Encontrarse con un poemario de Augusto Rodríguez (Guayaquil, 1979) ya no es novedad, y no porque se desvalore su obra, si no porque ha logrado afianzar su poesía y demostrar ante muchos editores nacionales e internacionales que como escritor está comprometido con su trabajo. Esta nueva colección bilingüe (español-francés) titulada Las islas vírgenes de tu cuerpo (El Quirófano ediciones, 2011) puede confirmar este compromiso.
No se trata ciertamente de una obra con trabajos inéditos en su totalidad, porque el libro funciona a manera de recopilación personal, revalorando sus últimos poemas, algunos intactos y otros reescritos, uno de ellos El beso de los dementes, que denota una mayor precisión en su enfoque temático, con un mejor ritmo, con una exacta angustia copándolo todo (aunque me quede la duda de aquella quinta parte también publicada en un poemario colectivo con el nombre de La última frontera).
Y aunque la ligereza de la portada sea un punto en contra (¿ha sido adrede la simple foto como símbolo corporal del amor universal o se trata de un compromiso emotivo?) sostengo que Rodríguez es más, mucha más poesía que espera cobijarnos, por ahora nos arropamos con lo que tenemos a la mano, como este poema que atrae con fuerza:
Invocación a los muertos
En esta noche
recuerdo a mis muertos
como quien inmortaliza
el primer hueso de la pobreza
el pájaro verde de la historia
el lápiz que escribió
por primera vez
nuestros apellidos.
Peces salvajes
navegan en mi memoria
y descubren la calavera
que esconde la escritura de los vivos.
En esta noche
recuerdo a mis muertos
invoco sus fantasmas
enciendo la luz de las velas
para recibirlos
con mis brazos mutilados.
2 comentarios:
No sé cuál es el mérito de Rodríguez. La de la foto, es la novia; la editorial en la que publica, es de él mismo... Suficiente... o sea, q tiro?
Aprovecho para comentar que estoy de acuerdo con lo de la portada, tal vez fue un desliz o un romanticismo extremo pero como dicen por ahí: "el amor te ciega". Por lo demas, "très bien"
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