que se salga el cosmos”, me decías
encaramada en la persecución de una excusa para matarte(me)
para pensar, indagar, creer y aferrrarte
a un mantra que está detrás del vapor de una nube
en el altar de dios con cabeza de elefante
a los pies de loto de un avatar con cabeza de árbol
lejos, donde las estrellas se vuelven azules
se enfrian
titilan y mueren.

***

Cualquiera que nos hubiera visto
desde la parte de afuera de la ventana
habría creído que éramos felices

***

Anochece y sigues pegada a la misma ventana
y a veces está cerrada
y a veces su reflejo te aclara y me deja verte mas adentro
aún cuando en lo alto no se ve ni el mas mínimo de tus pedazos
y te miro por encima de lo que queda de la ventana,
y te ves mas distante que otro planeta
y te miras en el espejo
y la cara te cambia
como si te hubieran apretado lo que te quedaba de alma
en otro pedacito de espacio en el que te deformas
y se te caen las manos

y la boca
en la contemplación de tu ser de agua
que busca fundirse con dioses vestidos de seda
( a veces índigo, a veces celestes, a veces azules)
de múltiples manos
y uñas pintadas
(a veces rosadas, a veces rojas, a veces dedos de llamas)
que entonan flautas y danzan al ritmo de tambores
y mi corazón late y llora
porque no contemplas tu sangre
derramada en piso,
escondida detrás de la cuna,
y mis manos te buscan y solo siento
el sonido primordial que eres y somos:
la nada y el blanco.

***

He querido saltar por esa ventana
todas tus ausencias
todas las veces.


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