El género de la ciencia ficción en Manabí ha sido
nulo, no existe registro de obra publicada que se haya dado a conocer tanto a
nivel provincial como nacional (y sostengo esto ante la equivocación de que
exista algún trabajo publicado y sin difusión). Y el hecho de que haya pasado
esto es un síntoma de que la ficción ha tenido una tradición más vinculada a
otras tendencias, a otras miradas.
Por ello la publicación de El arca de los sueños (Ministerio de Cultura y Patrimonio, 2018) del
autor Richard Cedeño Menéndez (Portoviejo, 1982) marca un antes y después en la
publicación de obras en el género de la ciencia ficción. Una mirada, desde la
literatura, que explora no solo la posibilidad de otros mundos y
civilizaciones, sino que devela una introspección en el plano filosófico de la
voz narrativa. Todo un cúmulo de conjeturas respecto al pasado y el presente,
que resulta siempre un futuro extraño.
En esta obra, compuesta de siete relatos, no solo se
nota la influencia de autores destacados del género como Isaac Asimov o Philip K.
Dick, también hay una carga de Orwel y Bradbury, sobre todo donde se denota la preocupación
que tiene el individuo dentro de un mundo (o mundos) controlado, donde la
individualización resulta peligrosa.
Relatos para mirar hacia las estrellas, pero también
para volver la mirada, a ese pasado que guarda respuestas, que tiene
advertencias que no se quiere tolerar. Aquí la historia tiene un papel
importante dentro de la ficción. Aquí la historia siempre es el motivo de los
viajes espaciales, de la conquista de otros mundos. Aquí la historia le dice al
lector que la ciencia ficción es inevitable, y que mirar más allá siempre será
la primera opción para que sobreviva una especie.
Cedeño no solo explota bien sus conocimientos sobre
ciencia y tecnología (requisitos básicos para los escritores de este género)
sino que dota a sus personajes de una sensibilidad atractiva. Alejados de ese
automatismo que siempre se ha buscado en el individuo.
Pero dos textos (fuera de los relatos), desde una
apreciación personal, están de más: el prólogo (que no suma ni resta al
concepto del libro) y el prefacio (que devela el halo de misterio de la obra). Sumado
a ello que el libro, al tratarse de una obra primera en su género en una
provincia con tradición narrativa más realista, no ha tenido la difusión y
promoción que debería tener.
Sin embargo, El
arca de los sueños, es un libro al que debería sumergirse en sus páginas
todo aquel seguidor de la literatura de ciencia ficción, del cómic y sobre todo
de la filosofía. Sus historias no decepcionan.
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