sábado, 29 de marzo de 2025

La higiene que ignoramos


 

For Keeps? (1988, John G. Avildsen) no solo es la historia romántica y al borde del fracaso de dos adolescentes: Stan y Darcy; es también el retrato de las responsabilidades y la desesperación a una edad poco adecuada para la crianza y la independencia. Una película que fue el grito de una problemática norteamericana y que se replicaba en países como el nuestro.

Pero el film presenta un elemento que no tiene nada de romántico y que más bien lanza al abismo la idea de que el “amor lo soporta todo”, y que el “amor es lo único que importa en una relación”. Cuando los protagonistas, ya convertidos en padres, deciden vivir en un pequeño departamento de un solo espacio con una particularidad: el baño (el inodoro, la taza) queda en medio de la pequeña sala; ahí deben montar una carpa para lograr algo de privacidad.

El baño en la sala es solo uno de los muchos problemas que la relación de ellos presentará, pero este elemento: el inodoro, siendo un mueble en medio de todo, acentúa un tema que debería ser el interés de todos: la higiene.

Y es que un inodoro expulsando gérmenes en muchas de sus descargas, acentuando el mal olor en el espacio en el que se encuentra, acumulando papel alrededor (para los tradicionales) en tachos atestados…todo un escenario para que el amor empiece a diluirse.

Sumado a lo anterior la cultura antihigiénica que predomina en el ciudadano promedio: jamás lavarse las manos o hacerlo sin jabón (que vendría a ser lo mismo) y negándose a una limpieza más adecuada con lavado antes que una limpieza a media con papel.

El inodoro como el lugar de caos para arruinar todo amor naciente. y, aunque For Keeps? no va del tema tratado, ese momento, esa escena de Darcy enseñando una mano fuera de la carpa para anunciarle a Stan que está en el inodoro, y él denotando con su mueca el olor y desagrado del acto que sale del pequeño espacio, es solo uno de los múltiples problemas.  


miércoles, 5 de marzo de 2025

Eduardo Guevara Valencia: “Conocí al personaje principal en la realidad”

Eduardo Guevara Valencia, firmando un ejemplar de su novela.



Eduardo Guevara Valencia es un escritor que se mueve bajo perfil, que prefiere que su obra habla por él. Lo suyo ha sido y es la publicidad y el marketing, profesión que lo ha llevado a tener experiencias fuera de Ecuador, como vivir en Omán, país asiático donde trabajó y conoció al que sería el protagonista de su ópera prima: un Sultán cuya vida le resultó novelesca.

Residente en la parroquia Mindo, vislumbró la posibilidad de juntar dos mundos disímiles: Omán y Mindo, y creó un puente femenino: Melina, la aventurera protagonista de El Sultanato de Mindo, su primera novela que nace con paso firme.

Lo contacté a la distancia y mantuve un breve diálogo para conocer más de su obra y las motivaciones de fondo.

 

Eduardo ¿cuándo y por qué surge tu interés de escribir una novela?

Conocí al personaje principal en la realidad. En cuanto lo vi supe que era una persona muy especial y a medida que más conocía sobre él y la historia de su país, supe que era un personaje de novela. Años después lo junté a experiencias más actuales y de pronto la historia estaba clara en mi cabeza. Después sólo fue trabajar con las palabras.

 

¿Cuánto en la novela ha surgido desde la vivencia del autor?

Bastante. Lo que faltaba fue fácil imaginarlo.

 

Mindo, España, Omán son geografías disímiles entre sí, solo emparentadas por el recorrido de Melina ¿por qué?

Porque la condición humana es la misma. Las diferentes culturas y la geografía solo cambian la forma de expresar esa esencia.



(Cuerpodevoces, 2025)



Casi siempre las historias modernas se desarrollan en grandes ciudades ¿qué determinó que tu novela transcurra una buena parte en Mindo?

