Ya no lo veré
moviéndome la cola al regreso a casa, escuchar sus ladridos en la noche,
espantando gatos o tal vez delincuentes. Ya no correré a su lado, como lo hacía
cada vez que lo sacaba por el barrio.
Ya no escucharé
que sigue enfermo, que no ha comido, que continúa vomitando, que los medicamentos
ya no lo alivian, que su posición sigue siendo la misma desde la última semana:
acostado sobre su cama, mirando, solo mirando, sin pretender levantarse o vivir.
Ya no lo veré,
y sin embargo sus fotos me (nos) persiguen, cientos de ellas en momentos
felices, cientos de ellas para recordarnos su paso en nuestras vidas.
Hoy ha muerto Joshy,
un miembro más de nuestra familia, y lo primero que he recordado, mientras me
alejaba para no verlo “dormir” ante la inyección del veterinario, ha sido a los
otros miembros, a los que pululan en mi interior: Capitán, Pepe, Morrison,
Buba, Gringa, Sury…todos ellos anclados en momentos de nuestra historia. Todos ellos
apareciendo en poemas y relatos, en mis reconstrucciones.
Y la lección
de la vida sigue siendo la misma: vive y deja morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario