miércoles, 30 de julio de 2014

Réquiem al ladrido ausente


Ya no lo veré moviéndome la cola al regreso a casa, escuchar sus ladridos en la noche, espantando gatos o tal vez delincuentes. Ya no correré a su lado, como lo hacía cada vez que lo sacaba por el barrio.

Ya no escucharé que sigue enfermo, que no ha comido, que continúa vomitando, que los medicamentos ya no lo alivian, que su posición sigue siendo la misma desde la última semana: acostado sobre su cama, mirando, solo mirando, sin pretender levantarse o vivir.

Ya no lo veré, y sin embargo sus fotos me (nos) persiguen, cientos de ellas en momentos felices, cientos de ellas para recordarnos su paso en nuestras vidas.

Hoy ha muerto Joshy, un miembro más de nuestra familia, y lo primero que he recordado, mientras me alejaba para no verlo “dormir” ante la inyección del veterinario, ha sido a los otros miembros, a los que pululan en mi interior: Capitán, Pepe, Morrison, Buba, Gringa, Sury…todos ellos anclados en momentos de nuestra historia. Todos ellos apareciendo en poemas y relatos, en mis reconstrucciones.


Y la lección de la vida sigue siendo la misma: vive y deja morir.

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