Mindo es una subcultura muy particular, sus valores, intereses, formas de vida provienen de la cultura dominante, pero acá se manifiestan exacerbadas, a veces primitivas. Y se desarrollan en un entorno natural, que sirve de escenografía dramática, dándole color y fuerza a las acciones cotidianas más simples.


Omán es un país árabe que puede resultar extraño para los lectores ¿por qué trasladar tu historia hacia allá?

Porque ahí nació la novela. Y quizás sea un atractivo diferenciador para el lector curioso y para aquellos de mente abierta.


Aunque no se trate en esencia de una novela política hay toda una lección de cómo funciona el poder tras el poder ¿qué buscaste al acentuar este tema en la trama?

Esa parte es tomada de la historia del país. Yo solo añadí algunas pinceladas literarias.


Traición, usurpación, crímenes sin resolver, pactos bajo la mesa… paralelismos del poder en Omán que se parecen a cualquier país suramericano ¿esta fue la intención?

Exactamente. Los hechos narrados y que tienen relación con tu pregunta, se repiten en casi todos los países dependientes. Es la historia conocida del despojo y el dominio económico y político. Casi siempre mediante la fuerza. 


La novela transcurre en una época anterior al teléfono celular y redes sociales ¿hubiera funcionado igual la historia en este tiempo?

Creo que no. La revolución de las comunicaciones en el siglo XXI cambió la forma de interrelacionarse entre los seres humanos. Ubicarla en aquel tiempo pasado le da un halo de nostalgia a la novela, quizás también algo de misterio.


La música es también un elemento importante dentro de la historia ¿a qué se debe el interés?

El arte es uno de los temas que explora la novela, en diversas expresiones. ¿Como no incluir la música? Sí, es una pasión compartida entre el protagonista y el autor.


¿Podría caber la posibilidad de una segunda novela acompañando a Melina y sus aventuras?

Estoy bregando por encontrar una nueva historia. No creo que Melina quiera volver. Ya hizo suficiente.


lunes, 3 de marzo de 2025

El sexo paga las facturas



 

El fracaso, casi siempre, llega de forma inesperada; una sorpresa para arruinar cada burbuja individual. De ahí la exposición a la realidad y sus encrucijadas. Porque tocar fondo es también perder la vergüenza para solicitar ayuda a quienes menos se esperaría acudir.

Y Mikey Saber es un fracasado. Poco interesa su historia como actor porno desempleado, las anécdotas con sus coestrellas, las horas de grabación, las escenas desarrolladas y los premios logrados. Lo que en verdad interesa es reconocer en él la representación del fracaso y su anhelo de extensión de su ruina.

Esta extensión decae en Strawberry, la joven (y aún menor de edad) que conoció en la tienda de donas. La joven que ha enamorado y que intenta integrar al mundo del porno, porque tiene “talento”, porque no se cohíbe ante la cámara, porque el amor que siente ella por él parece capaz y perfecto para decidirla a hacer carrera en este negocio.




Hay un individualismo corrosivo en el decir y actuar de Mikey, uno que va delatando a un tipo con poco o cero escrúpulos para entender el amor. Ese sentimiento que parece no conocer o que extirpó hace mucho en su vida, porque el sexo lo es todo: los cuerpos, sus acciones, la posibilidad del entretenimiento constante. Porque el sexo paga las facturas, el amor solo representa gasto.

Todo esto es Red Rocket (2021, Sean Baker). Un drama absurdo como la vida. Fragmentos de una vida condenada al fracaso. Con un actor porno dando tumbos en su propia desdicha. 

jueves, 20 de febrero de 2025

Ronald Intriago Holguín: “El poder enmascara una ideología”


A los 17 años, Ronald Intriago Holguín, tras graduarse como bachiller en el Colegio Nacional 5 de Junio de Manta, recibió la oferta de una beca para estudiar en Rusia. Era 1973 y rechazó la propuesta, decidió quedarse en Ecuador. Esta negativa a la aventura de estudiar y vivir en otro país tal vez fue el punto de partida para desarrollar su interés en la historia, cultura y literatura rusa. Quizás este fue el primer paso de lo que se volvería una obsesión investigativa y lectora.

