¿Cómo se pasa
del adolescente ridículo que a fuerza de chistes agresivos intenta hacer reír a
los demás, al maduro que ha resuelto hacer de su vida una cómica transgresión
de sucesivos actos? Para esta interrogante existe una respuesta: Adam Sandler (Brooklyn,
1966) comediante, actor, guionista, músico y productor cinematográfico. Un
multifacético actor (sobre todo) que resolvió aplicar la fórmula del humor
trivial que habita en escuelas, colegios, universidades, amigos y familia, en
la construcción de sus personajes. Depurando un estilo, que lo ha llevado a estar detrás (director y guionista) y
al frente (actor) de películas inolvidables.
Universo Sandler
Todos tenemos un
hermano, primo, amigo, vecino, compañero de clase, cuñado… que resultó ser el
gracioso, el comediante, el bromista pesado pero entretenido, el ingenioso y
muchas veces arrogante, que en medio de todo irritable comportamiento, divierte.
Sandler se ha
puesto en los zapatos de todos ellos, entendió y aprovechó el abundante
material que estaba ahí y lo explotó, desde el inicio, desde el insoportable Billy Madison (1995) sacando de quicio a
un padre, a un empleado en busca de poder, y a una profesora sexy, como lo serían
las coprotagonistas en lo posterior. Desde este Billy idiota (aunque previo se
lo reconoció en Cabezas huecas, 1994,
en su papel de Pip) holgazán, alcohólico, que finalmente termina encontrándole
un sentido medio provechoso a su vida (yendo a la universidad, legando la
dirección de su emporio empresarial al mejor empleado de su padre y besando a
la profesora) hasta arribar a otros papeles de perdedores medio estables como
en Happy Gilmore (1996) o en El aguador (1998) Sandler ha hecho lo
más significativo de su carrera: entretener, y con ganas, con aquella emoción
perdurable que compone su obra.
Humor que identifica
Si hay que
reconocer en Sandler la fidelidad en su obra, en su arte cómico, en el absurdo
que convive en cada uno de sus filmes, este recae en películas insignes en su
filmografía como en El hijo del diablo
(2000) donde del patético personaje diabólico termina siendo un héroe menos invisible.
O en aquella alucinante y entretenida Click:
perdiendo el control (2006) donde la moraleja del tiempo malgastado es una
broma eterna. Pasando por aquella desesperante Yo los declaro marido y…Larry (2007) donde el tema de la
homosexualidad, desde todos sus clichés, divierte. Lo mismo que ocurre en No te metas con Zhoan (2008) donde el matón
que huye de la India para radicarse en Estados Unidos busca en el ser estilista
la pasividad ante la violencia que lo acosa. Mientras que en Son como niños (2010) se destacada un
tema persistente: la inmadurez, la misma que recae en un grupo de amigos
reencontrados. Finalmente en Jack y Jill
(2011) ocurre algo interesante: Sandler se desdobla en las caracterizaciones, así
el estar desde ambas perspectivas, sea como Jack (desde el drama) o como Jill
(desde el humor de siempre) no hace más que ahondar en su esencia de humorista,
uno que ha sabido relacionar, sin complicación, géneros tan disímiles como el
drama y la comedia a favor de su estética.
El drama aferrado al humor
Los personajes
de Sandler no encajan del todo en la sociedad, muchos de ellos son inestables
emocionalmente, perdedores certificados o en camino de serlo, pero en el fondo
buscan una integración y resolver los problemas de su vida y con ello el de los
demás, así se aprecia en Un papá genial
(1999) donde el protagonista adopta un niño y descubre a su personaje en toda
su emotividad paternal.
Algo parecido
ocurre en Siempre hay tiempo para reír
(2009) donde su personaje, tras recuperarse de aquella enfermedad que lo
aqueja, de reconocerse como un idiota en grado maduro y reencontrar el amor,
entiende muchas cosas en provecho de su vida y de los que lo rodean, como su
pupilo-asistente-amigo.
Dinero, fama y mujeres
Las películas de
Sandler giran en torno a tres objetivos: 1) dinero, 2) la búsqueda de
reconocimiento y 3) alcance de mujeres hermosas. Desde luego que no siempre
estas tres búsquedas se encuentran en la misma historia, existen múltiples variaciones:
desde el conserje de hotel que al final logra el éxito añorado (Cuentos que no son cuentos, 2008) hasta
estatus más evidentes como en Ejecutivo
agresivo (2003) y Espanglish
(2004) donde los personajes se desenvuelven en un contexto de clase media y
alta. O historias más directas como en La
herencia del señor Deeds (2002) donde el protagonista hereda 40 mil millones
de dólares.
Por otro lado en
El juego final (2005) se da un
ejemplo de reconocimiento, el personaje lo hace desde la prisión y desde el
empoderamiento del grupo de fútbol americano.
El amor aferrado al humor
Las comedias
románticas han sido el género en el que mejor ha explotado su talento actoral Adam
Sandler: cómico, caótico y conmovedor. Sin duda el mejor antecedente recae en La mejor de mis bodas (1998) allí Robbie tras haber sido abandonado por su
novia en el altar, tras desmoronarse en su “oficio” de cantante de bodas,
perder el objetivo de vida, minimizarse y finalmente retomar su consigna de
hallar el amor, el personaje lega una lección invaluable: persistir a pesar de
las barreras. El mismo mensaje se retomaría en Como si fuera la primera vez (2004) donde el protagonista -un Don
Juan- tras enterarse que la chica que le mueve el piso ha sufrido un accidente
que le afecta la memoria inmediata, logra una consigna que va contra toda
esperanza: hacer que el amor sea aquel efecto constantemente renovado.
Con una fórmula
distinta aparece Una esposa de mentira
(2010) donde un engaño -para conquistar a una joven hermosa- logra mostrarle al
protagonista que el amor, encarnado en su asistente, ha estado ahí, junto a él,
esperando a que mirara más allá de esa búsqueda implacable.
El fin: millonario, enamorado y feliz
Sea como
cantante de bodas, baterista en banda mediocre de heavy metal, dentista, veterinario,
bombero, peluquero, productor publicitario, conserje, dueño de restaurante, “poeta”…
Sandler, en su conjunción guionista-actor ha sabido darle cuerpo y voz a sus
personajes, resaltarlos con ese toque individualista que compone su universo
actoral, y se ha impuesto, con saña, esmero y compromiso, dentro de una
industria y un género difíciles y competitivos.
(Publicado originalmente en el número 8 de la revista iberoamericana de cine FOTOGRAMA: noviembre de 2013)
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