El panorama rock metalero del país es pobre respecto a sus escritores involucrados, sí (y esto es demostrable) hay poetas músicos, poetas tras los micrófonos, poetas ofreciendo sus obras para que el metal sea su canal difusor, pero escritores exclusivamente dedicados a este oficio, más allá de su pertenencia a esta cultura, son pocos.
Julius Aravena (Guayaquil) es un poeta ecuatoriano que intenta sumarse al minúsculo círculo de escritores rock metaleros del país (la mayoría con una fuerte tendencia a lo gótico y que no siempre resulta -por más reiteración a elementos arcanos- poesía y relatos de calidad).
Innuendo 2:16 (2010) es su segundo poemario, un trabajo sin pretensiones: sencillo, divertido -dependiendo de cómo se lo lea- e inocente. Sí, inocente. Un poemario que aún nos habla de la “inspiración” revelada al poeta, que nos dice directamente las cosas registradas tal y como son, que nos sugiere, advierte, y sentencia el caos y también la dicha vividos.
Así Aravena nos va dando a conocer sus juicios de valor respecto a temas sociales como la drogadicción:
Gill trikero
Te crees shabidote con tu gil acento,
¡Locosh! Solo óyete no sabes hablar…
Un títere cuando estash contento,
Piensas que es bacán como pendejo fumar,
¡Bobote!...el narco es el único contento,
Todo lo que ganas vas a gastar.
Amigo gil trikero,
Lo que fumas es un miasma,
¡Despierta! Gil trikero
Morirás con horrenda asma…
¡Pistolero! Gil trikero,
Tu blanca basura se hace ceniza,
¡Andas chiro! Gil trikero,
Por esa huevada vendes tu camisa,
¡Me muero! Dice gil trikero, ya no para tu misa…
También el poeta herido (y con una recarga de adolescencia cómica) sufre y reclama por el amor ausente:
Amo a esa estúpida
Amo a esa estúpida,
Que prefiere a otro que a mí,
Amo a esa estúpida,
Que no se fija en mí,
Amo a esa estúpida
Que no confía en mí.
Amo a esa estúpida,
Que anda con quienquiera,
Amo a esa estúpida
Que va donde quiera.
Amo a esa estúpida,
Que me deja cuando quiera.
Amo a esa estúpida
Que el teléfono me deja colgado,
Amo a esa estúpida
Que me deja plantado,
Amo a esa estúpida
Que me tiene engrupido.
Pero amo a esa estúpida
No por su beldad
Sino porque a cualquiera lo pone cojudo
O cuando, y esto por su conexión rockera, denota su aprecio por la cultura a la que pertenece, y lo hace desde un tributo postmortem:
Viejo rockero
Estoy apenado, abatido
Triste muy triste
No se como descifrar
Lo que quiero narrar;
Quiero gritar, gritar
Y exclamar al cielo
Sin tener que llorar
De dolor caigo al suelo…
La vida pasa rápido
Es un bus expedito,
Solo hay una parada
Muere el viejo rockero
Viejo rockero de monte pleteado
Viejo rockero de monte plateado…
Es un Dio, un Dios
Mató al rey y ahora pasa el arco iris
Un duende, un santo,
Vivió y cantó
Por 50 años
Las puertas de Babilonia ha roto…
Escala el monte el viejo rockero
¡Larga vida al viejo rockero!
Reafirmo: Innuendo 2:16 no es un poemario que busca la consagración poética, porque carece de muchos elementos y depuración para tal propósito. Su autor (y tal como lo aprecio) continúa en esa búsqueda literaria que lo centre de una vez por todas. Que la búsqueda continúe.
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