Dentro de las últimas publicaciones de El Quirófano ediciones, ha sido grato y provechoso leer Distintos modos de evitar a un poeta: poesía cubana del siglo XXI, compilado por Lizabel Mónica. Una muestra que agrupa a 25 autores de Cuba, todos desentrañando a su país desde distintas perspectivas, todos apostando por poéticas individuales y que en algunos casos coinciden en esa mirada decadente y quemeimportista de la “revolución”.
Así autores como Legna Rodríguez Iglesias (1984) reafirman esta lectura:
Sobre la ataúd de mi grandfather
hay flores nacionales
ese hombre luchó en una guerra
hace más de 60 años
una guerra por la libertad
liberarse de lo que lo ata
es la lucha común.
(…)
ya escribí cosas, grandfather
y esa es la mejor revolución
que haré.
(Tregua fecunda, p. 15)
O aquellos versos de imágenes fuertes que expone Leymen Pérez García (1976):
La poca luz de la lámpara de aceite y la humedad no era suficiente
Para pensar en los seres y las cosas que el país abandonó.
(En un poema de José Kozer, p. 18)
Se han acumulado demasiados silencios en la madera que rozo,
en la ropa traída de Rusia, en la memoria.
(Traída de Rusia, p. 18)
La realidad desgarrada que acompaña la poesía de Yunier Riquenes García (1982):
A 26 mil pies no se ven las llagas y las supuraciones, los locos y los mendigos que rellenan las ciudades. Desde esta altura eres una postal inmóvil, pero recuerdo la ambigüedad de las postales rusas.
(He sobrevolado a 26 mil pies, p. 20)
Cuba desde sus rincones, desde aquellas voces que nos hablan de la prostitución como herencia (La maestranza de Oscar Cruz) de la traición y sometimiento literario (El forraje y el corral de Daniel Díaz Mantilla) la violencia en su pureza extrema (Huérfanos y hambrientos: la misma especie de hace siglos de Yanier Hechavarría) y demás temas expuestos entre líneas en los poemas de los autores participantes.
Pero más allá de la poesía que agrupa esta obra, está aquella introducción de parte de la compiladora: reveladora y cruda en su realidad: “En Cuba no existe ninguna editorial que sea accesible o tenga presencia fuera de nuestras fronteras geográficas. A esta situación se suma la contundente crisis editorial del país”. Sumado a que “Desde hace dos décadas, el libro cubano tiene un promedio de 50 páginas, tanto para los géneros de cuento, poesía e incluso el de novela”, mientras que en otros países (como en Ecuador) los libros, las páginas y el papel siguen desperdiciándose en “poetas” huecos y versos detestables.
Imposible analizar en su totalidad a cada uno de los autores de la muestra, dos o tres poemas no representan ni resumen sus obras individuales. Lo que si se reconoce es el trabajo selectivo de la compiladora, a quien, sin embargo, habría que reprocharle el haber caído en el juego reiterativo de muchos compiladores: incluirse en la muestra y justificarse dentro de ella.
1 comentario:
una nueva antología, incluido en ella. gracias a la antóloga. los invito a mi web www.claustrofobias.com, un poco de literatura cubana y latinoamericana convencidos que desde Cuba cabe el mundo.
Publicar un comentario