martes, 1 de octubre de 2013

“Recuerdo que dolía. Mirarla dolía”

Escena de la película Stuck in love.



“Recuerdo que dolía. Mirarla dolía” dice Rusty mientras la contempla en el aula de clases, y ve las gotas de sangre que caen de su nariz manchando su mano. Soy él, fui él, una especie de él, una sombra de él, una réplica separada por la geografía, otro pequeño y desconocido imbécil enamorado, uno que desechó la posibilidad de finales felices.

Pero Rusty es el muchacho que desde este presente odio, pero entiendo en aquel pasado compartido. Rusty es un marica que le falta mucho de la frialdad de Samantha, su hermana. Y sobre todo la esperanza romántica de su padre. Sin embargo desde él me proyecto.

¿Por qué tanta cháchara lloricona?, por Stuck in love (2012, Josh Boone). Por esta historia donde Rusty lee con fanatismo los libros de Stephen King, donde escribe poemas y cuentos que a pocos parece interesar, por querer vivir, solo por eso.    

Me vuelvo a reconocer en sus personajes (en cada uno y parte de ellos): juntando las palabras que con los años he ido acumulando en distintos lugares de mi casa: cuadernos, libretas, agendas, hojas sueltas, archivos en mi computadora. Toda mi vida dispersa. Rompecabezas de vida. Vida fragmentada. V-i-d-a.

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