domingo, 8 de junio de 2014

La necesidad de un editor

Un autor desamparado siempre acudirá al pánico. 




¿Para qué la existencia de un editor?, ¿Cómo puede un editor mejorar una obra literaria o académica?, ¿Qué faculta a un editor a creerse tan o más importante que un autor?, ¿Por qué los autores le temen y repelen a un editor?, ¿Por qué contrariamente muchos autores buscan a un editor que se haga cargo de sus obras?
Digamos que un editor es alguien que logra ver en un manuscrito (los escritores escriben manuscritos, no libros) la posibilidad de un libro para un mercado y público específico. Es aquel que reconoce las múltiples posibilidades que tiene un texto. Que ofrece sugerencias a partir de los objetivos que tenga en mente.
Sin embargo el editor, en nuestro medio, continúa siendo alguien a quien el autor le repele, y este divorcio tiene consecuencias que continúan pasando desapercibidas tanto para el autor como el lector. He aquí una breve mirada al respecto.  

Detalles que se ignoran
Más allá de los debidos registros legales con los que debe contar un libro: ISBN y el registro en el IEPI, los autores sin la asesoría adecuada quedan huérfanos de poder contar con elementos esenciales para sus obras, sea desde el comentario de contracubierta hasta un adecuado prólogo que en vez de hundir al libro lo eleve (en el sentido de que aporte a su entendimiento y no a su confusión).  
Lo más cotidiano es apreciar libros sin año ni mes de edición (algo importante al momento de citarse), sin un responsable en la diagramación ni diseño de portada, sin tener un conocimiento básico de cuánto es el tiraje (información determinante para ir valorando su acogida) y en dónde se imprimió. Datos necesarios que continúan ignorándose.
Dedicatorias rimbombantes, agradecimientos exagerados, ausencia de un índice de contenidos. 
Portadas que se elaboran literalmente al título (o también aisladas de este) sin el menor sentido artístico, títulos con fuente incompatible que no son capaces de atraer al posible lector, fichas biográficas de los autores que abusan de nimiedades.   



Jorge Herralde, editor del sello español Anagrama.




Recursos de autores desesperados
Cuando los autores se encuentran solos en el terreno de la promoción de sus libros, no tienen más alternativa que escribir sobre ellos mismos, decirse lo que otros no han querido o no han podido decir (porque a lo mejor desconocen la obra). Algunos aparentan, mediante el anonimato, escribiendo en tercera persona sobre lo que valoran de sus libros. Otros asumen su desamparo sin vergüenza y escriben, describen y “maravillan” lo que han escrito.     

Con editor aunque sin sello editorial
Los escritores más sensatos han recurrido a un editor que lea, revise, sugiera cambios y sobre todo logre una valoración externa de lo que se pretende publicar. Muchos de estos autores también están desamparados de un sello editorial que los respalde y le acerque el “combo” de facilidades para visibilizar su obra, pero algo los diferencia del resto de autores que escriben y publican con urgencia: han logrado la asesoría precisa que hará que sus libros no pasen desapercibidos. 
Así es constante ver en el mercado librero, obras que están sin el resguardo de un sello editorial, pero que compiten, son comercialmente exitosos y sobre todo han llegado a espacios imposibles para otros: redacciones de revistas especializadas (sean académicas o literarias), segmentos culturales de diarios, blogs y páginas web referenciales. Además generando constantemente juicios críticos decentes (porque también -y estos abundan- están los indecentes e impublicables).

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