miércoles, 8 de abril de 2009

No men




Carrey siempre me gustó desde sus papeles cómicos, pero cuando incursionó en el drama supe que ese era su lugar. Aunque después de ver Sí, señor no estoy muy seguro ni de lo uno ni lo otro. Esta bien ser un ocurrido, un excéntrico ocurrido para ser precisos, capaz de llevar el humor y la gestualidad a grados insoportablemente divertidos. Eso es lo suyo: la comedía desesperante (para los personajes que deben lidiar con él). Pero cuando hace del tipo dramático, el sensible, el llorón a mares, ahí está la otra cara de su talento que más llama la atención, aunque a veces las historias no le ayuden.

Sí, señor, tiene sus momentos. No es un drama, es más bien una comedia dramática facilona, muy ligera. Su argumento es sencillo: un tipo aburrido y conformista que gracias a la ayuda de un amigo se integra a una especie de culto donde el positivismo reducido al SÍ es parte integral en el desarrollo de cada individuo, entonces Carrie deja su patético papel y vive intensamente, diciendo a diestra y siniestra Sí a todo.

Encuentro dos cosas interesantes en la película: el enfoque hacia los cultos que van en auge en Occidente (más se lo ha de conocer como sectas: Pare de sufrir, Creciendo en gracia, etc., aunque directamente no se trata de adorar a ninguna deidad) y la banda freak de la coprotagonista. En el primer caso no nos encontramos con adoradores de un Dios, sólo se trata de tipos que han encontrado en el positivismo una forma más adecuada de comprender al mundo y encajar sin complicarse tanto la vida. ¿Será efectivo decir Sí a todo lo que se nos pida? No lo creo, hay cosas a las que debe plantearse una rotunda respuesta negativa. ¿Podría decir Sí si me pidieran matar a mi esposa? Pues No. En este sentido el personaje entiende al final de la trama lo necesario de equilibrar sus decisiones.

Por otro lado está la banda rara de Allison (Zooey Deschanel) la que en poco tiempo se vuelve la pelada de Carl (Jim Carrey), sus letras son un cague de risa pero francas, escritas en momentos difíciles y comunes, pero francas, cantadas con todo el peso emocional y cien por ciento francas. Su personaje tiene temple, ha entendido oportunamente que la vida no depende de un SÍ o NO, que hay mucho más que decir.

Hubiera preferido un final más intenso como en Eterno resplandor, o quizás menos complicado como en Número 23. Sí, tal vez bien alocado como los de Ace ventura, pero toca conformarse con este. ¿Se trata de la mejor película en la carrera de Carrey? No men, no men, no men...

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