La anécdota de como su vida pudo ser diferente me la cuenta en su despacho: una oficina donde lo que más sobresale son libros y carpetas: en repisas, sobre el escritorio, en archivadores. Una biblioteca sustanciosa donde saltan los temas históricos y políticos. Una colección amplia de obras que acentúan su interés por el ensayo y los temas espesos. No es el único espacio con libros que tiene en casa, advierte; porque dos despachos más completan su biblioteca.  

Fascinación, miedo y desencanto. El comunismo y sus fases, es su libro de reciente publicación; su ópera prima como escritor y motivo que me ha traído a dialogar con él en su casa. Así que tras acomodarse en su silla empiezo a compartirle mis inquietudes.


Ronald Intriago Holguín en uno de sus tres espacios de biblioteca.


El género del ensayo es poco cultivado en Manabí ¿a qué cree se debe esto?

Obedece a algunos factores, uno de ellos la falta de rigor científico y académico en los colegios y en las universidades. Parece ser que hay más preferencia por la parte literaria y está bien, pero también se debe incentivar esa curiosidad intelectual, ese asombro intelectual por las cosas científicas. Entonces cuando hay la carencia la gente no se inclina por el ensayo científico porque involucra más esfuerzo intelectual, más búsqueda bibliográfica, más investigación.

 

Y en este escenario ¿Cuándo empezó a gestarse la idea de escribir un ensayo amplio?  

Empezó exactamente en febrero de 2010 ante una inquietud que me hizo un gran amigo, Ricardo de la Fuente, porque vio mi preocupación sobre el poder, el avance y la fascinación que tienen mucha gente con el comunismo; con esta ideología que abarcó todo el siglo XX y todavía sigue fascinando. Y a partir de esa fecha empecé una búsqueda bibliográfica tenaz de muchas fuentes, tanto de libros físicos como virtuales, entrevistas hasta que, en 2018, gracias al año sabático que tuve en la universidad, lo comencé a escribir y posteriormente dos años después sirvieron para pulirlo y bueno ahí está el libro.

 

Claro, en este punto me llama bastante la atención la parte bibliográfica de su libro ¿Cuánta utilizó para el desarrollo de su trabajo y cuánta quedó al margen?

La bibliografía que empleé fue abundante, más o menos hay unos 200 libros que revisé entre físicos y virtuales, más físicos. Cuando volví a revisar la obra publicada me di cuenta de que faltaban muchos libros por incluir. Si mañana o pasado se hace una segunda edición incluiría más bibliografía.


Para su primer libro se volcó a lectura de cientos de obras relacionadas al tema.


Durante una década Ronald Intriago fue profesor de secundaria en el mismo colegio donde estudió. Luego pasaría a ser docente universitario hasta su reciente jubilación. Articulista destacado del suplemento cultural Séptimo Día de diario El Mercurio de Manta. Ahí se lo podía leer cada domingo abordando temas históricos, políticos y filosóficos; ensayos breves que ya acentuaban su interés en el género.

 

¿El poder es capaz de distorsionar una ideología política?

Sí. El Poder, y dependiendo de quién lo utilice, si es capaz de distorsionar una ideología. Aquí entramos en una parte interesantísima que mucha gente tiende a soslayar que es la personalidad de quién tiene el poder. Por ejemplo, si es una persona vengativa, rencorosa y con mucho poder, por supuesto que distorsiona una ideología, lo hemos visto en el caso de Pinochet, Stalin, Lenin, Fidel Castro y muchos dictadores que a lo largo de la historia han puesto su impronta en el poder independientemente o soslayando la ideología en la que se encuentren. Así que el poder enmascara una ideología claro habría que revisar más el siglo XX para darnos cuenta de esa realidad.

