lunes, 20 de septiembre de 2010

Tus cuentos





Las óperas primas de autores jóvenes hace un buen rato han dejado de considerarse borradores que jamás debieron publicarse, la realidad (sobre todo la ecuatoriana) nos está demostrando lo contrario, así lo confirmo en este sencillo compendio narrativo titulado Tus cuentos (Drugos de la naranja editorial, 2009) de Gabriela Cabezas (Riobamba, 1990). Una obra que por el título, ausente de originalidad, podría pasar desapercibido para muchos, pero que encierra pequeñas y a la vez sobresalientes historias (Ah, el amor…, ¡Poseeré!, El príncipe ladrón, Televisión, y Buscando ¿un final?). Aunque también se incluyen cuentos que no desarrollaron ni maduraron del todo.

La voz narrativa (casi siempre femenina) es una protesta constante contra el sistema y sus normas establecidas, de los ritos y mitos asumidos, y sobre todo de la crueldad y argucias a la que la humanidad acude para aplacar una violencia instintiva. Por eso para comprender la dimensión de estos cuentos hay que hacerlo entre líneas, buscando el mensaje oculto entre la aparente ligereza narrativa.

Cabezas desarrolla sus hilos conductores más allá de lo afectivo, priorizando lo corporal y visceral como modo expresivo de mayor fuerza, dotando a sus escenas de una mejor contundencia. Así lo demuestra en este fragmento donde el amor es llevado a un estado de insania:

“Estaba orgulloso de mí, por haber logrado sacar su corazón, por haber logrado que me lo de. Sonreía, casi de forma macabra, pensando en como serían las cosas de ahora en adelante, todo lo que tendría que perdonarme.” (p. 26)







Sus cuentos se tornan oscuros y macabros, como cuando nos habla de aquellos seres (que no logran una definición concreta de quiénes son) que desde el interior de los humanos pueden manipularlos a su antojo. Leamos uno de los párrafos más interesantes:

“Mi raza nació para triunfar. Pero es difícil llegar hasta un humano y no volverse loco, no blasfemar y no hablar en otras lenguas. Y ¿para qué? Para luego sufrir frente a un exorcista. Sé que encontraré un humano y lo controlaré. No perderé mi voluntad, controlaré la suya. Prometo ser el mejor de los titiriteros”. (p. 45)


La autora reconstruye leyendas urbanas (como la del tipo al que le lamen la mano y luego no sabe quién fue) y mitos mundiales como la de la existencia del Yeti (y su trasfondo criminal como advertencia de los fines sangrientos a los que la humanidad puede llegar para cumplir sus objetivos y perdurar una mentira) del que cito un pasaje tétrico:

“Volví a la foto del mono y esta vez hice un zoom en su cara: era una máscara. Pero el resto era real, probablemente el cuerpo de un gorila. Decidí buscar el lugar en el que se unía la máscara con el cuerpo y esta vez, necesité ir a la ventana a recibir grandes cantidades de aire. La máscara no estaba sobre la cabeza, estaba cosida al cuerpo”. (p. 99)


Tus cuentos es un título flojo, pero sus pequeñas historias lo salvan de yacer bajo una cama, de soporte para pata de mesa o en el lugar menos predilecto para los libros de cabecera. Gabriela Cabezas, una autora a la que debe seguírsele la pista.

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