A Ray
Bradbury le debo muchas horas de lectura, muchas historias y personajes, excelentes buenos momentos, y un epígrafe envolvente:
La
muerte no existe. Nunca existió, nunca existirá.
Pero
la hemos dibujado tantas veces, tantos años,
tratando de apresarla, de entenderla, que
vemos en ella
algo
así como una entidad, extrañamente viva y ávida.
Y
sin embargo, no es más que un reloj detenido,
una
pérdida, un final, una sombra. Nada.
Ray
Bradbury, La feria de las tinieblas.
Paz en su memoria, y a continuar redescubriendo su obra.
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