lunes, 14 de diciembre de 2009

Una temporada sin repetición


Miguel podría ser mi pana, es el tipo aniñado al que le resbala serlo, el borracho con el que compartir litros hasta morir, el de la grifa y coca hasta que tu nariz sangre y te desplomes, el cinéfilo, el rockero, el vago especializado. Sí, podría ser un pana agradable con quien enfrentar el caos y el desencanto al que la vida nos reta.

Su historia es la típica del universitario enrolado en una carrera llevada por compromiso, que le apesta y termina con el mayor desgano posible. Su refugio ideal: el alcohol, con el mundo derrumbándose y él desde el centro girando hasta el cierre de una noche repetitiva. Es un chucha. Sus panas son dañados, y al igual que él rebeldes al programa que otros han intentado imponerle.

Clara es el amor platónico que lo utiliza para intentar ingenuamente una vida contraria a la que ha asumido sin chistar. Le ve las huevas, lo jode más, y justamente es el punto final para que tire la toalla.

Podría ser mi pana pero solo es el protagonista de Hablas demasiado (Alfaguara, 2009) la primera novela de Juan Fernando Andrade, que pega, retrata una vida en la que muchos (desde distintos espacios aunque similares tragedias) nos hemos refugiado, deshecho y reconstruido.

La voz narrativa de Andrade fluye con mayor intensidad en esta obra. Si ya nos habíamos enganchado con algunos de los cuentos de Dibujos animados (sobre todo de Love song) en Hablas demasiado aparecen los mismas preocupaciones (¿qué hago? ¿a dónde voy?) y temas (rock, cine, amor, desamor, alcohol, sexo) pero llevados al límite, tal y como nos gusta, o gustó, o gustará la decadencia de una buena temporada que definitivamente no debe repetirse.

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