domingo, 20 de julio de 2014

Docentes escritores




¿Qué vuelve a un docente un escritor al que tomar en cuenta?, ¿Mientras más se escribe y publique se deja claro que existe un conocimiento y discurso de por medio?

El publicar no vuelve escritor
Existe un error que no se ha logrado corregir aún, creer que con el simple hecho de publicar un texto (llámese artículo de opinión, ensayo, informe o libro) se es escritor automáticamente. Nada más engañoso. Publicar lo hace cualquiera con capital suficiente para pagarse los costos de una imprenta, pero muy contrario es la labor del escritor constante que ha presentado un discurso y se sostiene con un estilo.
Entonces la pregunta fundamental sería ¿Cuántos ensayos, en su vida académica, es capaz de desarrollar un docente?, ¿Cuántos de estos ensayos pensados, analizados y escritos merecen ser publicados? y ¿Cuántos de estos ensayos han sido publicados en revistas significativas?
El problema más común en el que muchos docentes caen, es escribir e intentar publicar trabajos que no responden al área de conocimiento en el cual se han especializado. Así no es raro encontrar a docentes que publican poesía y narrativa (sin pretender ser poetas o narradores) o en casos más desesperados libros de autoayuda o compilados de frases célebres. Libros que no representan el mínimo aporte para su currículo académico.
Lo ideal sería que un docente (pongamos un ejemplo), especializado en Comunicación Social y catedrático en esta asignatura, escriba trabajos en torno a esta área. No artículos de opinión, sino ensayos que fundamenten una tesis donde exponga un criterio sustentado con adecuada bibliografía y sobre todo que aporte al contexto al que se dirige.

Las revistas académicas
Las revistas científicas y académicas se volvieron casi que exclusivas en el panorama universitario local y global. Por eso las universidades del país continúan creando nuevas publicaciones periódicas que puedan acoger los trabajos de sus docentes y de invitados. Revistas capaces de destacar la labor académica de cada institución, donde los trabajos y la firma de sus autores puedan dar a conocer el nivel de profesionales con el que se cuenta.
Pero la creación de publicaciones periódicas no es un tema que se elabora de la noche a la mañana, este necesita de un proyecto que configure tanto objetivos como propósito del medio, asimismo necesita fondos, personal y autores dispuestos a continuarlo. Contar con un adecuado y comprometido consejo editorial interno y externo que avale oportunamente cada texto publicado.  
Y en este escenario de constantes filtros, cuyo fin es el de publicar trabajos de calidad, la publicación periódica puede continuar o contrariamente estancarse.

Sin excusas para escribir y publicar 
No es necesario esperar a que una revista académica apruebe la publicación de un texto, recordemos que “pensamiento o ciencia no publicada no existe”, y desde esta perspectiva no se justifica la excusa de que un docente deje de escribir y publicar sus trabajos. Las opciones son sencillas, una de estas es la apertura de un blog donde se pueda exponer las ideas, tesis y argumentos desde el área de conocimiento que se proceda.
Un blog, además, es una plataforma digital que no solo llega al contexto local sino global. Un medio capaz de catapultar y reconocer el trabajo del docente escritor (si es que existe el trabajo de por medio). Así desde este constante ejercicio de escritura con fundamento se puede llegar a plataformas de mayor difusión (llámese revistas especializadas en soporte digital o medios en soporte impreso de otras geografías). Las posibilidades son múltiples. 

Docentes no escritores
Escribir, un docente debe escribir y en lo posible publicar, para ello debe acudir a los filtros correspondientes: una editorial, lectores pares, un tutor. Especialistas que logren guiarlo adecuadamente al desarrollo y terminación de un texto.
El docente debe difundir lo que crea, lo que ha puesto en práctica desde su aula, lo que ha investigado y aplicado. Un docente debe dejar un legado y ese legado se trata de sus trabajos: artículos, ensayos, libros.
Porque el docente silencioso, que no escribe ni publica solo le aguarda un futuro: la invisibilidad. Y ya hay demasiados docentes fantasmas rondando las universidades del país.

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