Creo que fue a finales del noventa cuando mi hermano apareció en la casa con un libro que le había llamado la atención, no por el título, menos por el nombre del autor, sino porque incluía una partitura que a la semana ya sabía y le aburría repetir (es un guitarrista que toca todo cuanto llegue a sus manos).
El libro no permaneció mucho tiempo con él, porque el título me desconcertó y atrajo desde que lo leí: En la ciudad he perdido una novela. Ese fue mi primer encuentro con la obra de Humberto Salvador, ahora, muchos años después de aquella íntima reunión, vuelvo a encontrar otro libro que, a diferencia del primero, no es directamente de él, sino sobre parte de su obra.
Es triste reconocer que desde En la ciudad he perdido una novela no haya vuelto a leer ninguna otra obra de Salvador, pero no me culpen por vivir en una ciudad donde las librerías no existen y las papelerías, que intentan suplir esta necesidad, no cuentan con los libros que interesaría adquirir.
Obsesiones urbanas (El Tábano, 2007) del quiteño Juan Secaira, es un ensayo que trata parte de la obra de Humberto Salvador, específicamente sus dos primeros libros de cuentos Ajedrez (1929) y Taza de té (1932). Es un texto ágil que en primer momento muestra al hombre e intelectual que vivió en una época en que la afiliación política e ideológica amoldaba a los escritores a temas específicos en pro de una causa (el socialismo), pero también está ese segundo momento donde el autor de este ensayo se adentra en las temáticas abordadas por Salvador, en como el autor analizado se rebela (en cuanto a forma, mas no en fondo) contra la literatura de su tiempo para intentar ir más allá, proyectando desde ese urbanismo demencial que lo rodea, historias de aparente desligadura a la denuncia social, pero que habitan en cada una de las tramas que se desglosan en este libro.
Se trata de un trabajo consistente, tanto en la parte bibliográfica como en los planteamientos analíticos que se hacen. Secaira ha logrado de forma entretenida (quién ha dicho que leer no lo es) ofrecer un libro que a partir de una parte, de la extensa bibliografía que posee Salvador, volvernos privilegiados al ir descubriendo los símbolos, recursos, personajes y escenarios, con los que este autor trabajó para crear una obra que por distinta a lo que se hacía en su década (treinta) no tuvo los reconocimientos debidos para que haya continuado ese sendero creativo (caso similar a Hugo Mayo) que se descubre -y recupera Secaira- en sus dos libros de cuentos.
3 comentarios:
Estimado Alexis:
gracias por haber leído el libro y por tu comentario y análisis diáfano y puntual, especialmente por señalar que el libro es entretenido y se deja leer, es una de las cosas que perseguía al escribirlo.
Un abrazo,
Juan.
Sí, se trata de un texto del que se disfruta mucho leerlo, ojalá y otros lectores puedan hacerlo como yo.
igualmente un abrazo desde este puerto enloquecedoramente NAVIDEÑO
es verdad
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