Las
ferias de libros en Manabí tienen muchos problemas, partiendo de que no hay una
agenda de actividades que sea atractiva al público y la constante recurrencia a
espacios cerrados. Una problemática que pasa desapercibida para sus organizadores
y continúa invisibilizando a obras y autores.
Se
debe entender algo, una feria de libros no consiste únicamente en agrupar mesas
con libros en un mismo espacio, invitar y reunir a la mayor cantidad de
expositores (sean estos libreros, editores y escritores), amenizar la jornada
con danza o cantantes…hay algo más que vuelve a una feria de libros una
experiencia de disfrute para todos los participantes.
Partamos
afirmando que las redes sociales no son suficientes para la actividad de promoción
de un evento de esta naturaleza. Muchos de los organizadores se acostumbraron al
anuncio desde sus cuentas oficiales y nada más, y en esta carencia informativa
se va marcando una barrera con el posible público. Porque siempre será
importante anunciar qué escritores, editoriales o artistas participan; qué
actividades y para qué público se desarrollarán.
Porque
una feria de libros debe tener una campaña de comunicación constante y
anticipada a la fecha de realización. Semanas y hasta meses de trabajo previo
que informen al público de los escritores participantes, de las novedades
literarias a presentarse, de las posibilidades lúdicas o de entretenimiento para
adultos mayores. Afiches en lugares estratégicos dentro de la urbe donde se
desarrollará la feria, publicidad en redes sociales que posicione el evento y
lo recuerde.
Existe
bastante improvisación en el desarrollo de ferias de libros en Manabí. Importa
más agrupar a la mayor cantidad de expositores con el único propósito de
exhibir y tratar de comercializar sus productos que dar a conocer sus dinámicas
dentro del campo editorial en el que se mueven.
Y
en esta improvisación el resultado es siempre el mismo: pocos asistentes,
eventos con público forzado (los estudiantes de unidades educativas algún día
se revelarán y dejarán de ir) y una decepción que crece entre los expositores
ante ferias de libros vacías.

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