lunes, 4 de enero de 2010

El vampirismo desde otra perspectiva

Para quienes hayan leído con afán Soy leyenda (1954) de Richard Matheson, Nocturna (2009) de Guillermo del Toro y Chuck Hogan les parecerá una novela no tan interesante. Sin embargo para una considerable población de lectores -desconoceros de la obra de Matheson- resulta una novela que atrapa, porque trata un tema que por tradición ha sido uno de los preferidos para las novelas de terror: el vampirismo.

Pero este vampirismo no se estanca en el cliché hoollywodense (donde colmillos, estacas y ajo han sido una constante) si no desde terrenos más complejos, donde los argumentos científicos logran un peso determinante en la historia. Entonces el vampirismo adquiere un matiz de enfermedad al borde de una plaga cuyo espacio geográfico en peligro es Manhattan.


Y aunque la novela vuelve a los antecedentes mitológicos de obras antecesoras, donde la plata, la luz, y recursos radicales como la decapitación para eliminar a todos aquellos “no muertos” que buscan desesperadamente alimentarse e infectar a los demás, las variaciones son determinantes y sin duda causantes de que la trama logre una independencia propia. Porque desde la forma de extraer la sangre de las víctimas (antes efectuada por mordida en el cuello con filosos colmillos y ahora extraída mediante una lengua con una especie de aguijón en la punta) hasta aquella mutación de cada infectado, la novela aporta con lo suyo a la ya extensa bibliografía en el tema.

Eph (el científico) y Abraham Setrakian (el viejo cazador representante del mito) son los protagonistas de esta macabra obra, cuyas vidas están trazadas por la venganza hacia el Amo, aquel vampiro superior causante del caos que amenaza a la humanidad y que sobre todo ha arrebatado a los seres que más han significado en la vida de ellos.




Nocturna va para largo, a penas este primer libro de la trilogía ya nos deja muchos cabos sueltos, como que el Amo no es de la Tierra, o que la mutación de los infectados aún no llega a su último estado. Si todavía no se han enfrentado a esta obra, háganlo, la muerte aparece en a penas un corte imperceptible en la garganta.


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