jueves, 21 de enero de 2010

“La poesía ecuatoriana y universal, siempre gozará de buena salud”


Gracias a Patricio Lovato, un amigo local preocupado e interesado ferviente del crecimiento literario manabita, me llega este breve diálogo mantenido con el poeta Iván Oñate, conversación a propósito de la lectura que compartirá Oñate con algunos poetas manabitas, en lo que promete ser la primera de una serie de lecturas.
Para quienes no son ecuatorianos y desconocen la trayectoria de Iván Oñate, los dejo con un breve resumen que no detalla todo lo referente a la vida literaria de este autor, pero que por lo menos nos da un visión comprimida de ella: Iván Oñate (Ambato, 1948) Poeta, narrador y catedrático universitario. Ha publicado en poesía: Estadía poética, En casa del ahorcado, El ángel ajeno, Anatomía del vacío, El fulgor de los desollados -antología- y La nada sagrada; y en cuento: El hacha enterrada, La canción de mi compañero de celda. Consta en antologías nacionales e internacionales. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, italiano, griego, alemán y francés.


¿Cuándo nace un poeta?
Cuando toma conciencia de que las tres dimensiones que fundamentan al mundo, no bastan para la verdadera existencia. Es demasiado chata la vida y hay que rebelarse contra esa geometría simplista.

¿Cuánta originalidad pone el autor en su poesía?
La misma originalidad que un enamorado deposita en su amor o la misma originalidad con que la muerte consume nuestras vidas. La poesía no miente, tan es así que un buen poeta hace de las más descabelladas Mentiras, la más hermosa verdad. Esa es la misión de la poesía.

¿Quiénes nutrieron su poesía?
Indiscutiblemente los grandes poetas de este universo: Vallejo, Borges, Neruda, Dávila Andrade. Pero también la gente y la vida que conocí. Siempre alguien tenía guardado para mí un verso.

¿Cómo es el camino caminado?
Sumamente apasionado. Por felicidad, no he conocido el aburrimiento. En todos los instantes de mi vida he estado, ya sea feliz o desesperado. He habitado en las ambigüedades del paraíso, pero también en la precisión implacable del infierno. Dolor y felicidad son las caras inevitables en todo camino.

¿Qué miedos atraviesa el poeta para volverse narrador?
Sobre todo el miedo a la pobreza. El narrador es un poeta que quiere volverse rico. Esto que parece una broma, de algún modo es una insoslayable verdad. Pero también tengo otras respuestas para la hora de la prosa y otras para la hora de la poesía.

¿Cómo conviven el poeta, el narrador, el profesor con Iván Oñate?
Felizmente muy bien. Primero, porque la poesía es quien elige la cita. Ella decide el cómo dónde y cuándo. El narrador, en cambio, es un poco más terrenal. En este oficio se conoce la disciplina y la fatiga, no así en la poesía. La cátedra es un espacio de reflexión. Sirve para abstraer la carga humana.

¿La poesía ecuatoriana goza de buena salud actualmente?
La poesía ecuatoriana y la poesía universal, siempre ha gozado y gozará de buena salud. La poesía es un acto solitario y singular. Por eso, es una tontería creer que hay malos tiempos para la poesía. Paradójicamente, la poesía siempre estará como algo inversamente proporcional a todo. En buena hora.

¿Qué prioridad tiene Iván Oñate ahora?
Voy a filmar una película en la que haré el papel de un profesor que está loco y se cree Marlon Brando. David Nieto Wenzell, es un joven director que parece no hizo mucho esfuerzo para elegirme. Es una experiencia nueva para mí y por eso mismo, sé valorarla. También viajo México en febrero a dar una conferencia y a leer mi poesía. Tener una vida estética, eso siempre será lo prioritario.

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