 

En su libro constan testimonios de excomunistas que recalcan su desencanto a la ideología, pero ¿qué ocurre con los que a pesar de los hechos en contra no reconocen el lado negativo?

Bueno eso es muy difícil cuando hay personas que toman la ideología como casi una religión. El comunismo fue como una religión secular donde sus adeptos no podían expresar nada negativo, es decir, no podían o no querían reconocer alguna cosa mala que hicieron, algún error.

 

¿De ahí tal vez el desencanto?

Sí. Mucha gente se desencantó del comunismo a lo largo del siglo XX y principios del siglo XXI, sin embargo, hubo muchísimas personas que no quisieron reconocer las falencias que tuvo la ideología en el siglo XX.

 

¿Por qué?

Porque se les incrustó en su mente de que eso era la única solución para los males que tiene la humanidad. Se les inculcó que no hay otra ideología que contemple construir el paraíso aquí en la tierra donde no haya divisiones de clases ni pobreza, sin embargo, las evidencias son palpables, porque si hemos visto muchos fallos en esa ideología.


Se puede conseguir tanto la versión física del libro como el ebook


Y, aunque en su libro se remarcan los problemas y abusos del comunismo y sus corrientes anexas, luego uno se pregunta ¿es mejor el capitalismo?  

El capitalismo tiene una particularidad que no la tiene el comunismo: reconoce sus fallas y sobre ellas actúa. En el capitalismo se debe reconocer que hay libertad de expresión, de culto y financiera, es decir, alguien que hace las cosas desde cero puede construir un capital y no solo la clase dirigente es la que tiene privilegios; en el comunismo no se ve la libertad de expresión, y le pongo dos ejemplos: Noam Chomsky y Michael Moore, ambos norteamericanos, hablan de las falencias que tiene el capitalismo y, sin embargo, no les pasa nada en su país, pero alguien en un régimen de izquierda que hable en contra de la ideología o del gobierno es difícil y casi imposible no tener represalias. Entonces hay cosas que rescatar del capitalismo, pero a la larga los dos no van a tener la solución para todos los males que hay en la humanidad.

 

En su juventud ¿fue invitado a pertenecer o estuvo ligado a alguna célula comunista en su ciudad?

No, nunca he pertenecido a ningún partido político. En mi juventud se me animó ni quise animarme a pertenecer a ningún partido político menos a una a la ideología de izquierda porque más o menos conocía como se desenvolvía, y que conste que soy de esa generación donde la Revolución Cubana ejerció un fetiche en los años 60 y 70.

 

Después de que finalice la promoción de su libro ¿qué otro proyecto ensayístico o de otro género está en sus planes?  

Bueno siempre me ha interesado el género de la novela histórica, y estoy intentando escribir una ambientada en el siglo XX donde van a estar algunos personajes en el campo de las letras, la música, la ciencia, el deporte…

 

En la parte final ¿qué opinan de su libro sus amistades que tienen algún vínculo con el comunismo o el socialismo?

Me sorprende que no se pronuncien. Tal vez no quieren hacer por los argumentos que podría emplear o quizás por respeto permanecen callados. 

 

martes, 18 de febrero de 2025

La misma violencia en otro escenario


 

Matar a Jesús (2017, Laura Mora) podría ser otra película más abordando el tema del sicariato en Colombia, un nuevo retrato de la violencia urbana latinoamericana, de la marginalidad en todo su esplendor, del lenguaje y la cultura como recursos para establecer diferencias entre los estratos sociales de los habitantes.

 Sin embargo, la historia refuerza un tema: los sicarios son carne de cañón, simples instrumentos (reemplazables a cada momento) de un poder invisible y dar con culpables es una misión imposible; nadie responde, nadie reconoce de dónde vino la orden de eliminación.

