sábado, 26 de enero de 2013

El abismo de los justos


La comunidad poética ecuatoriana (si es que puede calificarse como tal dejando de lado las diferencias radicales que acompañan a los colectivos y a los individualistas) sigue sumando nombres y obras a su lista. Abel Ochoa (Guayaquil, 1986) es uno de ellos, su ópera prima se ha titulado El abismo de los justos (El ángel editor, 2012).

Un poemario que se desarrolla en ambientes oscuros, donde la muerte, la ausencia, el amor, la herejía son los detonantes de cada historia. Algo inusual de esta obra es la estructura métrica de varios de los poemas, lo que no corta el discurso sombrío.

Personalmente me quedo con tres fragmentos, y que el abismo siga su curso:

Olvidé mi inocencia un día oscuro
en el rincón del mísero priorato,
(Crónica de una ninfómana, p. 37)

Hoy vomito sobre mi silencio
tratando de incendiar
el graznido de los cuervos
                  en mi garganta.
(En mi garganta, p. 49)

Soy un enjambre de lo que no soy: espejos licuados, un abismo en un abismo.
(A cuestas, p. 70)


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