Un escritor
independiente no tiene compromiso. Un escritor independiente se la juega con
cada publicación, invierte en sí mismo, no se presta al juego de los intereses
editoriales de ciertas marcas. Un escritor independiente es un héroe a su
manera. Un escritor independiente escribe y escribe con el objetivo persistente
de ser precisamente un escritor. Fama, dinero y show son temas que pueden
quedarse en aquel desconocido paraíso artificial para regocijo de algunos. Un
escritor independiente tiene todas las de perder.
Miguel Álavalcivar
(Manabí) es un escritor independiente y su novela El Trapecista (edición de
autor, 2012) es la confirmación de su postura literaria, una franca con el
oficio, crítica ante los absurdos del ser escritor, corrosiva desde sus imágenes
que van chocando contra un sistema que lo niega, o mejor dicho a su personaje:
un escritor romántico en demasía, uno que decidió largarse de su ciudad para
vivir el sueño sesentero: París, miseria, amor, persistencia, oportunidades...
Así El Trapecista
es una novela que entra constantemente en conflicto, del personaje escritor con
aquel sistema literario del que no se siente parte, y al que sin embargo busca
ingresar a toda costa.
Dice su
personaje encolerizado:
“-La Casa de la
Cultura es un motel barato. –le dije tomando un sorbo de brandy- y las editoriales
de la capital nunca me responden los telegramas. Mi país es una aduana de tránsito,
país trasnochado cual puta cuarentona.” (p. 15)
“El escritor es
eso, un germen en la pared del baño, una mariposa en la alcantarilla, desnuda
las idioteces del sistema, incluso del sistema literario, del coexistir con
editoriales y demás intelectuatontos.” (p. 42)
“(…) yo escribo
para no descargarme un revolver en la sien (…)” (p. 145)
“No puedes
llamarte escritor sin tener puta idea de cómo marcha el mundo, si sigues
creyendo todo lo que te dicen los periódicos.” (p. 186)
Pero El
Trapecista es también una historia de amor, una que gira en torno a la “musa”
europea, uno que se aferra a sí mismo: aquel amor por la persistencia, por
inyectarse dosis de optimismo aunque se habite un mundo decadente y
ensombrecido. Una postal romántica que se sufre con satisfacción.
Lo digo: Álvalcivar es un escritor independiente que
se la juega con cada publicación. Y El Trapecista es una buena jugada.
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