 Matar a Jesús bien se pudo filmar y desarrollar en Ecuador (tal vez en Manabí, quizás en Manta y sus cantones aledaños), porque el modo de operación de los sicarios es similar: el recurso de las motocicletas como vehículos livianos para el escape -o toda la simbología de poder de dominación de una bestia mecánica-; por los barrios periféricos y su paisaje descolorido; por esas dos realidades que habitan en una misma ciudad.

La frustración de la protagonista, y su contemplar, desde el margen, de la ciudad que engulle y desaparece cuerpos a cada momento, es la parte más simbólica del film. Ahí, en esa escena, se comprime la imposibilidad de combatir a ese monstruo invencible que es la violencia.


jueves, 13 de febrero de 2025

Fernando Macías Pinargote: “Hay cosas sobre Manabí que parecen una novela de realismo mágico”

 

Crónica, poesía, narrativa. La obra de Fernando Macías Pinargote abarca varios géneros.


Fernando Macías Pinargote es un escritor que con cada nueva obra no pasa desapercibido en el contexto literario manabita. Periodista de amplia trayectoria, cronista a tiempo completo, poeta reconocido desde la década del setenta y ahora incursionando en el género del cuento.

Las publicaciones de sus libros suscitan el interés masivo de lectores: una legión de seguidores que con los años va creciendo, tal vez por los temas diversos y costumbristas que dan cuenta de un Manabí que intenta sobrevivir más allá de la violencia e inseguridad que mancha.

A propósito de su más reciente obra titulada “Porsiacaso Meolvide”, lo visité en su casa —en su natal Portoviejo, aquella ciudad protagonista de varios de sus libros— para dialogar en torno a su nuevo libro, los temas que aborda y las motivaciones de fondo.



Portoviejo es un escenario recurrente en la obra de Macías Pinargote.


Fernando ¿en su rol de escritor le ha sido fácil moverse en distintos géneros literarios?

No fácil, porque nada es fácil. Sin embargo, me ayudó mucho el hecho de que desde muy joven practiqué todas las áreas del periodismo, entre ellas la de las crónicas. Comenté sucesos, describí escenas y escribí poemas, eso fue fundamental para tener abierta las puertas a las diferentes opciones de la literatura.

 

¿Entonces ahí surge el germen de incursionar en el relato?

Desde que escribí crónicas. Describir hechos de una provincia tan apasionante como Manabí, fue fundamental. Hay cosas sobre Manabí que parecen ser parte de una novela de realismo mágico, pero que sencillamente son realidades.

 

Por eso es por lo que “Porsiacaso Meolvide” es un título bastante sobresaliente para una colección de historias ¿solo posible desde Manabí?

En el título del libro encontramos dos opciones. O el lector presupone que se trata de un personaje que representa una costumbre extraña de algún sector de la provincia de bautizar a sus hijos con nombres extravagantes, o se trata de una forma de recordarnos que esta región es rica en temas y que es necesario contarlos antes de que el olvido llegue. Ambas opciones son válidas, pero más la segunda, porque en esta región, según expresaba un recordado amigo, a donde usted mira hay un tema para contar, y porque la primera ya no existe, por una disposición del registro civil de no aceptar que los hijos se inscriban con nombres raros.



El autor, su obra y de fondo un espacio de su ciudad.


Así ¿Podría decirse que el libro “Porsiacaso Meolvide” (por el paisaje y algunos de los personajes) es un homenaje a Manabí?

Correcto, en el trasfondo de algunas historias aparece Manabí en primer plano, lo cual nos recuerda que podemos describir lo local dándole universalidad.

 

Se dice que el narrador es por antonomasia un fabulador a tiempo completo ¿es lo que se puede encontrar en sus historias?

Creo que mis relatos cuentan realidades y trazan escenarios fantásticos, es decir son duales. Dicen que la fantasía y la realidad se funden en algún momento de la narración. A veces corresponde al lector determinarlo.

 

Y en este contexto ¿Cómo se siente más cómodo, escribiendo historias de corte realista o fantástico?

