jueves, 23 de octubre de 2008

El poeta: voz y profesión




Soy el verbo en celo
y en celo está mi verso
Dina Bellrham


El poeta debe escribir en torno a lo que sabe y vive, esa es, por lo general, la regla a la que se refugian los poetas identificados como sinceros consigo mismo y con su obra. No podemos concebir a un Ernesto Cardenal hablándonos del amor sin inmiscuir el tema social de por medio, a un Euler Granda denunciando los absurdos de nuestra patria; desde luego podemos encontrar a un José Emilio Pacheco dejándonos ver su apreciación pasada y presente de la humanidad mediante su obra individualista. Pero todos, sin excepción, escribiendo desde sus experiencias, mostrándose y mostrándonos el mundo desde su apreciación.

Con plexo de culpa (Allpamanda, 2008) de la guayaquileña Dina Bellrham (1984) es un poemario escrito desde la sinceridad y sobre todo de la realidad de su autora, que no escatima inmiscuir insistentemente un lenguaje médico (o por lo menos una recurrente terminología en esta rama) resultado, sin duda, de su cercanía con esta ciencia que estudia. El mismo se descubre en los versos que Bellrham ha creado para delatar sus interioridades. Pero esto solo de forma, porque la poesía de esta joven autora es una revelación insana, que se apropia del lector hasta devastarlo en el aparente desentendimiento de su poética: “He decidido dejar demencias / en mis plumas de cóndor níveo”.

“Necia la médula / que fermenta mis pestañas / de buscarte a hurtadillas / cuando la noche muere / y tu voz disipa febrículas” dice la voz poética. Y es que esta obra se aferra al juego de palabras, metaforizando, encubriendo temas como el amor, la tristeza, aquel existencialismo perdurable; que a pesar de ser temas eternos, intentan darle toda la individualización posible para personalizar este su primer trabajo. La autora lo logra, su poesía es una amalgama de formas y desformas, de esencias absorbentes y casi siempre desconcertantes: “La tristeza es mi duende encantado / que me abriga la incoherencia caducada” o “El suicidio es mi orgasmo de té”; aunque términos (muchos de ellos acertadamente compuestos, otros no) como: disnea, necrosándote, alopécicos, afásica, cefalea, entre otros, resulten a veces trabas al entendimiento del lector.

Poesía dura de digerir, complicándonos la existencia, tanto o más como la poeta lo ha hecho con la suya; por ello la depuración, el autosacrificio reflejado en cada verso.

3 comentarios:

Antonio Vidas dijo...

Diriámos como la vida de Verdi Cevallos Balda en un sanatorio de locos.Esperemos que está clínica de la voz suture los espacios que aun quedan entre el poeta y el lector apostando por el surealismo forense!!!

Dina Bellrham dijo...

Vaya, recién me topo con esto, buen comentario, me gusta eso de los comentarios a mi obra... siempre queriendo atraparme de manera lúdica... siempre... casi nunca sé si me atraparon o no...

D

Abrazos y duendes.

Unknown dijo...

viva Dina yo no tengo su libro, ninguno me toca leerla en le blog domá!!! pero bueno voy a ver si me consigo uno a mil dolar por ahi!!!