viernes, 26 de junio de 2009

Arturo Accio: vagabundo de la oscuridad



No estamos solos, hay muchos, cientos, miles de poetas y narradores, colegas clandestinos, retratándose en sus historias, inventándose en las más disparatadas situaciones, en aquellas vivencias comunes y pegadizas a los lectores, andando por lo bajo, por ahí donde andamos muchos, quitándose las máscaras, enseñando piel, arrugas, lágrimas, mostrándose tan cercanos, como panas de años compartiéndonos sus secretos, sus jodas, y también de cómo los han jodido.

Arturo Accio (Guadalajara, 1975) es un poeta mexicano que no constaba en mi lista de autores leídos (sé que aún cientos de otros como él me esperan en algún espacio alterno que ignoro). Ha sido estupendo descubrir a un autor que me ha hecho tener fe nuevamente en la poesía (después de escribir y publicar todo un libro lo que menos tiene ganas de hacer uno es empezar el siguiente). En saber que más allá de la poética que uno intenta mantener se encuentra el mundo no tan feliz pero tampoco tan trágico como el que nos ha acompañado desde el inicio. Eso es importante.



Los títulos de sus poemarios (Poesías Negras, La Sinfonía de los Perdedores, Poesías Muertas, Bisturí, Electro Shock y Vagabundo de la Oscuridad) pegan, dicen mucho de ese poeta que se nos avecina como asesino con puñal oxidado tras nosotros o peor aún de frente, sin miedo, arrecho en su acometimiento. Así leo la poesía de Accio, sin frenos, desbocada, en pendiente, llevándose por delante a quien se haya aferrado a las historias rosas y finales de telenovela. Lo suyo es mostrarnos lo que muchos vivimos, la realidad que nos acompaña en cada paso, y que muchas veces se nos escapa hasta que alguien como él lo hace, lo escribe, lo sufre.

Leí algo que nos puede acercar mejor a la obra de Arturo: “La poesía de Accio más que sonar agria o triste es cruel y dura, a la vez que refleja los pensamientos oscuros de la juventud actual que se llena de miedos al envolverse en caparazones de mentiras y realidades que conducen al suicidio mental continuo”. Los dejo con tres poemas inéditos (de los muchos que me ha enviado) y la dirección de su página http://mx.geocities.com/arturoaccio/inicio para quienes deseen conocer más de este autor.

DEMOCRÁTICO
Las mujeres feas, gordas, viejas,
al igual
que los hombres, feos, gordos, viejos,
se masturban en soledad.

Los modelos sensuales de las cigarreras
vacían en el inodoro su vómito,
llenan sus cuerpos de arrepentimiento,
lloran porque no son amadas como quisieran.

Y yo sonrío
y tú sonríes al pensarlo.

Ya que nosotros somos los que miran
a través de la paredes
hablan con las grietas del techo
durante la madrugada de este miércoles.


POR UN POCO DE INSPIRACIÓN
Ella lo sabía
igual parecía importarle y no importarle a la vez

leer le aburría
el simple hecho de ir a un recital le espantaba
se sentía expuesta

sólo hasta que la dejé de ver
escribiría algo
eso le prometí

A cambio de eso
durante un par de semanas fue todo sexo,
mucho,
absurdo,
desinhibido

Claro que hubo idas a cenar
un poco de cine
y el tedioso ballet

Una noche al dejarla en casa de un amigo
al minuto de arrancar me llegó un mensaje al celular
afirmando que ahora tenía de nuevo mucho de que escribir.


BELLEZA BIZARRA
Mi amada pálida
¿Cómo dejaré de pensarte si siempre está nublado dentro de mí?
si con tus dos únicos colores me has dibujado en la mano
la forma del mundo entero dentro de un corazón a la mitad
que recibe un golpe casi letal siempre

mi cielo está lleno de las cicatrices en tus brazos,
de las quemaduras entre tus dedos

espero que nadie desee estar cerca de ti mucho tiempo

eres tú
una melodía echa en la mente del abismo irreflexivo
eres tú
la brillante noche que cubre mis días melancólicos

Te busqué en un mar tan inmenso
en un mundo para mí horrible/hostil
con el temor latente de perder/disolverme

el cariño de una navaja incendia mi alma
la violencia de tus actos tranquiliza mi cuerpo

tonta
pequeña tonta

sé que lo sabes

ni tú
ni yo
podemos dejar de hacerlo

te extraño como un loco cada vez más
anhelo la autodestrucción como tú anhelas la inmortalidad

infusión de mandrágora
colage de aves que nadan en el ártico

cuando estoy contigo pertenezco al club de los hombres felices
de los imbéciles que se dan por vencidos satisfechos
quisiera poder borrar lo que me empeñó en remarcar pero no puedo

aunque en un momento ya no quiera que existas
y tú también desees borrarme
te prometo todos los momentos quererte un poco menos
pero nunca lo suficiente
como para dejar de amarte.



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