El asumir la
escritura como un oficio de constante, intenso e imparable trabajo va más allá
del hecho mismo de escribir, corregirse y publicar. Otros elementos y recursos
complementan el trabajo con las palabras. Poco sirve que un genio publicado no
sea conocido en su misma ciudad, que no tenga los contactos suficientes en
otras ciudades y países, que desconozca la internet y sus herramientas
difusoras, y que su nombre sea únicamente el que aparece en tarjetas de
presentación para un contexto local, donde no pasa nada.
La realidad
es que todo escritor pretende vivir de lo que escribe (sin importar la calidad).
Todo escritor sueña con reconocimientos nacionales e internacionales. Todo
escritor busca, a toda costa, ser publicado en sellos de editoriales
franquiciadas. Y sin embargo, muchos escritores jamás llegarán a ser conocidos,
sucumbirán en el anonimato más ridículo de este siglo. Todo porque estos
escritores no han pensado en su oficio como una inversión a largo plazo.
Los
libros
Escritor que
se respete será siempre un buen lector. Desde el libro ajeno empieza la
inversión personal. Se busca disfrutar de historias, pero en este proceso
también se va reconociendo estilos, estructuras y técnicas.
Por ello una
biblioteca, desde la perspectiva del escritor, será un espacio enriquecido por títulos
y autores que responderán en primer lugar al gusto, y luego a la influencia que
se busca y mantiene.
Los libros de
colegas escritores siempre mostrarán el panorama local o global (reconocer que
en otro país alguien más trabaja sobre las mismas obsesiones siempre será
bienvenido).
No se trata
simplemente de comprar libros y lucirlos en estantes, o peor llevarlos en la
mano a todas partes para demostrar que se es lector. Se es lector y se busca
libros porque significa un acercamiento necesario a otras voces, historias y mundos.
Los
amigos
Aunque para
muchos escritores el amiguismo, compadrismo, ñañismo sea mal visto, es necesario
(y casi siempre los que critican son los más afanosos en este plano). Las
buenas relaciones con otros escritores dan múltiples posibilidades a un autor, sobre
todo si estas amistades responden a otros escenarios y contextos. No se trata
de hacer “favores”, se trata de sostener una amistad que busque objetivos en
común: lecturas, manifiestos y la posibilidad de llegar a otros espacios.
Recomendación
vital de sobrevivencia: no casarse con ningún amigo que represente a un
determinado grupo o colectivo literario, no volverse parte de conflictos que no
los involucran (algo común en nuestro país) y sobre todo cuidarse de los
“amigos” aduladores, de los comentaristas ridículos que prefieren hablar
(escribir) del autor y no de su obra.
La promoción
La mayor
inversión literaria para un escritor se concentra en la promoción de su obra (salvo
que se trate de un autor corporativo que no tiene esta necesidad, puesto que el
sello editorial al que “pertenece” se encarga de esta labor). Para este trabajo
existen muchos recursos, como el hacerse de una lista de autores, editores,
periodistas, blogueros, reseñistas, comentaristas y críticos literarios a los
cuales enviar el o los libros y tener la posibilidad de generar lecturas.
También el de considerar la creación de un blog o página web donde conste una
detallada biografía, fotografías, obras publicadas, adelantos y fragmentos de
trabajos inéditos, novedades concernientes al ámbito literario y sobre todo
contactos (correo electrónico y casilla postal, evitar dirección domiciliaria y
números telefónicos: piensen en la desgracia de Paul Sheldon en Misery).
Las redes
sociales son, en estos días de novelería mediática, claves para que un
“escritor” vaya socializando con similares y lectores. No descarten las
fotografías asociadas con el entorno literario, aunque siempre pesará más saber
que un escritor es alguien muy cercano, que recorre los mismos lugares y tiene
interés por cosas y temas comunes y actuales.
Y no olvidar
la participación constante en ferias de libros (las que organiza el estado son
las más organizadas), sea mediante un stand grupal o individual.
Los resultados de la inversión
Si se ha
hecho una correcta “inversión literaria” los beneficios pueden ser de distinta
clase, desde el generoso artículo (reseña, entrevista, perfil, crítica) en el
diario nacional (ya no piensen localmente), hasta la inclusión en alguna
muestra -poética o narrativa- de alcance internacional.
Sí, el
soporte físico sigue siendo atractivo, pero que esto no sea un impedimento para
disfrutar de las posibilidades y alcances que ofrecen los soportes digitales
(libro y revista), los más importantes en estos días globalizados.
Finalmente la
inversión tendrá grandes resultados si la obra del escritor es de calidad, si
llega a defenderse y valerse por sí misma en el mercado editorial. Puesto que
una correcta promoción concretará los puentes necesarios a editores y sellos,
los que no concreten nada quizás descubran a tiempo otro oficio.
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