En ambas, porque tanto lo real como lo imaginario forman parte de la naturaleza humana.

 

Por otro lado, el pasado, la niñez y juventud, son recurrentes en sus historias ¿por qué?

Porque son etapas de la vida que marcan a cualquiera. Y porque en las narraciones suelen recrearse y volver. La literatura nos permite eso: apelar a la memoria para convertir lo lineal en circular.




Porsiacaso Meolvide (cuentos, 2025)


¿Qué historias considera debió escribir e incorporar en el conjunto?

Quise que en este libro se liberarán solo algunas historias (13) para permitir más facilidad de lectura. A veces los libros gordos asustan de inicio, a veces se los toma y se los deja. Digo, eso pienso. Pero concretando la respuesta: estoy mejorando y corrigiendo varios cuentos que no aparecieron en "Porsiacaso...".

 

Y, aunque “Porsiacaso Meolvide” recién ha empezado su recorrido entre los lectores ¿qué otros proyectos literarios vienen después?

En general, creo que muchos autores que intentamos crear en serio, tenemos textos rezagados. Y, aun así, este año posiblemente aparezca un libro con crónicas, otro libro de relatos y un compendio de textos de opinión.

domingo, 5 de enero de 2025

Una sonrisa tras las páginas consumidas


 

El año pasado, uno de los estudiantes de una institución educativa de Manta, me preguntaba que qué me había llevado a convertirme en editor. En realidad, le dije, estudié comunicación y me especialicé en periodismo con la idea de ser reportero, trabajar en un medio, contar historias…pero una mañana mi profesor de semiótica me encontró en la hemeroteca de la universidad leyendo el diario, buscando en los clasificados la posibilidad de un empleo. Ese día me ofreció trabajo y cambió los planes que tenía.

De aquella oferta laboral hasta ahora han pasado veinte años. Dos décadas de aprendizaje constante, y siempre anhelando mejorar. Primero fue Editorial Mar Abierto, mi escuela inicial. Luego vendría un proyecto fugaz llamado Marfuz Ediciones, después Tinta Ácida Ediciones y ahora Cuerpodevoces Ediciones. Si algo puedo asegurar es que en cada uno de los proyectos editoriales ha primado el compromiso de mi trabajo.

Pero ¿por qué continuar detrás de un sello editorial? Me han preguntado y también me lo pregunto, y la única respuesta sensata que encuentro es que me gusta leer, conocer el trabajo ajeno, soñar junto a los autores con la posibilidad de que sus obras lleguen a cientos y miles de lectores, continuar creyendo que desde la literatura que respaldamos se aporta en algo a la sociedad, y que todas las historias que revisamos, corregimos y difundimos incomodan, en cierta medida, al lector.   

Hay autores y obras que me gustaría tener en el catálogo, difundir su trabajo en cuanta librería conste en el mapa librero, presentar su obra en muchas de las ciudades donde el libro parece aún tener importancia, lograr invitaciones a ferias, congresos, universidades…todas aquellas posibilidades que un libro ofrece, pero la realidad, dentro del sector editorial, es compleja.

¿Qué pensaría y diría mi profesor de semiótica si me viera ahora? ¿Reconocería el trabajo realizado todo este tiempo desde los proyectos editoriales? Con los años terminé editando a otros profesores universitarios que admiraba y respetaba, profesores con los cuales jamás imaginé mantener diálogos literarios o de otra índole.   

Aún hay energía para continuar integrando un proyecto editorial. Aún continúa fresca la motivación inicial de leer, sugerir y corregir; de transformar todo texto que me llega en libro. También hay un desencanto tras esta labor, pero en estos días, que vienen novedades, me invade un optimismo bastante creíble para continuar sentado frente a una computadora, en días que otros están bronceándose y sonriendo fuera de casa. Acá, en la soledad de una habitación, también hay sonrisas tras las páginas consumidas.