miércoles, 30 de diciembre de 2009

p-o-e-s-í-a

Hay poemarios y poemas que nos acompañan siempre, a los que acudimos con afecto, como si los hubiesen escrito solo para nosotros, pensándonos, hurgándonos, transcribiéndonos hasta el plagio vital. Esos poetas son los que cuentan, porque nos hablan de la vida, la muerte, el amor, el odio, y esos repetitivos temas eternos y lugares comunes (que en su creatividad superan esta base), tal y como nuestra emotividad los consume mordisco a mordisco.

Puedo pasar 24 horas respirando (como si se tratase de mi oxígeno salvador) dos o tres versos, incluso un poema completo. Inyectarme una dosis sin fecha de caducidad de algún poemario duro y conmovedor. Someterme a una diálisis creativa para que toda la poesía interna que me circula salga y vuelva renovada. Sufrir una metamorfosis ante la sola palabra p-o-e-s-í-a.

Pero hay días en que la poesía se vuelve difícil de tragar, como pescado con espina. Y preferimos dejar que el tiempo nos renueve, y nos sometemos a nuevas inyecciones, diálisis y metamorfosis, solo para descubrir lo que ya sabíamos: el problema no es el lector, es la poesía que leemos, una desahuciada masa condenada.




Así encuentro a los poemarios En el braille de tu piel (2008) y X mi derecho a decirlo (2009) de Darío Ramos. Libros condenados al anonimato, al fracaso global (aunque el éxito local nos diga y responda a otras cosas). El primero por presumir de erótico mientras cae en lo chabacano y trivial. El segundo por aproximarse demasiado a la poesía de cartel: aburrida para este siglo de intensidad en sus múltiples temas de espaldas a la política.

Ya Bukowski lo dijo en su poema A la puta que se llevó mis poemas:

…siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como dijo Dios,
cruzándose de piernas:
“veo que he creado muchos poetas
pero no tanta poesía”.

Y el viejo sabía que cientos y miles de poemarios continuarían publicándose, después de llegar a su tumba, pero que solo los más destacados sobresaldrían.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta entrada es mucho mas desgarradora y vital!.Creo que ha vuelto el Alexis de aquel vecindario sangriento.la poesìa no solo acaba en el gastro visual.Dylan decia que, para leer las buenas invenciones, hay que leer las malas;pero Bukowsky volteò el cràneo del prisma de la idea beckeriana, de que cuando el poeta renuncia a su musa, siempre habrà poesìa(segùn mi vulgolèxico..)¿Independencia del ogro altìsimo, o mera sàtira?.Alexis, un saludo, y felices navidades .Ya huele a chamusquina el año viejo de esta joven amistad!